Candidatos

Estoy bastante sordo, puedo considerarme gordo y no soy bollera porque mi autodeterminaci¨®n no me ha llevado todav¨ªa por ah¨ª, pero con el tiempo ya veremos: por lo dem¨¢s, soy incapaz de cualquier gesti¨®n administrativa y no tengo ni idea de econom¨ªa. O sea que estoy inmejorablemente dise?ado para ocupar un puesto en cualquier ayuntamiento de izquierdas, sea cuqui o valiente. Sin embargo, no me he decidido a presentarme en ninguna lista para los comicios de ma?ana, de modo que tendr¨¢n ustedes que resignarse y votar a los dem¨¢s. No ha sido el miedo esc¨¦nico ni la pereza lo que me han hecho renunciar al honor c¨ªvico, sino la humildad: ?Qui¨¦n soy yo, un simple macarra madrile?o (y de adopci¨®n, adem¨¢s), para codearme con el refulgente escuadr¨®n de h¨¦roes y sobre todo hero¨ªnas que tienen que salvar a la democracia progresista de la sublevaci¨®n reaccionaria que pretende retrasarnos a los tiempos oscuros en que el sexo era binario y biol¨®gico, muchos cre¨ªan que en la Guerra Civil no solo hubo malos y buenos sino tambi¨¦n mediopensionistas, que el racismo consiste en privar de su lengua materna a los convecinos y no solo en insultar a los negros, etc¨¦tera? Domine, non sum dignus... por muy sordo, gordo y futura bollera que llegue a ser.

Cuenta Laercio que en cierta ocasi¨®n su tocayo Di¨®genes fue hecho prisionero por unos piratas y vendido como esclavo. Cuando empez¨® la subasta le preguntaron que sab¨ªa hacer para interesar a los compradores y el c¨ªnico repuso: ¡°Lo que mejor hago es mandar. Mira a ver si alguien quiere un amo¡±. Siempre recuerdo esta an¨¦cdota en periodo electoral cuando oigo el autoelogio de los candidatos. Lo ¨²nico que todos dejan claro es que saben mandar mucho mejor que justificar la utilidad p¨²blica de sus ¨®rdenes. Pero ?queremos amos?