China y la UE: condenados a entendernos
Urge definir una nueva pol¨ªtica europea hacia el gigante asi¨¢tico basada en el realismo, los intercambios comerciales y tecnol¨®gicos seguros y la apuesta por la cooperaci¨®n internacional y el multilateralismo
El presidente chino, Xi Jinping, ha iniciado su tercer mandato con un plan de paz de 12 puntos para la guerra en Ucrania con el que irrumpe en la escena internacional como mediador para la paz. Apenas un par de semanas despu¨¦s facilita un acuerdo entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª. En el mundo las miradas se vuelven hacia el Este.
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El presidente chino, Xi Jinping, ha iniciado su tercer mandato con un plan de paz de 12 puntos para la guerra en Ucrania con el que irrumpe en la escena internacional como mediador para la paz. Apenas un par de semanas despu¨¦s facilita un acuerdo entre Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª. En el mundo las miradas se vuelven hacia el Este.
Varios l¨ªderes europeos han viajado en los ¨²ltimos d¨ªas a Pek¨ªn. Otros lo har¨¢n pr¨®ximamente. Ser¨ªa deseable que todos ellos enviasen los mismos mensajes. Y para ello urge definir una nueva pol¨ªtica hacia China. En 2019, la Uni¨®n Europea calific¨® a este pa¨ªs como socio estrat¨¦gico, competidor econ¨®mico y rival sist¨¦mico. Esta tr¨ªada es m¨¢s relevante que nunca para la UE, pero necesita tener en cuenta tres cambios fundamentales desde su adopci¨®n inicial.
En primer lugar, la invasi¨®n rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto el riesgo para la UE de dependencias excesivas de pa¨ªses terceros: de Rusia en materia energ¨¦tica, de Estados Unidos en defensa. Estas dependencias son el tal¨®n de Aquiles de la autonom¨ªa estrat¨¦gica europea y solo se podr¨¢n resolver doblando la apuesta: una uni¨®n de la energ¨ªa y mayores inversiones comunes en la industria de la defensa. Entretanto, Estados Unidos ha sustituido su idea del gigante asi¨¢tico como su n¨¦mesis que aspira a convertirse en el pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo, a su principal amenaza, tal y como lo menciona en su ¨²ltima Estrategia de Defensa Nacional. Por otro lado, Xi Jinping acaba de renovar su tercer mandato al frente del Partido y del pa¨ªs, alumbrando un r¨¦gimen con la mayor concentraci¨®n de poderes en manos de un presidente desde la ¨¦poca de Mao Zedong.
La nueva doctrina europea relativa a China necesita realismo, determinaci¨®n y m¨¢s Uni¨®n Europea que nunca. Para ello ser¨ªa conveniente que la UE abandone tres ilusiones.
La m¨¢s urgente de todas, es la ilusi¨®n de que para proteger la econom¨ªa europea debemos desacoplarla de la china. La UE depende en un 46% del comercio internacional para su crecimiento (Estados Unidos, ¨²nicamente un 25%) y China representa el 15% del comercio mundial. Creo que la respuesta es bastante f¨¢cil. Basta sacar cuentas. Adem¨¢s, con la falsa doctrina del desacoplamiento no ganaremos en seguridad, simplemente desplazaremos el problema a otros ¨¢mbitos como el territorial o el ideol¨®gico y nos habremos privado de contrapesos econ¨®micos sobre China. El vac¨ªo dejado por Europa ser¨ªa aprovechado por nuestros competidores y entonces ser¨ªamos, todav¨ªa, m¨¢s irrelevantes para nuestro rival, socio y competidor.
La respuesta pasa por construir resiliencia e invertir en reforzar las cadenas de producci¨®n que nos unen y as¨ª evitar riesgos geopol¨ªticos excesivos. Esto es lo que China ya empieza a hacer deslocalizando una parte de su producci¨®n a pa¨ªses de su entorno para mitigar el impacto de posibles sanciones o restricciones occidentales. La resiliencia necesita de una pol¨ªtica comercial activa, de m¨¢s acuerdos comerciales que permitan una mayor diversificaci¨®n, sobre todo en materias primas de las que la UE depende hoy en gran medida de China para su doble transici¨®n tecnol¨®gica y clim¨¢tica. El acuerdo reci¨¦n concluido entre Europa y Chile aporta resiliencia. Como lo har¨¢ el acuerdo de Mercosur cuando se firme, o los que est¨¢n en curso con Australia, con la India o con Indonesia. Estados Unidos hoy carece de pol¨ªtica comercial. La UE la tiene y la debe desplegar con toda su potencia, lo cual le dar¨¢ una ventaja comparativa sobre nuestro aliado, quien tras la Inflation Reduction Act tambi¨¦n se ha convertido en competidor.
La resiliencia necesita de una Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) m¨¢s activa y capaz de disciplinar subvenciones p¨²blicas desleales y pol¨ªticas clim¨¢ticas proteccionistas. El mensaje europeo a China deber¨ªa ser claro: no dudaremos en defendernos ante abusos comerciales. Pero no habr¨¢ unilateralismo comercial europeo si China se compromete a reforzar las reglas de juego limpio en la OMC y a cumplirlas. Lo contrario traer¨¢ una muy costosa fragmentaci¨®n que har¨¢ que todos perdamos. Un claro juego de suma negativa.
La segunda ilusi¨®n que desde la UE debemos desterrar es la que dice que la seguridad ha de primar sobre el comercio y que este ha de quedar subordinado a los dictados de la seguridad nacional. Como me dec¨ªa recientemente un representante de una importante empresa alemana, es como una invitaci¨®n al suicidio por miedo a morir. El comercio se basa en compromisos, mientras que el sustrato ideol¨®gico de quienes definen la seguridad es pensar en t¨¦rminos absolutos, que en ¨²ltimo t¨¦rmino, suponen un juego de suma cero. Hasta ahora estos dos espacios caminaban en paralelo. Ahora han de integrarse porque la interdependencia tambi¨¦n crea inseguridades. Ser¨ªa ingenuo defender un comercio que no integre l¨ªmites claros por razones de seguridad nacional, como el uso militar de determinadas tecnolog¨ªas o de los componentes para fabricarlas. Pero desconfiemos tambi¨¦n de quien en nombre de la seguridad nacional busca simplemente una ventaja comparativa. Necesitamos definir guardarra¨ªles que protejan al comercio internacional y al intercambio tecnol¨®gico seguro. Mejor hacerlo de forma negociada, incluyendo a China, que pretender imponerlo por la v¨ªa unilateral.
La rivalidad sino-americana podr¨ªa parecer una nueva divisi¨®n Este-Oeste. Pero tras ella se esconde una brecha creciente entre el norte y el sur. Frente a la confrontaci¨®n abierta de Estados Unidos, China prefiere jugar al Go, insert¨¢ndose en espacios que Estados Unidos, pero tambi¨¦n una UE absorta con la guerra en su flanco este, han abandonado. O en aquellos como la guerra en Ucrania donde perciben que se est¨¢ jugando su futuro. Por eso la tercera falsa idea que hay que abandonar es la de rechazar colaborar con China para resolver los grandes asuntos globales porque no es un pa¨ªs democr¨¢tico. Es m¨¢s necesario que nunca trabajar juntos para dar respuesta a las crecientes dificultades en el sur. La deuda ahoga a m¨¢s de 40 econom¨ªas en desarrollo y buena parte de ella est¨¢ en manos chinas, as¨ª como en la de inversores privados estadounidenses y europeos. El cambio clim¨¢tico que avanza imparable necesita de la reducci¨®n dr¨¢stica de emisiones de los mayores emisores, China y Estados Unidos. Ambas cuestiones necesitan de cooperaci¨®n internacional y de m¨¢s multilateralismo. Europa debe abanderar estas causas con el sur y apretar juntos para que China asuma sus responsabilidades. La mejor arma para promover la democracia ser¨¢ mostrar su fortaleza.
Por todo ello, conf¨ªo en que los l¨ªderes europeos tendr¨¢n claro que nuestra seguridad y prosperidad depender¨¢n del camino que la Uni¨®n Europea trace en los pr¨®ximos meses. De c¨®mo afrontemos este camino depender¨¢ nuestra capacidad para tener voz propia. Porque una cosa es cierta, el mundo siempre preferir¨¢ el original a la copia.