El fantasma de Tom Joad
El problema es que hemos perdido la capacidad de trascender nuestras propias reivindicaciones para identificarnos con las de todos los dem¨¢s. No nos sentimos ¡°un pedazo de un alma m¨¢s grande¡±, como dec¨ªa el personaje de Steinbeck , sino solo un individuo defendiendo los derechos de un grupo de individuos afines
Las uvas de la ira, de John Steinbeck, es una especie de inversi¨®n del Mago de Oz, en la que la familia Joad, arrancada de su Oklahoma natal por el tornado de la crisis, emprende el camino de losetas amarillas de la emigraci¨®n, para descubrir que Somewhere Over The Rainbow [ en alg¨²n lugar m¨¢s all¨¢ del arco iris] la injusticia y la miseria reinan por igual. Pero, a medida que avanzan, Tom Joad adquirir¨¢ la clarividencia del espantap¨¢jaros, la justicia del hombre de hojalata y la valent¨ªa del le¨®n. Todo lo cual le llevar¨¢ a organizar una huelga por la que ser¨¢ perseguido. En un mon¨®logo final, que John Ford quiso inmortalizar, Tom Joad se despide de su madre con unas palabras que recuerdan el pante¨ªsmo pol¨ªtico de Emerson y Whitman. Aquella lo volver¨¢ a ver, porque se hallar¨¢ en esp¨ªritu junto a todas aquellas personas que luchen contra la miseria y la injusticia. Cincuenta a?os m¨¢s tarde, Bruce Springsteen recordar¨ªa sus palabras, en The Ghost of Tom Joad. Pero ya no se trataba de honorables ciudadanos estadounidenses, sino de inmigrantes procedentes de la Oklahoma global, que el gobierno se ocupaba de perseguir y detener, durante la Operaci¨®n Gatekeeper. Y es que el fantasma de Tom Joad no es un espectro nacional (que es como deber¨ªamos traducir el t¨¦rmino Volkgeist), que se limita a hacer sonar las cadenas de sus compatriotas, sino un esp¨ªritu whitmaniano, que ¡°contiene multitudes¡±.
El problema, quiz¨¢, es que hemos perdido la capacidad de trascender nuestras reivindicaciones, para identificarnos con las de los dem¨¢s. No nos sentimos ¡°un pedazo de un alma m¨¢s grande¡±, como dec¨ªa Tom Joad, sino un individuo defendiendo sus derechos. Pero, cuando los propios derechos no se reivindican junto a los de los dem¨¢s, acaban degrad¨¢ndose en meros intereses. Y cuando uno solo se ocupa de defender sus propios intereses, no tiene derecho a esperar que los dem¨¢s se interesen por ellos. Entonces la sociedad se transforma en un archipi¨¦lago, esto es, en un conjunto de islas unidas por aquello que las separa. O en una desbandada de ovejas, que los lobos del poder y la soledad devoran a placer. Necesitamos una nueva perspectiva que nos permita reunir todas nuestras luchas. Porque, como dec¨ªa Voltaire, la felicidad es la ¨²nica cosa que podemos dar sin tener, y que solo d¨¢ndola obtenemos. Necesitamos desaparecer de nosotros mismos para reaparecer junto a los dem¨¢s. Como un fantasma. Como el fantasma de Tom Joad.
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