Vox entra, Podemos no
Si estas elecciones funcionan como esa primera vuelta que reivindica el PP de un cambio de ciclo que se consolidar¨¢ en las generales, el espectro del fracaso se cierne sobre la izquierda
No estamos ante una campa?a cualquiera. Ah¨ª fuera, en la niebla de todas las inc¨®gnitas que asoman, aguarda un bot¨ªn, un aut¨¦ntico tesoro que est¨¢ funcionando como un bote de la Bonoloto: quien acierte con los n¨²meros m¨¢gicos podr¨¢ llevarse no solo lo suyo, sino una buena proporci¨®n de los de Ciudadanos.
El partido liberal, casi difunto, deja hu¨¦rfanos a 1,87 millones de personas que lo votaron en 2019. Y esa puede ser la clave de que al menos tres partidos est¨¦n creciendo en la encuesta que nos ha ofrecido el CIS.
Crece el PSOE, que pasar¨ªa del 29,6% al 31,7% en el recuento final.
Crece el PP, que pasar¨ªa del 22,23% al 27,3%.
Y crece Vox, que pasar¨ªa del 2,9% al 6,8%. La ultraderecha, aparentemente, entrar¨¢ en todos los Parlamentos regionales.
Pero, a partir de ah¨ª, la rueda de la fortuna no para en las casillas de la izquierda a la izquierda del PSOE. Poco o nada se a?ade en esos territorios porque el batiburrillo de siglas se lee como lo que es: un c¨²mulo de conflictos, escisiones e incapacidad para ponerse de acuerdo.
Si estas elecciones funcionan como esa primera vuelta que reivindica el PP de un cambio de ciclo que se consolidar¨¢ en las generales, el espectro del fracaso se cierne sobre la izquierda. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, las encuestas discrepan sobre el liderazgo de la izquierda: la del CIS se lo concede a M¨¢s Madrid mientras que la de EL PA?S se lo da al PSOE. Pero ambas sostienen un punto com¨²n: Podemos puede quedarse fuera. Tambi¨¦n en la Comunidad Valenciana.
La atomizaci¨®n de la izquierda es el mejor pasaporte al fracaso y, si alguna de las partes resultantes cree que se va a librar de las culpas, creo que se equivoca. El cruce de reproches es palpable y muestra que los partidarios de cada bando culpan mayoritariamente al otro. Podemos a Sumar. Sumar a Podemos.
Pocos divorcios acaban con una reconciliaci¨®n, con un regreso a la pareja. Nada recompone la vajilla rota. Y si ambas partes han calculado que podr¨¢n reunificarse de aqu¨ª a diciembre como si no hubiera pasado nada, est¨¢n olvidando la esencia de la pol¨ªtica: la capacidad de generar ilusi¨®n, esperanza, de trasladar sue?os de cambio. Pero no brotan sue?os contagiosos en los rescoldos de una relaci¨®n. Acaso, convivencia pac¨ªfica.
Mientras el PP intenta vivir lo que en el lenguaje de las escuelas de negocios se llaman win-win situation (Ayuso gana, Feij¨®o gana) la izquierda parece haberse embarcado en su propio lose-lose. As¨ª de triste.
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