Una colecta pol¨¦mica para el polic¨ªa que mat¨® a Nahel

?Hay algo peor que un polic¨ªa dispare a sangre fr¨ªa y mate a tu hijo de 17 a?os por no detenerse en un control de tr¨¢fico y saber que su muerte filmada es tan solo una m¨¢s de una larga lista de j¨®venes de los suburbios, v¨ªctimas de errores policiales debido a su origen o color de piel? Pensaba que no, ingenuamente, hasta ver en Twitter que una figura destacada de la extrema derecha francesa hab¨ªa organizado una colecta para apoyar al polic¨ªa y a su familia, y que esta hab¨ªa alcanzado, en pocos d¨ªas, la cifra de 1,6 millones de euros.

¡°?Las unidades de cuidados intensivos van a estar saturadas por una afluencia de izquierdistas en estado de shock. ?Enhorabuena a todos y viva Francia!¡±, tuite¨® Jean Messiah, un alto funcionario del Estado nacido en El Cairo en el seno de una acaudalada familia egipcia, que tras pasar por el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, quiz¨¢s demasiado light para su gusto, abraz¨® la guerra cultural de ?ric Zemmour en las ¨²ltimas presidenciales. Un polemista cuyo parecido f¨ªsico con el personaje de Tint¨ªn Rastapopoulos no deja de desconcertarme, y al que le gustan los relojes caros y los puros. Presidente del c¨ªrculo de reflexi¨®n Vivre fran?ais (Vivir a la francesa), se define a s¨ª mismo como ¡°franc¨¦s de pura cepa por naturalizaci¨®n¡±. Una definici¨®n que no tiene su origen en las ciencias sociales, sino en un comportamiento extendido entre algunos de los integrantes de la extrema derecha con origen extranjero ¡ªcomo el n¨²mero dos del RN, Jordan Bardella¡ª y que consiste en aparentar ser m¨¢s franc¨¦s que el m¨¢s franc¨¦s de los franceses, si es que eso tiene alg¨²n significado.

A la iniciativa de Messiah, la madre del joven fallecido ha respondido interponiendo una queja ante el Fiscal General del Estado, ya que la plataforma estadounidense GoFundMe que alberga la colecta se ha negado a cerrarla. ?Habr¨ªan mantenido activa una colecta semejante en el caso del polic¨ªa que mat¨® a George Floyd?, se preguntaban, indignados, algunos trabajadores de la empresa en una tribuna en la que se desolidarizan con la direcci¨®n de la compa?¨ªa. Llevo muchos d¨ªas pensando en ella, en Mouina M., y en lo que se tiene que sentir al descubrir que una galaxia de rancios, movidos por el odio, ampara y compensa con este gesto el racismo institucional que condujo Florian M. a disparar a un chaval que, de haberse llamado Jean-Hubert y residido en Neuilly, a¨²n estar¨ªa en vida, pese a no cumplir la orden de pararse en un control de tr¨¢fico. En lo injusto que una mujer trabajadora, que crio sola a su hijo en un barrio dif¨ªcil y en un entorno precario, se haya convertido en el foco de las cr¨ªticas de la extrema derecha en las redes: le reprochan la educaci¨®n que propici¨® a su hijo, manchan el nombre del adolescente con mentiras sobre su pasado supuestamente delictivo e incluso se atreven a ironizar sobre c¨®mo lleva su duelo, juzgando la actitud demasiado combativa y alegre que exhibi¨® en la marcha blanca organizada en honor a Nahel.

Una vez m¨¢s, la extrema derecha ha conseguido contagiar su visi¨®n xen¨®foba y etnicista de la sociedad a buena parte del espectro de la derecha tradicional desesperada por resucitar electoralmente. ¡°Reconozco que la mayor¨ªa de detenidos [en los disturbios] son franceses, pero ?cu¨¢n franceses?¡±, se preguntaba el otro d¨ªa una senadora de Los Republicanos (LR) en un debate parlamentario, obviando la ra¨ªz eminentemente social del problema, con un Estado incapaz de integrar a los habitantes de los barrios pobres de la periferia. J¨®venes de tercera y cuarta generaci¨®n abandonados a su suerte, desprovistos de capital pol¨ªtico o cultural, sin otra forma de expresi¨®n que la violencia. Su resentimiento y frustraci¨®n se manifiesta, como en los disturbios de 2005, de la peor de las formas, atacando los s¨ªmbolos de una Rep¨²blica y de una sociedad de consumo de la que se sienten excluidos.

Esta es la historia interminable de una herida francesa, de tufo poscolonial, que, sin voluntad pol¨ªtica, no podr¨¢ cicatrizar jam¨¢s. Esta vez le ha tocado a Nahel; hace tres semanas la v¨ªctima de un disparo policial por no detenerse en un control, seg¨²n la versi¨®n de las fuerzas del orden, se llamaba Alhoussein. El polic¨ªa llevaba una c¨¢mara corporal, pero ese d¨ªa el dispositivo no funcion¨® por falta de bater¨ªa. No tuvo la suerte de Nahel, cuyo video s¨ª dej¨® clara la responsabilidad del agente, imputado por homicidio voluntario. Alhoussein, como otros muchos, ha muerto en medio de una total indiferencia. Ten¨ªa 19 a?os y solo estaba yendo a trabajar.