Paz lejana
La ausencia de condiciones para el alto el fuego no exime a los l¨ªderes internacionales de hacerlo posible
No hay dato alguno material que aliente en estos momentos una expectativa de alto el fuego en las tierras invadidas de Ucrania y menos a¨²n nada parecido a un plan de paz cre¨ªble: los bombardeos arrecian sin cesar por parte de Rusia y la expectativa de una contraofensiva militar de Ucrania sigue estando en el horizonte inmediato, a la vez que contin¨²an las tareas de reconstrucci¨®n de un pa¨ªs sometido d¨ªa s¨ª d¨ªa tambi¨¦n al fuego enemigo. Es innegable, sin embargo, que algunos hechos recientes han reactivado la conversaci¨®n sobre la posible fabricaci¨®n de las bases que conduzcan a un proceso de paz que no sea solo ret¨®rico. La llamada de Xi Jinping a Zelenski de en torno a una hora es un s¨ªntoma positivo de distensi¨®n sin que quepa extraer de ¨¦l otra cosa que un contacto necesario y pendiente. Es verdad que China no ha enviado armamento a Rusia y que figura entre los pa¨ªses te¨®ricamente neutrales, pero su alianza vital con Rusia es tan evidente como lo ha sido la parcialidad del documento que refleja en 12 puntos el ¡°posicionamiento¡± del pa¨ªs ante una guerra de invasi¨®n que China sigue sin llamar guerra, sino crisis, y donde no alude siquiera a la existencia de un invasor y un invadido. No hay culpa alguna ah¨ª de Putin, seg¨²n China, as¨ª que es dif¨ªcil entender ese documento como un plan de paz, pese a que ratifique el respeto a la integridad territorial de los Estados.
Buena parte del viaje del presidente Lula a Europa ha pivotado sobre el papel de mediador que pudiera desempe?ar Brasil en un eventual plan que involucrara a las potencias medianas en la soluci¨®n de un conflicto que ha tensado las relaciones entre las dos grandes potencias mundiales, EE UU y China. En la entrevista del jueves pasado en este peri¨®dico, Lula alud¨ªa a la ¡°ingenier¨ªa¡± necesaria para fraguar un futuro acuerdo y subrayaba con raz¨®n que ese papel pueden desarrollarlo quienes hoy no son beligerantes. Eso inclu¨ªa, seg¨²n Lula, ¡°una especie de camino intermedio¡± o ¡°un rol de mediaci¨®n¡± por parte de la UE, a pesar de haber optado justamente por la defensa del agredido con numerosas sanciones econ¨®micas y un apoyo militar que hoy por hoy no hay raz¨®n para suspender.
Resulta en todo caso muy prematuro establecer los puntos del di¨¢logo posible cuando no hay el menor atisbo de cese del fuego (sino todo lo contrario) y ni siquiera hay condiciones m¨ªnimas para sentar a una mesa a Putin y Zelenski. Algunas encuestas reflejan el apoyo mayoritario a Putin de una poblaci¨®n rusa muy desinformada mientras en el caso de Zelenski al aplastante apoyo popular se le suma la reivindicaci¨®n leg¨ªtima de preservar la integridad territorial del pa¨ªs. El respaldo occidental a su causa ha reverdecido un nacionalismo defensivo que legitima llevar la guerra hasta la derrota de Putin, y esa es tambi¨¦n la posici¨®n que hoy exhiben los pa¨ªses fronterizos con Rusia, sin otra expectativa que el hundimiento del Kremlin para eliminar de sus fronteras la amenaza militar que all¨ª es existencial. Pero no solo resulta poco realista ese escenario de derrota total de una potencia nuclear sino que compromete de forma relevante la misma unidad de acci¨®n de la UE.
Los obst¨¢culos para la paz son obvios. Lo que no es obvio es que entre ellos puedan abrirse paso gestiones discretas que permitan atisbar las posibilidades de una mesa de di¨¢logo para el alto el fuego en Ucrania, pero tambi¨¦n para la estabilidad del resto del planeta: el orden geopol¨ªtico del futuro es lo que est¨¢ en juego en las calles y ciudades hoy asediadas en Ucrania.
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