A punto de perderlo todo
Cuando el odio y todo lo dem¨¢s llegan a las instituciones, hasta la mayor¨ªa de los que habitan con gusto el sistema hegem¨®nico blanco y heteropatriarcal pierde. Imaginaos nosotras, que siempre perdemos las primeras
Era septiembre de 2021 y yo escrib¨ªa, en este mismo peri¨®dico, acerca de nuestra ro?osa libertad. Me estaba refiriendo a la limitada libertad que tenemos las mujeres para abortar en este pa¨ªs en la sanidad p¨²blica, a pesar de las leyes que supuestamente nos amparan. Porque abortar en una cl¨ªnica privada no es libertad, es privilegio. Me refer¨ªa a la ro?osa libertad de todas, pero hablaba en primera persona, y yo, fijaos, soy una mujer blanca, espa?ola, heterosexual, con carrera, trabajo y sin problemas econ¨®micos, por el momento. Es decir, que mi libertad, aunque ro?osa, es holgada, mucho m¨¢s que la de muchas. Que cuento con recursos para salir relativamente indemne de las embestidas machistas con las que me he encontrado y me encontrar¨¦ a lo largo y ancho de mi vida, en cada territorio de este pa¨ªs, que es el que habito. En la familia, en la intimidad, en la consulta de algunos m¨¦dicos, en el mundo laboral, en la calle. Y aun as¨ª, guardo mis marcas; algunas, muy recientes.
Era septiembre de 2021 y est¨¢bamos en el ecuador de una legislatura que se ufanaba igualitaria, feminista. Y a pesar de eso, fijaos: nuestra sociedad, en lo que a libertades, igualdad y derechos se refiere, a¨²n sacaba buena nota en machismo, en racismo, en clasismo, en homofobia, en transfobia, en hipocres¨ªa y cerraz¨®n. Ah¨ª estaba el movimiento feminista intentando ampliar el foco, y los movimientos antirracistas, y el movimiento LGTBIQ+, y un mont¨®n de personas poniendo el dedo en la llaga de las desigualdades, de todo lo que a¨²n hac¨ªa falta para que este llegara a ser un lugar digno de ser vivido, en igualdad de derechos, para todas y todos. Un lugar donde estar a salvo.
Porque estar¨¦is conmigo, ya no s¨¦ cu¨¢ntos, ya no s¨¦ qui¨¦nes, pero estar¨¦is conmigo: esta sociedad, en septiembre de 2021, por poner una fecha al azar, aquel 28 de septiembre, d¨ªa del aborto, por ejemplo, esta sociedad, en ese momento, a¨²n daba a veces miedo y un poco de asco. He dicho miedo y asco, pero no os asust¨¦is, no estoy balbuceando como una pesada hist¨¦rica, enfadada y a punto de incomodar: estoy hablando con propiedad. Claro que s¨¦ que hemos avanzado much¨ªsimo desde, por ejemplo, 1978, cuando todav¨ªa se pod¨ªa encarcelar a los homosexuales gracias a la Ley de Peligrosidad Social, o desde 1981, antes de que se aprobara el divorcio, o desde 1984, justo antes de que el aborto dejara de ser completamente ilegal en Espa?a. O incluso, pongamos, desde antes de octubre de 2004, cuando todav¨ªa no hab¨ªa sido aprobada por unanimidad en el Congreso de los Diputados la Ley Integral contra la Violencia de G¨¦nero. Claro que s¨¦. Hemos avanzado mucho. Y en esta legislatura, un buen trecho. Pero no lo suficiente.
Porque tambi¨¦n s¨¦ que las leyes que buscan el progreso se aprueban sobre un mont¨®n de cad¨¢veres y cuerpos magullados y aun as¨ª se adelantan a la mayor parte de la sociedad a la que amparan. Porque una cosa es la ley y otra la vida, la educaci¨®n, la tradici¨®n, el sistema de poderes hegem¨®nicos fuertemente arraigado (este s¨ª, siempre real y efectivo, a la derecha y a la izquierda) y el aire que nos toca respirar. Y as¨ª, por dar un dato, el jueves falleci¨® la mujer de 36 a?os apu?alada por su expareja en M¨®stoles, y quiz¨¢ alguien recuerde, por hacer memoria, a Brayan y Yeisson, que en el mes de mayo sufrieron una brutal paliza hom¨®foba y racista en Villabona. Y ahora podr¨ªa empezar con una ristra de nombres, de casos, de ejemplos, pero es que yo no vine a esto, hoy no. (?No os sent¨ªs abatidas?) No quer¨ªa explicar, una vez m¨¢s, la evidencia. (?No ten¨¦is algo quemando en la garganta?) Cuando me puse a escribir esto, lo confieso, solo quer¨ªa gritar. (?No ten¨¦is miedo?).
En septiembre de 2021, en medio de una legislatura igualitaria, progresista, feminista, yo me sent¨¦ a escribir una tarde, y desde la rabia y tambi¨¦n desde el dolor habl¨¦ sobre el territorio de nuestra ro?osa libertad. Una ro?osa libertad que, no se enga?e nadie, nadie se conf¨ªe, hab¨ªa que seguir conquistando, puliendo, peleando d¨ªa a d¨ªa y cent¨ªmetro a cent¨ªmetro hasta abrir un hueco lo suficientemente grande para que por fin la luz nos reventara a todas en la cara. En aquel momento, el contexto hist¨®rico me hac¨ªa de resguardo. Las palabras pod¨ªan ser pronunciadas.
No han pasado ni dos a?os, es julio de 2023 y hoy escribo desde una cierta par¨¢lisis. Tengo la sensaci¨®n de que, desde hace unas semanas, la palabra feminismo se ha borrado del escenario. Parece que ahora pierdes puntos por pronunciarla. Si se pronuncia ha de ser con la boca peque?a, de pasada, puntualizando. Feminismo, pero. Como si no supi¨¦ramos que despu¨¦s del silencio solo llega la oscuridad.
No quiero enumerar lo que est¨¢ ocurriendo en esos lugares reci¨¦n conquistados por quienes se comportan como b¨¢rbaros. Ya lo sab¨¦is. El odio, la censura, la intolerancia, el autoritarismo, el negacionismo est¨¢n llegando a las instituciones. No, nuestra democracia no es perfecta, ni mucho menos. Y nuestra sociedad, ya lo vemos, es agua desbord¨¢ndose en caudalosa corriente: el empuje se ha forjado dentro y fuera de las fronteras con d¨¦cadas y d¨¦cadas de vac¨ªo, precariedad y desprecio.
El odio y todo lo dem¨¢s siempre han estado ah¨ª, en la calle, nunca se han ido. En los lugares de trabajo y en los lugares de quienes no tienen trabajo. En las escuelas, tambi¨¦n en las casas. En el miedo, la envidia, el recelo, el desconocimiento. En el af¨¢n de someter a quien el sistema considera m¨¢s d¨¦bil. En la intimidad de las habitaciones, en las manos arrugadas en el fregadero al final de un d¨ªa eterno de hueso machacado y tristeza. En la pantalla de un tel¨¦fono m¨®vil que hoy ya es mucho m¨¢s que el m¨¢s perverso mecanismo de control. Pero cuando el odio y todo lo dem¨¢s llegan a las instituciones, entonces lo perdemos todo. Hasta la mayor¨ªa de los que habitan con gusto el sistema hegem¨®nico blanco y heteropatriarcal pierde. Imaginaos nosotras, que siempre perdemos las primeras. Ese nosotras inmenso donde caben, por supuesto, todas las banderas arco¨ªris, tambi¨¦n las de la franja marr¨®n.
No quiero vivir la posibilidad de ese pa¨ªs que hoy acierto a vislumbrar. No quiero imaginarme un ma?ana donde la palabra que haya que pronunciar con disimulo sea la palabra libertad. ?Os acord¨¢is? Aquella palabra que solo tuvo un significado, durante tanto tiempo. Aquella conquista gloriosa, siempre por perfeccionar, que ha sido la ¨²nica lucha noble del ser humano.
No importa que ya no creamos en nada. No importa que ya no creamos en nadie. A punto de perderlo todo, nos queda la revoluci¨®n. Decidme que iremos a por ello.
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