Anatom¨ªa del antisanchismo
Las derechas han cre¨ªdo desde el siglo XIX que el Gobierno les pertenece, que los presidentes de izquierdas son una anomal¨ªa y que lo natural es que gobiernen los conservadores

La econom¨ªa espa?ola crece, la inflaci¨®n se controla, baja el paro, suben las pensiones y el salario m¨ªnimo, se aprueban leyes del gusto de la mayor¨ªa, la amenaza independentista flojea, hay paz social, Espa?a es respetada en Europa como nunca y los espa?oles se despiertan confirmando que el apocalipsis no llega, aunque haya dificultades.
Para hacer buen diagn¨®stico de la situaci¨®n procede mirarla desde fuera. The Economist ha dicho recientemente: ¡°Los espa?oles son demasiado gru?ones con su pol¨ªtica¡±, porque ¡°en realidad, las cosas van bastante bien¡±, aunque desconf¨ªan m¨¢s que cualquier otro pa¨ªs europeo de sus gobernantes. En su tradicional estudio de la imagen de Espa?a en el exterior, el Real Instituto Elcano apunta en la misma direcci¨®n: nuestro pa¨ªs tiene ¡°una muy buena posici¨®n de prestigio¡±.
Pero venga o no a cuento, las derechas espa?olas sentencian, como Cat¨®n el Viejo a prop¨®sito de Cartago, que Pedro S¨¢nchez delendum est, que debe ser destruido.
Encontramos una narrativa machacona, un marco construido por acumulaci¨®n de miles de mensajes repetidos coralmente y que, sin necesidad de coordinaci¨®n centralizada, definen los males de la patria bajo el r¨®tulo del ¡°sanchismo¡±. El presidente es descrito un d¨ªa como un traidor rendido ante los bilduetarras y los independentistas catalanes y al siguiente como un dictador. Siempre como un narcisista dispuesto a desbaratar Espa?a con la finalidad ¨²nica de mantenerse en el Falcon y la poltrona. Un pol¨ªtico cuyo mayor exceso verbal fue decir a Mariano Rajoy ¡°usted no es una persona decente¡±, pidi¨¦ndole disculpas luego, es vilipendiado sin piedad.
Quienes emiten son primero las tres derechas pol¨ªticas: el PP, Vox y lo que queda de Ciudadanos, cuyo defenestrado l¨ªder acu?¨® aquello de ¡°la banda de S¨¢nchez¡±. En la estrategia expl¨ªcita del PP se pide a los cuadros que hablen del sanchismo como fen¨®meno a batir y del Gobierno de S¨¢nchez como adversario en las pr¨®ximas elecciones locales y auton¨®micas. ¡°Vengo a derogar el sanchismo¡±, le dijo Alberto N¨²?ez Feij¨®o al presidente en el Senado hace unos d¨ªas, por si hubiera alguna duda. Se suma un sinn¨²mero de opinantes de muy diversa condici¨®n: los habituales l¨ªderes de opini¨®n de las derechas en sus medios tradicionales y nuevos y algunos veteranos socialistas que a?oran los tiempos dorados del bipartidismo, pero se guardan de proponer una alternativa de gobierno que no sea la sumisi¨®n del PSOE al PP; completan la ofensiva cientos de voluntarios situados en el espacio que va desde la ultraderecha hasta ese nuevo jacobinismo de corte nacional socialista o libertario. Cada uno desde su lugar ¡ªen Twitter, en los plat¨®s, en los p¨²lpitos, en las reuniones empresariales¡ª insultan, menosprecian o amenazan al presidente, ignorando a sus ministros. El aluvi¨®n de descalificaciones personales es tan desbordante que se asoma incluso a las p¨¢ginas de un diario tan respetable como este bajo la forma de tribunas que esgrimen como argumento ¨²nico un odio obsesivo.
No es nuevo atribuir todos los males del pa¨ªs al presidente del Gobierno socialista. Recordamos el ¡°jaque mate al felipismo¡± de los a?os noventa, pretendido por una confluencia improbable de directores de medios conservadores (Pedro J. Ram¨ªrez, Luis Mar¨ªa Anson), empresarios resentidos (Mario Conde) e incluso un notario que se ve¨ªa presidente de una segunda Transici¨®n (Antonio Garc¨ªa Trevijano, que hoy habr¨ªa podido ser Ram¨®n Tamames). Contrariados por la imposibilidad de desalojar al carism¨¢tico Felipe Gonz¨¢lez por la v¨ªa del debate constructivo, optaron por una aut¨¦ntica conspiraci¨®n, consistente en darle le?a al presidente sin miramientos ni complejos.
Tenemos tambi¨¦n en la memoria el acoso y derribo de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Al presidente que termin¨® con ETA, que promovi¨® avances sociales hist¨®ricos y que impidi¨® la intervenci¨®n de nuestra econom¨ªa, se le acus¨® de destruir la familia, de romper Espa?a y de rendirse a los terroristas.
En los tres casos el ataque ad hominem fue la estrategia elegida. Pero el de S¨¢nchez tiene su propia peculiaridad. S¨¢nchez viene gobernando menos de cinco a?os y su gesti¨®n no ha estado salpicada por casos relevantes de corrupci¨®n; el paro se encuentra en m¨ªnimos hist¨®ricos y el despilfarro no parece ser la nota caracter¨ªstica de su gesti¨®n, con lo que la tr¨ªada ¡°paro, despilfarro y corrupci¨®n¡± esgrimida como ariete por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no aplica. Por eso, en un ejemplo reciente, ante el caso aislado de un diputado presuntamente corrupto, por ejemplo, el antisanchismo se apresur¨® a inventar otra: ¡°prostitutas, coca¨ªna y corrupci¨®n¡±. La voracidad de las derechas es tal que se pretende hacer de los socialistas, de todos ellos, incluido el presidente, puteros y cocain¨®manos. S¨¢nchez delendum est¡ porque participa de una trama corrupta de prostituci¨®n y drogas. De su desaparici¨®n depende no solo la prosperidad de Espa?a sino la mism¨ªsima supervivencia de la decencia.
?Por qu¨¦ tanto ensa?amiento? Hay una primera causa que la ciencia pol¨ªtica denomina ¡°personalizaci¨®n negativa¡±: una tendencia creciente al retrato negativo de los l¨ªderes pol¨ªticos, resultado de la p¨¦rdida de identificaci¨®n de la ciudadan¨ªa con los partidos pol¨ªticos y de la propensi¨®n de los medios a primar la informaci¨®n negativa sobre la positiva, exacerbada desde que existe internet y el espectador puede componer su propia dieta informativa, que ejercer¨¢ un sesgo de confirmaci¨®n: preferimos escuchar y ver aquello que confirma nuestras posiciones previas. Los profesores Garzia y Ferreira da Silva, estudiando procesos electorales del ¨²ltimo medio siglo en 14 pa¨ªses europeos (Espa?a entre ellos), constatan esa tendencia a la personalizaci¨®n negativa y a la polarizaci¨®n afectiva de la poblaci¨®n.
Existe, adem¨¢s, un sesgo detectado por la psicolog¨ªa pol¨ªtica, que Nicholas Caruana denomina ¡°el poder del lado oscuro¡±: los individuos reaccionan con m¨¢s fuerza a la informaci¨®n negativa que a la positiva; le prestar¨¢n m¨¢s atenci¨®n, la recordar¨¢n mejor y la tendr¨¢n m¨¢s en cuenta a la hora de tomar decisiones. Tito Berni penetra mejor en la conversaci¨®n y la memoria que los Fondos Next Generation. Para colmo, como afirma Jon Haidt, las redes sociales favorecen la generaci¨®n de hordas de ciudadanos enfadados, protegidos por el anonimato y alentados por el sentimiento pandillero.
En ausencia de causas verdaderamente graves ¡ªa menos que como tales se consideren la ley trans, la del s¨ª es s¨ª, o el caso del diputado Fuentes Curbelo¡ª, S¨¢nchez cataliza ¨¦l solo las fobias y frustraciones de las derechas m¨¢s polarizadas y activas. El origen de su primer mandato ¡ªuna moci¨®n de censura ganada de un d¨ªa para otro¡ª, su paradigm¨¢tica resistencia ante las dificultades, que hacen de ¨¦l un adversario escurridizo, el porte altanero que repatea a sus enemigos y la salida del Gobierno de Pablo Iglesias, que actuaba como un pararrayos, incrementan el rechazo visceral.
A estos factores para el odio conviene a?adir otro: en su Historia de las derechas en Espa?a, Antonio Rivera ofrece una explicaci¨®n sociol¨®gica de esta virulencia que, descubrimos, tambi¨¦n se produjo en otros momentos (el mandato de Manuel Aza?a es el caso m¨¢s notable). Las derechas, muy identificadas en la tradici¨®n con el altar, la patria y el trono, han cre¨ªdo desde el siglo XIX que el Gobierno les pertenece, que los presidentes de izquierdas son una anomal¨ªa (frecuentemente, como a S¨¢nchez, les tacha de ileg¨ªtimos) y que lo natural es que gobiernen los conservadores. Si no sucede, las derechas (pol¨ªtica, econ¨®mica y medi¨¢tica acompasadas) se enervan y atacan como un animal herido.
Lo cierto, con todo, como se?ala en estas mismas p¨¢ginas Juan Rodr¨ªguez Teruel, es que el apoyo real al presidente en las encuestas sigue siendo estable y es superior al que lograba Rajoy. Los espa?oles parecen no sucumbir al grito. A seis meses del final de la legislatura est¨¢ por ver si la furia desestabiliza a S¨¢nchez o si es este quien hace valer su Manual de resistencia. Ser¨¢ necesario que la ciudadan¨ªa sepa que aceptar sanchismo como un marco que agrupa todos los males nacionales es rendirse ante una personalizaci¨®n negativa y odiosa, que est¨¢ en la base del populismo m¨¢s peligroso.
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