El 15-M anestesi¨® el declive de la clase media
Doce a?os despu¨¦s, la ciudadan¨ªa sigue igual de empobrecida, pero se ha normalizado el marco mental de la subsistencia y la creencia de que la pol¨ªtica no puede solucionar los problemas
Hay algo peor que asumir que la clase media ha muerto en Espa?a: creer que la pol¨ªtica tampoco puede solucionarlo. Y es que doce a?os despu¨¦s del 15-M, nuestro pa¨ªs ha acogido m¨¢s partidos, giros dram¨¢ticos y conflictos territoriales que nunca. En cambio, la ciudadan¨ªa sigue tan empobrecida como lo estaba hace una d¨¦cada. De qu¨¦ ha servido el cambio pol¨ªtico, sino para mantener distra¨ªda a la mayor¨ªa precaria, se preguntan ya algunos.
Basta la radiograf¨ªa de los trabajadores para apreciar su estancamiento. Seg¨²n el INE, entre 2008 y 2020 los salarios aumentaron un 14,99%, mientras que el IPC lo hizo un 13%; es decir, una subida m¨ªnima en t¨¦rminos reales. Comparado con Europa nuestros sueldos incluso crecieron menos. No puede justificarse en la pandemia o la guerra de Ucrania, porque el c¨®mputo fue previo; es m¨¢s, la situaci¨®n empeor¨® luego en Espa?a, con una de las mayores p¨¦rdidas de poder adquisitivo de los pa¨ªses de la Zona Euro en 2022.
Es la paradoja: si nuestro sistema pol¨ªtico revent¨® a lomos de la indignaci¨®n, porque una generaci¨®n crey¨® que vivir¨ªa peor que sus padres, no s¨®lo vive ya peor, sino que ha anestesiado su declive bajo la ilusi¨®n del cambio pol¨ªtico. La pol¨ªtica dio la apariencia de una intensa actividad entre 2015 y 2020, sumergida en luchas de poder o discursos identitarios. La realidad es que las repeticiones electorales y el l¨ªo constante impidieron hacer reformas econ¨®micas de calado, cuando las crisis a¨²n no hab¨ªan llegado. Hay quien s¨®lo cree que est¨¢ mejor porque hubo un 15-M.
As¨ª enfrentamos este a?o electoral decisivo, donde el debate partidista no pivota ya sobre c¨®mo recuperar a la clase media, sino sobre parches para ir capeando el temporal inflacionista. La sombra del electoralismo enturbia muchas de las medidas. Jam¨¢s los discursos estuvieron m¨¢s polarizados ideol¨®gicamente, yendo menos al fondo del problema y poniendo en duda un horizonte de mejor¨ªa clara a futuro.
Primero, la izquierda corteja la idea de un Estado todopoderoso, que act¨²a como muleta de la precariedad ciudadana, ante todo anhelo que no cubran los bajos sueldos. Es el supermercado p¨²blico de Podemos o la herencia universal que estudia Yolanda D¨ªaz; son los anuncios de Pedro S¨¢nchez sobre financiar el Interrail a los j¨®venes o los avales p¨²blicos a la vivienda ¨Coferta deslizada tambi¨¦n por Alberto N¨²?ez Feij¨®o. Es la evocaci¨®n de un Estado asistencial que gestiona o lima la pobreza como puede, y que rescata al individuo ante la inflaci¨®n d¨¢ndole cobijo, pero tampoco tiene un plan para hacerle menos dependiente.
El caso es que un trabajador era clase media porque ten¨ªa las riendas de su vida, autonom¨ªa para realizar proyectos vitales con su sueldo. Es una aspiraci¨®n que no tienen hoy los j¨®venes asistidos por su familia para emanciparse en la treintena, drama que era previo a 2019. Entre 2013 y 2021 cay¨® la desigualdad, pero un 26% en riesgo de pobreza sigue siendo una cifra elevada. Si la construcci¨®n del parque p¨²blico necesitar¨¢ a?os para consolidarse, otras pol¨ªticas como el Ingreso M¨ªnimo Vital tampoco han llegado a todos sus destinatarios.
Segundo, el negacionismo de cierta derecha tampoco aporta soluciones. Su estrategia va de instaurar una especie de nuevo sentido com¨²n, donde los problemas econ¨®micos no existen y hablar de ellos implica avivar el odio colectivo: Isabel D¨ªaz Ayuso considera que la justicia social s¨®lo promueve la ¡°envidia¡±. La negaci¨®n de las desigualdades solo favorece a los pudientes, y cuando esa derecha alude al crecimiento es a costa de bajar impuestos de forma regresiva, diezmando los servicios p¨²blicos de la mayor¨ªa.
El hecho es que la pulsi¨®n liberal cala entre muchos ciudadanos porque les devuelve la ilusi¨®n de ser due?os de su destino, de que todo es posible, de volver a ser aquella clase media que se manten¨ªa sobre su esfuerzo. El ciudadano precario siempre se sentir¨¢ m¨¢s aliviado que el de la cola del hambre. El camarero siente la misma dignidad que el directivo del Ibex 35, al ganarse su pan por cuenta propia, pese a su peque?o salario. El problema es la falacia meritocr¨¢tica de creer que s¨®lo con su ah¨ªnco personal podr¨¢n revertir el contexto econ¨®mico.
Y nos plantamos en el Primero de mayo, donde algunos se preguntaban por qu¨¦ hay paz social en Espa?a, con la d¨¦cada perdida para la recuperaci¨®n de la clase media. Quiz¨¢s porque se ha normalizado el marco mental de la subsistencia, y la calle se siente afortunada por ciertas subidas salariales en el sector privado, o las revalorizaciones en lo p¨²blico para no empobrecerse m¨¢s todav¨ªa. Eso hace improbable otro 15-M en el medio plazo: uno solo se revuelve cuando tiene sensaci¨®n de injusticia flagrante, no cuando ha normalizado la precariedad en la que vive.
Aunque urge preguntarse qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando la inflaci¨®n amaine: Qu¨¦ medidas tiene la pol¨ªtica para volver al bienestar de hace unas d¨¦cadas. El sistema ya ha cambiado una vez, y lo siguiente no ser¨¢ un estallido como en 2011, sino directamente el nihilismo, la abstenci¨®n o el descuelgue. Hay algo peor que la muerte de la clase media: que la generaci¨®n que llen¨® las plazas, o sus hijos, caigan en la m¨¢s absoluta desesperanza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.