La diversidad en todas sus manifestaciones
Hay muchas cosas que no podemos dejarnos arrebatar, y la idea de Espa?a, secuestrada en pulseras y extremismos, es una de ellas. Tomarse en serio la pluralidad territorial y cultural no es algo menor
El peque?o esc¨¢ndalo tuitero ocurri¨® hace pocas semanas. El equipo de f¨²tbol femenino del Bar?a ganaba la Champions a principios de junio y la ministra de Igualdad, Irene Montero, felicitaba por Twitter la victoria: ¡°Enhorabona, reines¡±, escrib¨ªa escuetamente en la red social. Las respuestas no se hac¨ªan esperar. Confundiendo el femenino plural en catal¨¢n con lenguaje inclusivo, la rabia tuitera se echaba en tromba para criticar la ridiculez y afrenta de que se interpelase a las jugadoras del Bar?a usando un t¨¦rmino supuestamente no binario.
M¨¢s all¨¢ de lo forzado de la rencilla, tan habitual en Twitter de la mano de trolls y de perfiles an¨®nimos, la an¨¦cdota es, en realidad, significativa. Lo es no solo por mostrar el ampliamente discutido rechazo visceral hacia la ministra y su ministerio, desafortunadamente extrapolable, tal y como estamos viendo, a las pol¨ªticas de igualdad en general, sino simult¨¢neamente por dejarnos colegir lo ajenas que siguen resultando las lenguas cooficiales y la pluralidad del Estado en una buena parte de ¨¦l. Bastaba leer a modo de chascarrillo cutre la oleada de comentarios agresivos y ofensivos al tuit de Montero para confirmar casi en forma de parodia que, entre otros muchos fracasos, tambi¨¦n se exhib¨ªa en ellos ¡ªa trav¨¦s del absoluto desconocimiento y la extra?eza ante el idioma empleado por la ministra¡ª el de la Espa?a plural.
En un clima polarizado, con la extrema derecha ocupando puestos de poder y amenazando con recortar avances esenciales para tantas y tantos, parecer¨ªa que preocuparse por lo anterior es de una frivolidad casi ofensiva. Pero lo cierto es que tomarse en serio la pluralidad territorial y cultural no es algo menor. No lo es porque, entre los posibles retrocesos que nos acechan, est¨¢ tambi¨¦n el de esa vuelta a un nacionalismo espa?ol centralista y unidimensional, arcaico y de naftalina, de glorias y gestas, que excluye a otras sensibilidades y subjetividades que miran y se acomodan en Espa?a de formas distintas a como se hace desde un centro que es geogr¨¢fico, pero que tambi¨¦n es simb¨®lico. A este respecto, ahora que asistimos a un nuevo ciclo de campa?a electoral, entre los m¨²ltiples retos que se presentan ante la izquierda no resulta secundario el de contener el triunfo de un nacionalismo a la ofensiva, simplificado y patrimonializado de manera exclusiva y excluyente por la derecha ¡ªpocos ejemplos m¨¢s delirantes y peligrosos sobre esta cuesti¨®n que la presentaci¨®n del combate electoral entre Espa?a o el sanchismo¡ª, pero tampoco es accesorio el de intentar articular un proyecto que sea, en s¨ª mismo, intr¨ªnsecamente plural.
La denominada historia cultural de la pol¨ªtica nos ofreci¨® un sint¨¦tico esquema de las tres patas principales que conformar¨ªan el juego de lo pol¨ªtico. Estar¨ªa, en primer lugar, la ideolog¨ªa, entendida como la definici¨®n de la realidad y la construcci¨®n de relatos de sentido sobre el mundo circundante. En segundo lugar, se hallar¨ªan las acciones pol¨ªticas concretas, derivadas de lo anterior y cuyo objetivo ser¨ªa el de dar forma institucional a estas ideas previas; finalmente, estar¨ªa el entramado simb¨®lico con el que expresar unas y otras, pues las ideas pol¨ªticas abstractas que no cuentan con correlatos emp¨ªricos ¡ª?d¨®nde est¨¢n la naci¨®n, el Estado, la libertad o la justicia?¡ª necesitar¨ªan de s¨ªmbolos de todo tipo para poder ser entendidas y sentidas como propias.
De acuerdo con lo anterior, podr¨ªamos considerar que ni la forma de entender Espa?a, ni lo que se espera o se quiere de ella, ni los s¨ªmbolos que la representan tienen por qu¨¦ ser los mismos en Canarias, Islas Baleares, Comunidad Valenciana, Catalu?a o Navarra. Los ejemplos no son aleatorios, sino que responden al origen de algunas de las principales fuerzas pol¨ªticas ¡ªProyecto Drago, M¨¦s per Mallorca, M¨¦s per Menorca, Comprom¨ªs, Els Comuns o Batzarre¡ª que se han unido a Sumar. Lo hacen con proyectos pol¨ªticos distintos, pero compatibles en lo esencial, y constituyendo un mosaico de pluralidad que enriquece, plante¨¢ndonos otra perspectiva m¨¢s amplia y polif¨®nica de Espa?a. Pueden representar lo que Jordi Amat calificaba en estas mismas p¨¢ginas y poco antes del 28-M de cambio de paradigma: refiri¨¦ndose al todav¨ªa por entonces Gobierno valenciano del Bot¨¤nic, Amat alud¨ªa a la consolidaci¨®n de un discurso cr¨ªtico con el centralismo sostenido no en emociones centr¨ªfugas, sino en datos objetivos que clamar¨ªan por la necesidad de salir de la sobredosis de Madrid. Pol¨ªticas beneficiosas para ciertos territorios relativas a infraestructuras, cultura, fiscalidad, industria y un largo etc¨¦tera ser¨ªan m¨¢s f¨¢cilmente detectables y reivindicables a trav¨¦s de una mirada menos centrada en la capital y m¨¢s sensible a la diversidad por surgir, precisamente, de ella. Podr¨ªamos decir que, sin la posibilidad o el inter¨¦s por mirar desde otros ¨¢ngulos, resultar¨¢ sin duda m¨¢s dif¨ªcil ver lo que se atisba desde estas atalayas corales.
En Sumar tambi¨¦n hay fuerzas pol¨ªticas de ¨¢mbito estatal y de marcada impronta madrile?a. Un buen ejemplo es M¨¢s Pa¨ªs, cuyo l¨ªder, ??igo Errej¨®n, protagoniz¨® en el oto?o de 2019 un momento para recordar en el programa de humor Assumptes interns, en la televisi¨®n p¨²blica valenciana. En pleno contexto de creaci¨®n del nuevo partido pol¨ªtico y de sus primeros v¨ªnculos con Comprom¨ªs, Errej¨®n hablaba en perfecto catal¨¢n ante las c¨¢maras de ? Punt y reconoc¨ªa sin dudar unos versos en valenciano del poeta Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s. La an¨¦cdota, al igual que la del ¡°enhorabona, reines¡±, tiene el valor que cada cual le quiera dar, pero denota la esperanza en una izquierda activamente consciente de que habitamos un pa¨ªs diverso en t¨¦rminos ling¨¹¨ªsticos, culturales y territoriales, y de que de esta aut¨¦ntica asunci¨®n se pueden derivar acciones pol¨ªticas pertinentes y necesarias.
El pr¨®ximo 23 de julio se dirimen cosas de profundo calado. Hace escasos d¨ªas, la Junta Electoral de Zona de Madrid ordenaba retirar la tristemente famosa lona desplegada por Vox en la que se tiraban a la basura, entre otras cosas, la bandera LGTBI, el logotipo del feminismo o la agenda 2030. Lo hac¨ªa una mano con la bandera de Espa?a desde ese nacionalismo excluyente y exclusivo antes aludido. Hay muchas cosas que no podemos dejarnos arrebatar, y la idea de Espa?a, secuestrada en pulseras y extremismos, es una de ellas. Porque no es casualidad que quienes desprecian la pluralidad lo hagan en todas sus manifestaciones; tampoco lo es que quienes la respetan y se enorgullecen de ella lo hagan tambi¨¦n en sus diferentes expresiones.
La mano que tiraba tantas cosas echaba igualmente a la basura la estelada. Tal vez en una estructura pol¨ªtica m¨¢s laxa en la que hablar de reines o de Estell¨¦s fuera m¨¢s un motivo de celebraci¨®n que un exotismo desconocido ¡ªen el mejor de los casos¡ª o de ofensa ¡ªen el peor¡ª, una bandera y otra se encontraran. O tal vez no, qui¨¦n sabe. Pero ser¨ªa muy interesante que Sumar aprovechase la nov¨ªsima y variada coalici¨®n que constituye para reivindicar que esa Espa?a pionera en leyes de igualdad, en pol¨ªticas sociales y comprometida con un futuro sostenible, digno y libre para todas y todos es, tambi¨¦n y de forma inherente, una Espa?a diversa en su territorio, en su cultura y en sus lenguas.
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