El legado de Berlusconi
El populismo del empresario italiano y su af¨¢n por convertir la pol¨ªtica en espect¨¢culo marcan el actual estilo de gobernar
Al contrario de lo que se suele decir cuando fallece un pol¨ªtico relevante, con la desaparici¨®n de Silvio Berlusconi no se cierra una ¨¦poca en la pol¨ªtica italiana. La influencia que introdujo este empresario y pol¨ªtico nacido en Mil¨¢n en 1936 en la manera de entender la discusi¨®n p¨²blica, la forma de gobernar y el mismo concepto de verdad y mentira sigue marcando no solo la pol¨ªtica transalpina, sino que tambi¨¦n explica lo que est¨¢ sucediendo en otros importantes pa¨ªses de Europa e incluso el sorprendente ascenso de un empresario de parecido perfil, Donald Trump, a la presidencia de Estados Unidos.
Cuando en enero de 1994 Berlusconi anunci¨® que entraba en pol¨ªtica ¡ªque ¡°bajaba al terreno de juego¡±¡ª fue recibido con una mezcla de escepticismo y burla por una clase pol¨ªtica que lidiaba con los restos del naufragio de la Primera Rep¨²blica italiana, convencida de que no se trataba m¨¢s que de la en¨¦sima ocurrencia de un constructor, due?o de medios de comunicaci¨®n y clubes deportivos, amante de las portadas de las revistas y las declaraciones chocantes. Fue un tremendo error. El sistema tradicional de partidos puesto en pie tras la II Guerra Mundial hab¨ªa implosionado principalmente a causa de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y mientras la izquierda, extinto el hist¨®rico partido socialista, se estaba reconstituyendo mediante la transformaci¨®n del poderoso Partido Comunista en un partido de corte socialdem¨®crata, la derecha se presentaba como un desierto con m¨²ltiples candidatos a ocupar el espacio de la hasta entonces omnipresente Democracia Cristiana. Berlusconi vio ah¨ª su oportunidad. Aupado por la popularidad del personaje p¨²blico que se estaba construyendo, empleando un lenguaje directo, demagogo y populista basado en la descalificaci¨®n del contrario, prometiendo soluciones simples a problemas complejos y convirtiendo la arena pol¨ªtica en un espect¨¢culo televisivo, el magnate logr¨® hacerse con la jefatura del Gobierno. Lleg¨® a estar durante varias legislaturas m¨¢s de nueve a?os como primer ministro y super¨® a otro longevo l¨ªder de la historia republicana italiana, Giulio Andreotti. En las elecciones de 2006, la coalici¨®n que lideraba obtuvo el 49,7% de los votos, una cifra apabullante en un panorama pol¨ªtico tan fragmentado como el italiano. El romance entre Berlusconi y el electorado resulta incuestionable.
Pero a pesar de este caudal de confianza popular, su gesti¨®n constituye una sucesi¨®n de esc¨¢ndalos, acusaciones y procesos judiciales que no solo enfangaron las reformas necesarias en una de las principales econom¨ªas europeas, sino que, cuando su f¨®rmula se agot¨®, dej¨® el terreno expedito para que poco m¨¢s de dos d¨¦cadas despu¨¦s de su entrada en pol¨ªtica sucediera lo que muchos consideraban inimaginable: la victoria electoral clara de la extrema derecha de Giorgia Meloni y su normalizaci¨®n en el plano internacional. Y con el mismo Berlusconi de socio en ese Gobierno. El pol¨ªtico tuvo que afrontar 30 procesos judiciales ¡ªaunque ¨¦l sol¨ªa hablar de 88¡ª que incluyen corrupci¨®n de menores, y solo fue condenado en uno, por fraude fiscal en 2013, lo que le supuso la inhabilitaci¨®n pol¨ªtica que termin¨® de cumplir en 2018.
Berlusconi representa el triunfo del populismo mesi¨¢nico en una democracia occidental consolidada y su estrategia ha marcado el camino a otros l¨ªderes que han venido despu¨¦s. Si la democracia italiana ha resistido sus embates ha sido gracias a que sus instituciones han aguantado los sucesivos intentos que trataban de socavarla. Desaparecida la persona, queda su legado y, sobre todo, las consecuencias de este.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.