Unas elecciones son unas elecciones
Habr¨¢ quien piense que una tautolog¨ªa cada cuatro a?os no hace da?o pero es sospechoso que no hayamos tenido tantos esl¨®ganes de este tipo en el debate pol¨ªtico hasta esta ¨²ltima d¨¦cada
Google a veces me toma el pelo. Si tecleo ¡°Londes¡±, as¨ª, sin erre, el motor de b¨²squeda es tan listo como para responderme: ¡°Quiz¨¢s quisiste decir: Londres¡±, pero si busco ¡°recursividad¡±, sin error alguno, Google me contesta: ¡°Quiz¨¢s quisiste decir: recursividad¡±, exactamente lo mismo que he buscado. Ser recursivo es repetirse indefinidamente, de modo que en alguna oficina de Mountain View, en California, un grupo de programadores se ha tomado la licencia de burlarse de la propiedad de la recursividad incluy¨¦ndola en la propia definici¨®n de su b¨²squeda. El bucle es tan infantil como tierno, y me saca la sonrisa cuando entro a comprobar si sigue funcionando.
?Qu¨¦ pensar¨ªa sobre esa broma de Google la se?ora de este cuadro que tengo ante m¨ª? La se?ora es la escritora Gertrude Stein (1874-1946), Picasso la pint¨® en un retrato que se exhibe en el Met de Nueva York. La plasm¨® sentada, con una mano sobre la rodilla y la otra ligeramente ca¨ªda sobre una pierna, doblada como quien saca el cuello para mirar un instante qui¨¦n est¨¢ asomando por la puerta. Los ojos el¨ªpticos cubistas contrastan con el fondo malva de la ¨¦poca rosada que Picasso estaba dejando atr¨¢s. El adem¨¢n duro, de trago de cicuta, le da aspecto de persona en conflicto. No reconozco en este cuadro la levedad que observo en el aforismo que ella escribi¨® y cumple un siglo este a?o: ¡°Rosa es una rosa es una rosa es una rosa¡±, la frase donde la primera Rosa parece el nombre de una persona. El enunciado se hizo famos¨ªsimo pese a su futilidad transparente: la mera invocaci¨®n del nombre quiere despertar las emociones asociadas a la flor. Stein ya hab¨ªa escrito unas memorias de su vida universitaria con un t¨ªtulo tan simple como Things as they are (1903, Las cosas como son) donde mostraba sus dificultades en el siglo que se abr¨ªa y dejaba ver su contradictoria personalidad.
En l¨®gica, el principio de identidad proclama que una entidad es id¨¦ntica a s¨ª misma, es decir, que, por ejemplo, esa farola es id¨¦ntica a esa farola. Esto es un principio b¨¢sico del pensamiento, pero cuando esa identidad se aprovecha ret¨®ricamente, el resultado es una afirmaci¨®n que se reitera a s¨ª misma y que no sale de su propia l¨®gica interna: cae en la tautolog¨ªa. Una tautolog¨ªa reafirma lo dicho, presenta algo como necesariamente verdadero porque no se expresa otra cosa que su existencia. Son tautol¨®gicas esas definiciones al estilo ¡°un gol es un gol¡±, expresadas con rotundidad pero sin profundidad argumentativa. La tautolog¨ªa, es evidente, pretende decir m¨¢s de lo que dice: juega con las evocaciones y el imaginario que se asocia a algo. La recursividad que me hace re¨ªr en la tontuela maniobra de Google es menos profunda, m¨¢s simple que las dos citas aparentemente f¨¢ciles de Stein: las cosas como son, una rosa es una rosa.
La tautolog¨ªa como recurso ret¨®rico se ha prodigado con alegr¨ªa en la pol¨ªtica espa?ola desde hace una d¨¦cada: ¡°S¨ª es s¨ª¡± ha sido el lema de la ley que ha simbolizado el l¨ªmite de este Gobierno de coalici¨®n; ¡°la pela es la pela¡± compendi¨® en sus cinco palabras en qu¨¦ aterriza la a veces inasible reclamaci¨®n identitaria de los nacionalismos en Espa?a; ¡°las v¨ªctimas son v¨ªctimas¡± es la generalizaci¨®n de la ultraderecha al minimizar la violencia machista. De Rajoy fueron tautolog¨ªas muy burladas en las redes sociales como, hablando de los tratados europeos, ¡°un vaso es un vaso y un plato es un plato¡±, y en cambio, fue mucho m¨¢s informativo un principio de no identidad, nada tautol¨®gico, que formul¨® durante las negociaciones sobre el plan de rescate para el sector financiero espa?ol en 2012: el famoso ¡°Espa?a no es Uganda¡±. Pese al mar de tautolog¨ªas dichas en m¨ªtines o discursos parlamentarios, observen que ninguno de los perdedores en la ¨²ltima noche electoral pronunci¨® frases del estilo ¡°los resultados son los resultados¡±, porque la c¨¢mara de eco de la tautolog¨ªa, en su simpleza, no dejar¨ªa espacio para coartadas.
Habr¨¢ quien piense que una tautolog¨ªa cada cuatro a?os no hace da?o, que cada color pol¨ªtico genera la suya, pero es sospechoso que no hayamos tenido tantos esl¨®ganes de este tipo en el debate pol¨ªtico hasta esta ¨²ltima d¨¦cada, justo con el renacer de los populismos. Estas frases huelen a lo peor de esa nueva tendencia de discurso vac¨ªo y marcos narrativos simples: la apariencia de que hay ¡°verdades de caj¨®n¡± que est¨¢n por encima de las ideolog¨ªas y que no son discutibles. Es pol¨ªtica de Perogrullo, de referencialidad escasa, la que aspira a generar sus lemas en esta simpleza del principio de identidad que late en toda tautolog¨ªa. El gran abismo de la pol¨ªtica es, de hecho, que sea recursiva, que sobrerrepresente los absolutos, que no matice. Y aqu¨ª yo podr¨ªa teclear una frase del estilo: ¡°un discurso honesto deber¨ªa ser un compromiso pol¨ªtico¡±. Pero Google, falt¨®n, me contestar¨ªa: ¡°Quiz¨¢s quisiste decir: unas elecciones son unas elecciones¡±.
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