En qu¨¦ podr¨ªa Brasil ejercer ya hoy un liderazgo mundial
El pa¨ªs latinoamericano podr¨ªa estar a la cabeza en la gran guerra por el medio ambiente, una lucha que ata?e al planeta entero
Es normal que Lula da Silva haya llegado al poder con ganas de reconstruir un pa¨ªs que hab¨ªa sido arrasado por todos los costados en los cuatro a?os de gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro. Un pa¨ªs arrasado dentro y fuera de ¨¦l, ya que estaba perdiendo el prestigio que ya hab¨ªa tenido una vez.
Ha sido por ello que a los cien d¨ªas de su gobierno ha retomado enseguida las riendas de la pol¨ªtica exterior para reconectar a Brasil de nuevo con las grandes potencias, con...
Es normal que Lula da Silva haya llegado al poder con ganas de reconstruir un pa¨ªs que hab¨ªa sido arrasado por todos los costados en los cuatro a?os de gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro. Un pa¨ªs arrasado dentro y fuera de ¨¦l, ya que estaba perdiendo el prestigio que ya hab¨ªa tenido una vez.
Ha sido por ello que a los cien d¨ªas de su gobierno ha retomado enseguida las riendas de la pol¨ªtica exterior para reconectar a Brasil de nuevo con las grandes potencias, con su visita primero a los Estados y Unidos y recientemente a China, dos de los grandes polos econ¨®micos que hoy se disputan la hegemon¨ªa mundial.
Que la visita de Lula a China y la positiva acogida que ha tenido en dicho pa¨ªs acarrear¨¢ grandes logros a Brasil, sobre todo econ¨®micos, es indiscutible. Lula tiene gran olfato pol¨ªtico y ya se hab¨ªa distinguido en sus dos mandatos anteriores por una robusta pol¨ªtica internacional que coloc¨® a Brasil en el candelero mundial.
Esta vez, sin embargo, Lula se ha encontrado con un pa¨ªs destruido por el bolsonarismo en varios campos a la vez: en la econom¨ªa, la ense?anza, la salud p¨²blica, las relaciones exteriores, la cultura, las instituciones democr¨¢ticas y la maldita inflaci¨®n, que atenaza sobre todo a los m¨¢s pobres, a quienes hab¨ªa prometido rescatar para acabar con los demonios del hambre que ya hab¨ªan afligido al pa¨ªs en el pasado y que hab¨ªan vuelto con fuerza.
Lula tuvo siempre la obsesi¨®n de colocar a Brasil entre las grandes potencias mundiales y no s¨®lo en el centro del Mercosur. Y es cierto que se trata del quinto pa¨ªs mayor del mundo y con grandes recursos naturales y que con Bolsonaro hab¨ªa sido reducido a un pa¨ªs bananero fuera del ajedrez mundial.
Lula est¨¢ siendo, sin embargo, criticado en la prensa nacional por algunas de sus propuestas hechas, sobre todo en China, sobre asuntos en los que Brasil, a pesar de su importancia, no puede pretender competir con las grandes potencias mundiales. ?C¨®mo podr¨ªa, por ejemplo, Brasil, como parece pretender Lula, resolver el complejo problema de la guerra entre Rusia y Ucrania? ?C¨®mo podr¨ªa pretender intervenir en el delicado y complejo tema del d¨®lar como moneda de cambio internacional? ?Y menos a¨²n, c¨®mo puede Brasil intervenir en la guerra por la hegemon¨ªa econ¨®mica mundial entre Estados Unidos y China, y pronto con la India?
Sin duda Lula tiene talla de estadista, como demostr¨® en el pasado, y quiere acabar su carrera pol¨ªtica coronado como quien coloc¨® a Brasil en el centro de la atenci¨®n mundial y hasta resolver el delicado problema de la guerra en curso para conseguir su ansiado Nobel de la Paz.
Todo ello es noble y recoloca de alguna forma a Brasil en el ring de los pa¨ªses que cuentan en el mundo. Lo que se discute entre los analistas pol¨ªticos es si Brasil, en realidad, tiene la fuerza para pretender intervenir de forma sustancial en los graves problemas que atenazan al mundo. O si no le har¨ªa mejor, en este momento, a Lula, colocar su victoria y su experiencia pol¨ªtica sobre todo en resolver los graves problemas internos de este pa¨ªs que ¨¦l ha recogido destrozado, al borde de un golpe de Estado y hasta de una guerra civil.
Sin duda, la gran mayor¨ªa de quienes eligieron a Lula en las urnas lo hicieron pensando en que con sus experiencias de gobiernos anteriores podr¨ªa recomponer a este pa¨ªs rasgado no solo en sus instituciones democr¨¢ticas sino en su econom¨ªa maltrecha.
Si Lula pretende que Brasil pueda ser una potencia mundial y con un liderazgo que vaya m¨¢s all¨¢ de sus fronteras, tiene en efecto en sus manos dicha oportunidad, aunque no como parece pretender, intentando resolver problemas para los que Brasil no cuenta con dicha fuerza.
Brasil s¨ª podr¨ªa estar a la cabeza del mundo, por ejemplo, como l¨ªder de la gran guerra en curso sobre el medio ambiente, una guerra que ya es mundial y que ata?e al planeta entero. Una guerra m¨¢s amenazadora que las posibles guerras nucleares, porque afecta a todos los continentes a la vez y que ning¨²n pa¨ªs por poderoso que sea podr¨ªa resolver solo.
Y es que Brasil tiene una peculiaridad en la guerra en curso sobre la cat¨¢strofe que puede suponer la falta de responsabilidad en la defensa del medio ambiente. Es en este campo en el que Lula puede pretender y con raz¨®n colocar a Brasil como el pa¨ªs con mayores posibilidades de aminorar esa guerra. Y ello porque la importancia que este pa¨ªs tiene con la preservaci¨®n de la Amazonia alcanza globalmente a todos los lugares del planeta. Es en la lucha contra la guerra del clima donde Brasil puede tener una fuerza global, ya que la destrucci¨®n o la salvaci¨®n de la Amazonia afecta a todo el planeta.
Ning¨²n pa¨ªs, en efecto, puede decir que no le afectar¨ªa la destrucci¨®n de la selva amaz¨®nica, ya que de su conservaci¨®n depende el futuro de la Humanidad como tal. Basta solo una cifra: el 22% del agua potable del mundo proviene de la Amazonia. Su deterioro s¨ª podr¨ªa provocar una guerra planetaria.
Es sabido que una de las mayores fechor¨ªas realizadas en los cuatro a?os del desastroso gobierno de extrema derecha bolsonarista fue la de la guerra contra todas las leyes que proteg¨ªan a la Amazonia y a sus pueblos nativos. Una guerra que afecta y preocupa a todo el mundo.
Y lo que algunos temen en este inicio del nuevo gobierno Lula, en el que tantas esperanzas se han puesto de reconstrucci¨®n del pa¨ªs, es que mientras el nuevo gobierno se ha estrenado con una poderosa pol¨ªtica internacional, las cifras que han llegado en los primeros cien d¨ªas del nuevo gobierno sobre el tema central de la Amazonia han sido tristemente negativas. Y eso a pesar de que Lula consigui¨® colocar como ministra de Medio Ambiente a una personalidad como Marina Silva, conocida y aplaudida mundialmente por su empe?o en la defensa del gran santuario de la Amazonia donde ella naci¨®, de familia humilde como Lula, y que se alfabetiz¨® ya adulta. Lleg¨® a ser apellidada como una ¡°Lula con faldas¡±.
Pues a pesar de todo, las ¨²ltimas cifras sobre la recuperaci¨®n f¨ªsica y pol¨ªtica de la Amazonia, en los primeros cien d¨ªas del nuevo gobierno, han sido incluso negativas, para sorpresa de todos. No solo, en efecto, ha habido avances en la defensa de la Amazonia, tambi¨¦n han aumentado las cifras de su deforestaci¨®n. Seg¨²n datos del sistema Deter del INPE, en estos tres primeros meses del nuevo gobierno, se han destruido 1.375 nuevos kil¨®metros cuadrados de la selva. Como subray¨® en su editorial el diario O Globo, ¡°la Amazonia ha registrado, en lo que va de gobierno, su segundo peor ¨ªndice de serie hist¨®rica con la p¨¦rdida de 884 kil¨®metros cuadrados de vegetaci¨®n¡±.
Brasil es hoy consciente de que la preservaci¨®n de la Amazonia no solo es vital para el pa¨ªs sino que afecta a todo el Planeta. Eso explica que nada m¨¢s llegar Lula al poder los pa¨ªses que ya contribu¨ªan econ¨®micamente a la defensa de la selva amaz¨®nica y que hab¨ªan dejado de hacerlo en el gobierno de Bolsonaro, enseguida se han mostrado dispuestas a seguir ayudando para conquistar esa guerra que s¨ª ata?e a todos y no solo a Brasil.
Lula tiene que ser consciente de que tiene hoy en sus manos la posibilidad de que Brasil sea l¨ªder mundial en la lucha contra la guerra del medio ambiente. Y que ello es, si cabe, m¨¢s importante que acabar, como pretende, con la guerra entre Rusia y Ucrania, de la que Brasil est¨¢ lejos y en la que poco puede hacer, ya que se lidia en un contexto de grandes potencias mundiales de las que este pa¨ªs hoy por hoy no puede pretender formar parte. Puede ser, y hoy est¨¢ en manos de Lula, que Brasil sea l¨ªder global en la gran guerra contra la destrucci¨®n del Planeta. Es una bandera a la que puede aspirar con justicia. Y el mundo lo sabe. Si lo consigue, se merecer¨¢ no uno sino dos Nobel de la Paz.