Defensa del tinglado en la izquierda
Para renovar el Gobierno progresista, a algunos les parecer¨¢ una trampa que el PSOE necesite a Sumar; a m¨ª esa trampa me tranquiliza. No se trata de unirse ni de amarse; se trata de llegar pragm¨¢ticamente a acuerdos, obligados por las circunstancias
No conozco personalmente a Yolanda D¨ªaz ni formo parte de su equipo; e ignoro los detalles de su negociaci¨®n con Podemos. Tengo apenas la convicci¨®n de que si mantuvi¨¦ramos una conversaci¨®n de ¡ªpongamos¡ª 10 horas, durante las primeras cinco estar¨ªamos de acuerdo en lo esencial. Luego, a partir de la sexta, vendr¨ªan probablemente los problemas, las diferencias, las disonancias. A muchos, en la izquierda, nos podr¨ªa parecer que lo decisivo e innegociable s¨®lo surge en la s¨¦ptima o en la octava hora, pero la cuesti¨®n que me interesa, en todo caso, es esta: ?cu¨¢nta gente cabr¨ªa en esas primeras cinco horas? As¨ª, a ojo, me atrever¨ªa a decir que un poco m¨¢s de la mitad de los espa?oles o, al menos, un poco m¨¢s de la mitad de los electores, repartidos, desde luego, entre diferentes opciones pol¨ªticas y distintos territorios. En la Espa?a actual esas cinco horas constituyen de alguna forma el ¨²nico amplio consenso que puede frenar, en un trance dif¨ªcil, a la derecha m¨¢s desaforada e iliberal de los ¨²ltimos 40 a?os.
La sexta hora se llama Gobierno. Durante cuatro a?os hemos tenido una sexta hora muy interesante en la que dos partidos que se odiaban a muerte acordaron en diciembre de 2019 un Gobierno de coalici¨®n sin precedentes. No lo hicieron por gusto, sino a rega?adientes, obligados por las circunstancias; y uno tuvo que desplazarse pragm¨¢ticamente hacia la izquierda y el otro pragm¨¢ticamente hacia la derecha. Al PSOE y Unidas Podemos se unieron, en la sesi¨®n de investidura, otros partidos, incluidos ERC y Bildu, cuya abstenci¨®n result¨® decisiva. Desde la izquierda querr¨ªamos que Espa?a se pareciese m¨¢s a un falansterio o a una granja o a una nube, pero se parece mucho a esto: un tinglado precario, ya protofederal, de socialistas conservadores, locas feministas e independentistas con sentido del Estado. No hemos tenido, no, ¡°el Gobierno m¨¢s progresista de la historia¡± ¡ªni la mitad de lo que querr¨ªamos algunos¡ª pero ese tinglado es la f¨®rmula m¨¢s realista, m¨¢s europea y m¨¢s democr¨¢tica que hemos conocido en nuestra vida. Para ponderar en justicia su valor basta pensar, por contraste, en lo que habr¨ªa sido de nuestro pa¨ªs si el PP y Vox hubiesen gestionado la pandemia y la crisis generada por la invasi¨®n rusa de Ucrania. No debemos resignarnos jam¨¢s a valoraciones ¡°por contraste¡±, pero en a?o electoral esos contrastes cuentan. Necesitamos llegar a la novena hora, que es la de la transformaci¨®n de Espa?a.
He citado a Yolanda D¨ªaz porque esas primeras cinco horas hay que gan¨¢rselas en las elecciones. Y porque la indispensable renovaci¨®n del Gobierno de coalici¨®n se decidir¨¢ a la izquierda del PSOE, donde los votos que consigui¨® Podemos en 2019 ya no est¨¢n asegurados. No me ensa?ar¨¦ con sus errores ni abundar¨¦ en los ataques despiadados que ha recibido. Dir¨¦ sencillamente que, cualesquiera que sean las razones, se ha convertido en un partido porci¨²nculo, como Vox, que se parece cada vez menos al pa¨ªs que estridentemente invoca. A algunos les parecer¨¢ una trampa que el PSOE necesite a Sumar; a m¨ª esa trampa me tranquiliza.
Nada divide tanto como la unidad, que rompe la conversaci¨®n en los primeros cinco minutos. La idea de unidad, lo confieso, me produce un poco de repeluzno. Me hace pensar siempre en los Reyes Cat¨®licos, quienes ¡°unieron a todos los espa?oles¡±, seg¨²n el mito escolar, contra los jud¨ªos, los moriscos y los ¡°herejes¡± en general. Si hablamos de partidos pol¨ªticos, esta tendencia isabelfernandina es curiosamente m¨¢s marcada en la izquierda que en la derecha; y tanto m¨¢s marcada cuanto m¨¢s mengua el poder. El Gobierno de coalici¨®n se?ala el camino a Sumar: no unidad sino costuras; un tinglado y no un partido. No se trata de unirse ni de amarse; se trata de llegar pragm¨¢ticamente a acuerdos, obligados por las circunstancias. El problema es que Podemos tiene ya m¨¢s poder que apoyo electoral y esa desproporci¨®n es peligrosa. Lo pragm¨¢tico ser¨ªa ajustar la diferencia. Pero el poder, que es ambicioso, no suele ser pragm¨¢tico. Un poder declinante puede ser, a¨²n m¨¢s, suicida. No creo, no, que el Podemos de Pablo Iglesias est¨¦ pensando solo en las listas y el dinero. Existe tambi¨¦n la tentaci¨®n del poder, la tentaci¨®n de usarlo por encima de las propias fuerzas, la tentaci¨®n de apurarlo hasta el final, incluso contra la propia supervivencia. Podemos ¡ªdigamos¡ª tiene poder de sobra para acabar de un golpe, como Sans¨®n, con todos los filisteos y consigo mismo.
No puedo votar lo que quisiera, pero no quiero votar un mal menor. Quiero votar, con la nariz destapada, un bien peque?o que pueda ampliarse luego, contra el PSOE, en la novena hora de conversaci¨®n. No depende de m¨ª, sino de Podemos, al que debemos tanto, que nos debe tanto. Ojal¨¢ Pablo Iglesias, art¨ªfice en buena parte del Gobierno de coalici¨®n, fuera menos inteligente y m¨¢s razonable, menos poderoso y m¨¢s realista, menos isabelfernandino y m¨¢s tingladesco. Nos har¨ªa mucha falta.
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