Contar el pasado de ETA
El rechazo de los gobiernos espa?ol y vasco a las webs de Oroimena se?ala la ruta de una reconciliaci¨®n cre¨ªble y justa
La noticia de que las webs de memoria de seis ayuntamientos gobernados por Bildu y alguno del PNV equiparan a v¨ªctimas del terrorismo con presos etarras bajo el argumento de que se vulneraron sus derechos es una aberraci¨®n democr¨¢tica. La iniciativa parte de la web municipal Oroimena a instancias de la sociedad privada de ciencias Aranzadi, que ha aceptado revisar los contenidos. Cinco a?os despu¨¦s del final de ETA, la transformaci¨®n m¨¢s importante que ha vivido Euskadi deriva directamente de su derrota pol¨ªtica y social: la extorsi¨®n, el silencio forzoso, el miedo y la violencia pura han dejado de ser parte rutinaria de la vida cotidiana. Toda gesti¨®n del pasado traum¨¢tico es lenta y dif¨ªcil, pero s¨ªntomas como las webs mencionadas despiertan la indignaci¨®n genuinamente democr¨¢tica sobre el modo en el que el pasado reciente se cuenta en presente y desde los poderes p¨²blicos.
El indicador m¨¢s potente del cambio del clima social est¨¢ en el porcentaje de poblaci¨®n que expresa sin equ¨ªvocos su rechazo al empleo de la violencia para fines pol¨ªticos: cerca del 90% de la poblaci¨®n vasca lo considera inaceptable, seg¨²n las ¨²ltimas encuestas, a la vez que las v¨ªctimas del terrorismo reciben un progresivo reconocimiento social e institucional. Pero no sucede lo mismo con la visi¨®n del pasado. Una parte importante de la sociedad vasca ha optado por el olvido o la desmemoria. Ha decidido rehuir la mirada a un pasado inc¨®modo en el que el terrorismo vasco no atac¨® indiscriminadamente a la sociedad vasca sino a sectores concretos.
Pese al esfuerzo social e institucional que despliegan instituciones como el Centro Memorial de V¨ªctimas del Terrorismo de Vitoria, las unidades did¨¢cticas para centros escolares o las v¨ªctimas educadoras en las aulas, el hecho es que una mayor¨ªa de j¨®venes sigue confesando un gran desconocimiento del pasado terrorista en Euskadi, seg¨²n los educadores y las encuestas. Una parte de ese d¨¦ficit tiene origen expresamente pol¨ªtico y su responsabilidad recae en Sortu, el n¨²cleo duro de Bildu. Es cierto que jug¨® un papel positivo en el tramo final del terrorismo al enfrentarse a los sectores m¨¢s recalcitrantes y fanatizados y que hoy rechaza la violencia terrorista. Pero parte de su funci¨®n est¨¢ siendo tambi¨¦n el blanqueamiento del terror etarra por v¨ªas indirectas: Sortu sabe que es imposible justificar expl¨ªcitamente a ETA y que hoy el rechazo de la sociedad vasca al terrorismo es tajante. Su apelaci¨®n a ¡°todas las memorias¡± y todos los sufrimientos bajo un gen¨¦rico conflicto vasco disipa las responsabilidades de quienes blandieron las armas con objetivos pol¨ªticos. La guerra sucia fue una abyecci¨®n de Estado, que acab¨® en 1987, y ni absuelve ni justifica los asesinatos y las bombas de ETA.
El acercamiento de Sortu a las v¨ªctimas es parte de su proceso de reeducaci¨®n democr¨¢tica, pero sigue sin haber pasos significativos en la autocr¨ªtica por su complicidad con ETA. Ni su estrategia de equiparaci¨®n de v¨ªctimas y verdugos, ni la presunta generalizaci¨®n del sufrimiento bajo el caparaz¨®n del conflicto vasco est¨¢n a la altura de la exigencia de una democracia capaz de suturar heridas y reparar da?os muy recientes. La respuesta contundente de los gobiernos central y vasco para que los ayuntamientos retiren el programa Oroimena nutre la esperanza de que el largo proceso de pacificaci¨®n p¨²blica y privada en la sociedad vasca sepa encontrar remedio a las resistencias residuales y a las deformaciones inaceptables del pasado.
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