Yo ve¨ªa ¡®S¨¢lvame¡¯
Ahora que la defenestran en favor de otro mascar¨®n m¨¢s escorado a la derecha, unos santifican su f¨®rmula y otros la demonizan. Equidisto. No son h¨¦roes ni m¨¢rtires, pero son parte de la cultura popular y audiovisual espa?ola
Yo ten¨ªa un jefe que ve¨ªa S¨¢lvame en la tele de su despacho, como quien ve porno con el m¨®vil en el regazo en su puesto de trabajo, que tambi¨¦n s¨¦ de casos. Eran los tiempos en los que, aunque el programa estaba en m¨¢ximos de audiencia, muy pocos admit¨ªan verlo, hacerlo estaba tan mal visto como consumir droga dura y, en mi gremio, much¨ªsimo peor que eso. La mandanga tampoco era para tanto. Un corro de cotillas despellejando a otros, o entre ellos, mientras re¨ªan, lloraban, com¨ªan e iban y ven¨ªan al v¨¢ter con una c¨¢mara a la chepa. Como nos conoc¨ªamos y sab¨ªamos de qu¨¦ pie coje¨¢bamos, cuando una entraba en su osera, mi jefe y yo, despu¨¦s de resolver lo que fuera, coment¨¢bamos las jugadas muertos de la risa, o del morbo, o de la verg¨¹enza, seg¨²n el d¨ªa. Ni a ¨¦l se le ca¨ªan los galones, ni a m¨ª los grilletes, ni a ninguno de los dos los t¨ªtulos, ni la ¨¦tica profesional, ni nada. ?ramos la resistencia.
Despu¨¦s, el estilo de aquella suerte de aquelarre televisivo se extendi¨® hasta a las tertulias pol¨ªticas, algunos yonquis ilustres se atrevieron a salir del armario, y hasta alg¨²n gran jefe empez¨® a mandar memes de Bel¨¦n Esteban en los mensajes de curro. La f¨®rmula, entre porno emocional, chismograf¨ªa gore y picadora de carne, era miel para ciertas moscas, como la que firma, S¨ª, yo me acuso. Con S¨¢lvame he pasado grandes tardes. Y noches. Se me han abierto las carnes. Me he escandalizado. Me he desternillado. Me he sentido superior, profesional y moralmente, que siempre mola, y he flipado lo m¨¢s grande. Hasta que dej¨¦ de hacerlo. De flipar y, casi, de verlo. Las cotorras mutaron en jueces supremos, a la vez que adquir¨ªan un aspecto entre cat¨¢logo de cl¨ªnica est¨¦tica y ninots indultats de Valencia, y la f¨®rmula fue agonizando de agotamiento. Ahora que Telecinco la defenestra en favor de otro mascar¨®n de la casa m¨¢s escorado a la derecha en pleno a?o electoral por inter¨¦s empresarial y pol¨ªtico ¡ªoh, sorpresa: me pinchan y no sangro¡ª, unos la santifican y otros la demonizan. Equidisto. Ni inventaron la rueda, ni son un servicio social de compa?¨ªa para solitarios, ni son h¨¦roes ni m¨¢rtires. Pero que el formato y sus protagonistas son ya parte de la cultura popular y audiovisual espa?ola es innegable. Por cierto, mi jefe y yo seguimos cruz¨¢ndonos por los pasillos, m¨¢s viejos y m¨¢s pellejos. ?l, hoy es a¨²n m¨¢s jefe que entonces. Yo sigo como estaba. As¨ª es la vida.
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