LaLiga tiene un problema
La impunidad de los ataques racistas en los campos de f¨²tbol debe ser atajada sin contemplaciones por sus responsables
El desequilibrio entre las reacciones internacionales y las nacionales en relaci¨®n con los insultos racistas contra el jugador del Real Madrid, el brasile?o Vinicius, en el estadio Mestalla del Valencia el pasado domingo, puede indicar un problema de fondo en los campos de f¨²tbol de Espa?a, en la rapidez de reacci¨®n de sus clubes ante esas conductas, pero tambi¨¦n del mismo organismo que los gobierna, LaLiga. Que el presidente de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, abriese su conferencia de prensa en el G-7 solidariz¨¢ndose con el jugador fue el inicio de una cadena de reacciones que incluyeron al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, con id¨¦ntico mensaje sobre la intolerancia hacia el racismo. Tanto Pedro S¨¢nchez como diversos ministros del Gobierno y otros l¨ªderes se hicieron eco de la misma repulsa. La Fiscal¨ªa de Valencia ha abierto diligencias de oficio por un presunto delito de odio y el club de la ciudad ha anunciado que aplicar¨¢ el criterio de expulsi¨®n del campo ¡°de por vida¡± a los implicados.
La raz¨®n est¨¢ de parte de Vinicius. El jugador ha tenido que soportar ataques verbales, insultos y gritos de car¨¢cter netamente racista jaleados desde sectores de m¨²ltiples gradas de Espa?a. La ofensa no afecta solo a Vinicius porque es extensible a la inmensa mayor¨ªa de espa?oles, avergonzados ante pr¨¢cticas execrables que no han encontrado todav¨ªa un remedio efectivo y que no sucedieron en el Mundial de Qatar ni en otras competiciones internacionales. Las denuncias (hasta nueve) presentadas por LaLiga ante los juzgados son encomiables pese a su escasa efectividad, como tampoco el canal de denuncia en su web ha surtido el efecto deseado. Su presidente Javier Tebas volvi¨® a exhibir un tono entre desafiante y castizamente arrogante para intervenir en el debate al rega?ar al jugador y hasta deslizar una posible corresponsabilidad de Vinicius, mientras perfiles tan diversos como los entrenadores del Real Madrid y el Barcelona condenaron sin paliativos los insultos. Ancelotti lleg¨® a afirmar que ¡°LaLiga tiene un problema¡±.
La permisividad ante el insulto o la vejaci¨®n de signo racista no es excusable en ning¨²n caso, tampoco ante el tormentoso car¨¢cter del jugador, como no eran tolerables los gritos de la jaur¨ªa contra Gerard Piqu¨¦ a cuenta de su entonces pareja Shakira. Ambas conductas figuran en el repertorio m¨¢s t¨®xico del reaccionarismo espa?ol en su variante racista o machista, y ambas resultan inaceptables. Si no son suficientes los 4.000 euros de multa y la suspensi¨®n de socio de los agresores (por un a?o o a veces m¨¢s) que impone la Comisi¨®n Antiviolencia en el deporte, habr¨¢ que pensar medidas de mayor contundencia. Continuar un partido a puerta cerrada en otra fecha o cerrar el campo por un tiempo quiz¨¢ sirva para que las directivas de los clubes cumplan de forma m¨¢s diligente con el reglamento disciplinario de la UEFA y las sanciones que prev¨¦ desde 2013. Tanto LaLiga como la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol deben liderar la expulsi¨®n de esas pr¨¢cticas en los campos de juego espa?oles con medidas coercitivas. La intolerancia hacia esos gestos es el mejor instrumento para impedir que contaminen a las competiciones infantiles y juveniles. Que un jugador pueda y deba controlar sus impulsos es cosa suya, y el castigo cosa del ¨¢rbitro. Pero que la directiva de los clubes o de la misma Liga no reaccionen con la diligencia que exige la erradicaci¨®n del racismo podr¨ªa llegar a transmitir una falsa permisividad de los espa?oles ante ¨¦l. LaLiga tiene un problema y ese problema no es Vinicius.
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