Acuerdo en Colombia
El presidente Gustavo Petro da un paso importante en su proyecto de ¡°paz total¡± al firmar un in¨¦dito alto el fuego con el ELN tras seis d¨¦cadas de guerra
El Gobierno de Gustavo Petro ha logrado despu¨¦s de m¨¢s de medio siglo de conflicto armado un hito sin precedentes en Colombia: la firma de un alto el fuego de seis meses con el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN). La tregua supone un paso crucial y el primer resultado concreto para el proyecto de ¡°paz total¡± que persigue el presidente de izquierdas, que en su juventud milit¨® en la organizaci¨®n guerrillera M-19. El anuncio alivia, adem¨¢s, la presi¨®n sobre el mandatario en medio de la crisis pol¨ªtica generada por una red de escuchas ilegales y la destituci¨®n de dos cargos de m¨¢xima confianza, su jefa de gabinete y el embajador en Venezuela, que degener¨® en el bloqueo legislativo de reformas sociales urgentes.
El alto el fuego sellado en La Habana entre Petro y Antonio Garc¨ªa, comandante del ELN, es una excelente noticia en primer lugar para las comunidades rurales que m¨¢s han sufrido y siguen soportando las consecuencias de la violencia. Despu¨¦s del hist¨®rico acuerdo de paz entre el Estado colombiano y las FARC, alcanzado en 2016 por el expresidente Juan Manuel Santos, cambi¨® el ecosistema de los grupos irregulares colombianos y comenz¨® una nueva disputa por el control del territorio. En ella participan bandas de paramilitares, carteles de narcotraficantes, disidencias de las mismas FARC y el ELN, una guerrilla con postulados ideol¨®gicos que mezclan marxismo y teolog¨ªa de la liberaci¨®n, tradicionalmente mucho menos jer¨¢rquica y m¨¢s descontrolada que otras organizaciones insurgentes. Por estas razones, el alto el fuego tiene repercusiones concretas m¨¢s all¨¢ de su simbolismo.
Sin embargo, no es suficiente. Para empezar, ni la suspensi¨®n de los secuestros ni el fin de las extorsiones son parte, por el momento, de este acuerdo, que se centra en una interrupci¨®n de las actividades armadas, como suele pasar todas las Navidades. Adem¨¢s, es oportuno tomar con cautela el compromiso, ya que precisamente la dificultad para controlar todos los frentes del ELN hace especialmente escurridizos los protocolos pactados.
El horizonte fijado por Petro es, en cualquier caso, claro. El presidente colombiano persigue poner fin en mayo de 2025 a la guerra que se inici¨® en 1964. Hasta entonces el deber de las autoridades es el de hacer lo posible por lograr la paz y la desmovilizaci¨®n del ELN sin por ello pasar por alto los posibles incumplimientos. Mientras tanto, las partes tienen la obligaci¨®n de respetar lo pactado hasta finales de este a?o.
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