Las escopetas y las palomas
Negarse a las posibilidades del di¨¢logo como salida a una crisis pol¨ªtica parece insensato. Pero en el caso de Nicaragua primero hay que preguntarse qu¨¦ clase de di¨¢logo, con qui¨¦n y para qu¨¦
Nunca me ha gustado mucho el refr¨¢n ¡°las palomas tir¨¢ndoles a las escopetas¡±, porque presupone que el papel indefectible de las escopetas es matar palomas, y el de las palomas resignarse en silencio a su papel de v¨ªctimas. ?C¨®mo una paloma se va a volver contra una escopeta? Se trata de una justificaci¨®n de la ley del m¨¢s fuerte, contra la que no hay nada que hacer. Las escopetas son escopetas, para eso fueron fabricadas, para disparar y matar, y las palomas son palomas, para eso nacieron, para ser acribilladas a perdigonazos, y morir.
Mi viejo amigo, el comandante del Frente Fabarundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional (FMLN) Joaqu¨ªn Villalobos, en un reciente art¨ªculo en EL PA?S, afirma que es un error absurdo el del papa Francisco comparar a la dictadura de Daniel Ortega con la de Hitler; otro error, no menos imprudente, el de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de las Naciones Unidas el denunciarlo por cr¨ªmenes de lesa humanidad, porque m¨¢s bien eso lo fortalece, y ya podr¨¢ morirse en la cama de puro viejo, consolidado por tan festinada condena. Cuando las escopetas disparan, las palomas mejor se callan.
Seg¨²n este alegato, Ortega, en un acto de gracia unilateral, sin pedir nada a cambio, sac¨® de la c¨¢rcel, para meterlos en un avi¨®n, a m¨¢s de dos centenares de prisioneros; y el simple de detalle de despojarlos enseguida de su condici¨®n de nicarag¨¹enses, que repiti¨® luego con cerca de cien ciudadanos m¨¢s, entre los que me encuentro, al ser criticado innecesariamente por la comunidad internacional, impidi¨® ver la trascendencia del gesto magn¨¢nimo. Los dictadores bananeros son as¨ª, tienen sus excentricidades. Algo ten¨ªa quedarles a las bases radicales, para mantenerlas en paz y contentos.
Esto me recuerda el cuento del mat¨®n desaforado que cada noche aterrorizaba a los vecinos. Muchos escapaban a escondidas, y cambiaban de barrio. Apenas amanec¨ªa, un predicador los visitaba aconsej¨¢ndoles mejor callarse porque si no la furia del energ¨²meno ser¨ªa peor. Que tuvieran paciencia. La soluci¨®n era el di¨¢logo. Las v¨ªctimas ceden, y el mat¨®n cede. Siempre existe el t¨¦rmino medio.
¡°Sin oposici¨®n, las condenas internacionales no sirven de nada¡±, afirma el comandante Villalobos. ?Pero se hizo la oposici¨®n en Nicaragua? Todos sus dirigentes fueron encarcelados antes de las elecciones de 2021, bajo acusaciones que iban a de traici¨®n a la patria a lavado de dinero, muchos de ellos solo por haber declarado su intenci¨®n de presentarse como candidatos contra Ortega, que gan¨® como candidato ¨²nico.
Y luego, como tras ponerlos en el avi¨®n los declar¨® ap¨¢tridas, dentro de Nicaragua no hay oposici¨®n visible. Pero prisioneros opositores no habr¨¢n nunca de faltar. Estos ¨²ltimos d¨ªas han sido apresados decenas m¨¢s, con lo que de nuevo las c¨¢rceles se vuelven a llenar.
¡°Nadie invadir¨¢ Nicaragua para derrocar a Ortega, tampoco habr¨¢ otra revuelta popular, esa oportunidad se perdi¨® y no es repetible a voluntad. No habr¨¢ una nueva ¡°contra¡± y un golpe de Estado es imposible e indeseable porque puede convertirse en una guerra civil. En s¨ªntesis, no hay fuerza para lograr un cambio¡±, agrega el comandante Villalobos.
Nunca he escuchado a ninguno de los dirigentes opositores en el exilio pedir una invasi¨®n militar a Nicaragua. La rebeli¨®n de abril de 2018 tuvo un car¨¢cter c¨ªvico, porque esta nueva generaci¨®n de nicarag¨¹enses que sali¨® a exigir democracia y libertad a las calles, es contraria al uso de las armas. Tienen conciencia de que la guerra civil de los a?os ochenta en Nicaragua s¨®lo trajo luto, destrucci¨®n y sangre, otra dictadura, y m¨¢s corrupci¨®n. Lo mismo pas¨® en El Salvador. Pero no est¨¢ escrito en ninguna parte que los j¨®venes no salgan otra vez a las calles, a pesar de la persecuci¨®n constante y la imposici¨®n del terror y el silencio.
Y me parece que ya ser¨ªa demasiado pedirle a las palomas, que adem¨¢s de no dispararle a las escopetas, puesto que as¨ª son las escopetas, est¨¢n hechas para matar palomas, y para matar gente, que adem¨¢s de huir por centenares de miles para salvar sus vidas, y buscar la comida lejos de las fronteras de Nicaragua, a pesar de lo ¡°bastante bien que sigue funcionando la econom¨ªa capitalista¡±, reclamen a la comunidad internacional que no solo no imponga m¨¢s sanciones contra la dictadura, sino que levante las que ya existen, ¡°para facilitar un di¨¢logo¡±.
Negarse a las posibilidades del di¨¢logo como salida a una crisis pol¨ªtica parece insensato. Pero en el caso de Nicaragua primero hay que preguntarse qu¨¦ clase de di¨¢logo, y con qui¨¦n. Y para qu¨¦. El modelo que veo afianzarse en mi pa¨ªs no es el de una dictadura como la de Somoza, que endurec¨ªa a veces sus posiciones y en otras buscaba respiro, decretaba amnist¨ªas, o restablec¨ªa la libertad de prensa.
M¨¢s bien lo que se consolida cada d¨ªa es un modelo parecido al de Cuba en los a?os sesenta, por obsoleto que parezca, o como el de Corea del Norte, por absurdo que parezca. Todos los opositores en la c¨¢rcel o en el exilio, la sociedad civil muerta, los medios de comunicaci¨®n desaparecidos, las iglesias cerradas, las fronteras selladas. Un partido ¨²nico, un discurso ¨²nico, una familia ¨²nica en el poder. Aislamiento internacional. Silencio y sumisi¨®n.
?Cu¨¢l di¨¢logo entonces? Solo pregunto.
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