Las razones del pacifismo
El debate sobre las soluciones a la guerra de Ucrania se divide entre reparar una injusticia o buscar la consecuci¨®n de la paz. Va siendo hora de equilibrar el argumento belicista que domina la discusi¨®n
Los debates sobre conflictos b¨¦licos son inc¨®modos. La descalificaci¨®n moral de quien tiene opiniones distintas es recurrente. Unos piensan que los otros son ingenuos, buenistas y autocomplacientes, y los otros creen que los unos son belicistas, imperialistas e insensibles.
En el caso de la guerra de Ucrania, algunas cosas parecen razonablemente claras. Sean cuales sean las motivaciones de Rusia, la invasi¨®n armada de Ucrania constituye un acto de guerra injustificable. Ucrania no ha hecho nada que merezca como respuesta la entrada del ej¨¦rcito ruso en su territorio. Dicha entrada ha dado lugar a una guerra en la que Ucrania se defiende y trata de recuperar el terreno perdido.
Por muy complejos que sean los antecedentes del conflicto, que siempre lo son, en este caso resulta extremadamente sencillo separar a la parte agresora de la parte agredida. Los ucranios son las v¨ªctimas de la agresi¨®n. Y, como v¨ªctimas, deben ser socorridas por la comunidad internacional. Dicho socorro se manifiesta de m¨²ltiples formas, desde las sanciones econ¨®micas a Rusia hasta la ayuda humanitaria, financiera y armament¨ªstica que se presta a Ucrania.
El punto de partida, pues, no admite mucha discusi¨®n. Hay un deber de solidaridad con el pueblo ucranio. Que en el pasado no se haya ejercido esa solidaridad con otros pa¨ªses agredidos, o que los mismos pa¨ªses que hoy apoyan a Ucrania en el pasado no movieran un dedo o incluso apoyaran otras guerras de agresi¨®n (como la de Irak, sin ir m¨¢s lejos) es importante para revelar la hipocres¨ªa de los Estados y el doble rasero que impera en las relaciones internacionales, pero, desgraciadamente, esa constataci¨®n no nos permite avanzar mucho en la cuesti¨®n de qu¨¦ hacer una vez que Rusia ha invadido Ucrania. Eso requiere una respuesta, aqu¨ª y ahora, de la que no podamos sustraernos por grande que sea el rechazo al comportamiento de los Estados en el pasado.
Dado este punto de partida, es l¨®gico que se desenfunde la objeci¨®n moral en cuanto se arroja alguna duda sobre la ayuda militar a Ucrania. Replantearse dicha ayuda se interpreta como un cuestionamiento m¨¢s general de la solidaridad con las v¨ªctimas de la guerra. ?Vamos a dejar a su suerte a la poblaci¨®n ucrania? ?Qu¨¦ pensar¨ªamos nosotros si, en nuestro propio pa¨ªs, sufri¨¦ramos una invasi¨®n y el resto de Estados no hiciera sino mostrar indiferencia, sancionando de este modo la injusticia cometida por la parte agresora? Y, ya puestos, ?acaso no pensamos que la Segunda Rep¨²blica espa?ola fue miserablemente abandonada por las potencias democr¨¢ticas, mientras Alemania e Italia ayudaban generosamente a los fascistas? De todo esto se ha hablado en los ¨²ltimos tiempos.
Es importante se?alar, sin embargo, que quienes apoyan sin fisuras el apoyo armament¨ªstico a Ucrania no solo tienen en cuenta razones morales. Hay tambi¨¦n razones meramente prudenciales. Por eso se busca una respuesta conmensurada, que no traspase unos ciertos niveles de apoyo. Si no hubiera m¨¢s que un razonamiento moral sobre el mal y el bien, no tendr¨ªamos otro remedio que concluir que, tras m¨¢s de un a?o interminable de guerra, nuestro apoyo no ha sido suficiente y hemos de ir m¨¢s all¨¢. ?Por qu¨¦ no enviamos tropas? ?Por qu¨¦ no entramos directamente en guerra con Rusia? Con otras palabras, ?por qu¨¦ suponemos que el nivel ¨®ptimo de apoyo consiste en enviar armas a Ucrania e imponer sanciones a Rusia?
La respuesta a estas preguntas ya no es moral, sino plenamente pol¨ªtica. Ahora bien, una vez que entramos a sopesar razones pol¨ªticas, el campo de discusi¨®n se abre considerablemente. Si no tenemos una obligaci¨®n incondicional de darlo todo por la causa ucrania, ?c¨®mo se establece cu¨¢l es el nivel de apoyo m¨¢s adecuado? Pero, sobre todo, ?por qu¨¦ no exploramos otras v¨ªas alternativas que acorten la guerra cuanto sea posible?
El pacifista apuesta siempre por la v¨ªa del di¨¢logo y la negociaci¨®n a fin de evitar el horror de la guerra. Sus contrarios alegan que se trata de un objetivo loable, pero que Rusia no va a cesar su ofensiva por el hecho de que en una mesa de negociaci¨®n se le pida hacerlo. En realidad, todos sabemos que la cuesti¨®n es algo m¨¢s compleja. No es cuesti¨®n de oponer armas a palabras. Lo que en el fondo se ventila es si se da m¨¢s importancia a reparar una injusticia o a la consecuci¨®n de la paz. Soy consciente que esta manera cruda y sin matices de plantear el dilema puede resultar inaceptable a muchos, pero, en ¨²ltima instancia, el debate, se reconozca o no, gira en torno a ello.
Quienes apuestan por la confrontaci¨®n armada creen que lo prioritario es reparar la injusticia de la invasi¨®n y los cr¨ªmenes cometidos, aun si eso supone un conflicto de consecuencias terribles y un riesgo de extensi¨®n del mismo m¨¢s all¨¢ de Ucrania. Por su parte, quienes abogan por la paz creen que es m¨¢s importante acabar con la guerra, aun si eso supone transigir con una injusticia. Ninguna de las partes lo plantea en t¨¦rminos incondicionales. Quienes creen que hay que seguir ayudando a Ucrania ponen l¨ªmites a tal ayuda: no est¨¢n dispuestos a declarar la guerra a Rusia. Y quienes creen que hay que buscar la paz no creen que valga todo y que Rusia deba sin m¨¢s salirse con la suya.
La postura belicista, de momento, est¨¢ clara: apoyar a Ucrania hasta donde sea posible sin entrar en guerra con Rusia. En cambio, la postura pacifista apenas se ha articulado, entre otras razones porque nadie quiere anticipar lo que tendr¨ªa que ser negociado por las partes con la mediaci¨®n de la comunidad internacional. A mi juicio, un requisito m¨ªnimo para una posici¨®n pacifista razonable es, como ha se?alado J¨¹rgen Habermas, que Rusia no pueda considerar bajo ninguna circunstancia que ha ganado la guerra. Con todo, entre una victoria y una derrota totales caben m¨²ltiples soluciones intermedias. Cuanto m¨¢s se aproxime la soluci¨®n negociada a la victoria rusa, mayor ser¨¢ el coste de la paz en t¨¦rminos de justicia. Y viceversa: cuanto m¨¢s se aproxime la soluci¨®n negociada a la derrota de Rusia, mayor ser¨¢ el coste de la guerra en vidas humanas. Lo que esto significa, en ¨²ltimo t¨¦rmino, es que la b¨²squeda negociada de la paz puede entra?ar alg¨²n tipo de concesi¨®n territorial a Rusia, as¨ª como alg¨²n tipo de acuerdo de seguridad que d¨¦ garant¨ªas mutuas a las partes. El pacifista cree que vale la pena explorar esa v¨ªa, el belicista cree m¨¢s bien que el objetivo es restaurar el statu quo ante.
Con mucha timidez, surgen algunas iniciativas esperanzadoras. China ha presentado un dec¨¢logo de principios para reconducir la situaci¨®n. Algunos de esos principios son ambiguos, pero podr¨ªa valer como un primer paso. M¨¢s recientemente, el presidente de Brasil, Lula da Silva, ha comenzado a explorar una alianza de pa¨ªses que faciliten la v¨ªa negociada. No nos enga?emos: esa v¨ªa supone que Rusia conseguir¨¢ alguna de sus reivindicaciones, a costa de Ucrania.
Como tipos ideales, el belicista cree que tener raz¨®n justifica la continuaci¨®n del conflicto, de la misma manera que el pacifista cree que la paz justifica una soluci¨®n injusta. En el mundo real, buscamos continuamente compromisos o puntos medios. En esta guerra, de momento ha tenido mayor protagonismo el ideal belicista. Va siendo hora de equilibrar la situaci¨®n y dar mayores oportunidades a la b¨²squeda de la paz.
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