Crisis financiera abierta
La lentitud de reacci¨®n y la falta de contundencia del Banco Central Europeo lastran la respuesta a la crisis
Los llamamientos a la calma de los principales bancos centrales tras el acuerdo alcanzado por las autoridades suizas sobre Credit Suisse no est¨¢n siendo suficientes para afrontar la actual crisis financiera, y ayer mismo ¡ªcoincidiendo con una cumbre europea que ten¨ªa la situaci¨®n del sistema bancario como plato principal del men¨²¡ª se conoci¨® que la mayor entidad de Alemania, el Deutsche Bank, perdi¨® el 8,5% de su valor en Bolsa. La crisis no est¨¢ resuelta, ha sido lenta la reacci¨®n de Christine Lagarde al frente del Banco Central Europeo (BCE) y falta contundencia en las medidas, sin que la disposici¨®n de los bancos centrales a ofrecer la liquidez necesaria haya surtido los efectos esperados. Hace falta m¨¢s.
El acuerdo por el que las autoridades suizas forzaron a UBS a comprar Credit Suisse por 3.000 millones conten¨ªa algunas disposiciones que a?adieron incertidumbre a los inversores. En contra de lo que indica el manual de los bancos centrales, Suiza ha decidido que sean los propietarios de deuda contingente convertible (bonos conocidos como cocos en la jerga) quienes lo pierdan todo en la operaci¨®n, frente a los accionistas que, pese al descuento, mantienen parte de su inversi¨®n. Esa decisi¨®n ha obligado al BCE y al Banco de Inglaterra a dar garant¨ªas sobre los derechos de los bonistas y asegurar esta importante v¨ªa de capitalizaci¨®n de los bancos. En EE UU, las dudas persisten en torno al First Republic Bank, que, pese a la inyecci¨®n de 30.000 millones de d¨®lares que aportaron 11 grandes bancos la semana pasada, sigue sin frenar la fuga de dep¨®sitos. Desde la ca¨ªda del Silicon Valley Bank, la entidad californiana ha perdido unos 70.000 millones en ahorros de sus clientes y otro banco, el PacWest, anunci¨® que sus dep¨®sitos se han visto mermados un 20% con las recientes turbulencias, lo que demuestra que la confianza de los consumidores sobre el verdadero estado del sector es extremadamente fr¨¢gil.
Cada vez parece m¨¢s probable que las dudas sobre la solvencia y la liquidez de las entidades acaben propiciando un endurecimiento de las condiciones crediticias que, tarde o temprano, se trasladar¨¢ a la actividad econ¨®mica. Esta restricci¨®n del cr¨¦dito equivaldr¨ªa a una nueva vuelta de tuerca monetaria, lo que podr¨ªa disuadir a los bancos centrales de mantener el ritmo actual de subida de los tipos de inter¨¦s.
De momento, tanto la Reserva Federal (Fed) como el BCE han decidido seguir adelante con sus planes para no poner en juego su credibilidad en la lucha contra la inflaci¨®n. Los bancos centrales juegan as¨ª con dos barajas: por un lado usan los tipos de inter¨¦s para contener la inflaci¨®n; por otro, con medidas de liquidez y otros instrumentos para tratar de embridar la crisis bancaria. En EE UU, la Fed ha aprobado la novena subida consecutiva del precio del dinero (hasta la franja del 4,75%-5%), aunque ha dejado abierta la puerta a una pausa. Dada la persistencia de las tensiones inflacionistas a ambos lados del Atl¨¢ntico, dif¨ªcilmente podr¨¢n los bancos centrales dar marcha atr¨¢s en el encarecimiento de los tipos de inter¨¦s, por lo que los ciudadanos deben prepararse para nuevas subidas en el coste de sus hipotecas. En Europa hay s¨ªntomas de desorientaci¨®n en el BCE, mientras sigue encallada la culminaci¨®n de la uni¨®n bancaria, a¨²n pendiente desde la crisis financiera de 2008, para establecer por fin un fondo comunitario que garantice los dep¨®sitos de todos los ciudadanos de la zona euro.
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