El cambio clim¨¢tico y el universalismo de los valores
La primera y m¨¢s urgente causa global del momento, est¨¢ quedando astillada en un coctel de variantes esc¨¦pticas que van desde la omisi¨®n a la negaci¨®n abierta, pasando por el aplazamiento por imperativo electoral
Mucho antes de que las guerras culturales ocupasen el espacio pol¨ªtico al nivel actual, el historiador brit¨¢nico Eric Hobsbawm previno en La izquierda y la pol¨ªtica de identidad sobre las consecuencias de considerar a la izquierda como una coalici¨®n de preferencias culturales (minor¨ªas raciales, de g¨¦nero o econ¨®micas). Alert¨® del peligro que supon¨ªa tratarla como una amalgama grupos subalternos unidos por la complicidad temporal de tener un enemigo com¨²n, en lugar de esforzarse por movilizar a las mayor¨ªas articulando objetivos compartidos de forma clara y convincente. Relegar la lucha por los valores universales, preconizaba el pensador, conducir¨ªa inevitablemente a la fragmentaci¨®n de unidades sociales cohesionadas en movimientos segmentados, enfrent¨¢ndolos entre s¨ª al subyugar los intereses generales de la sociedad a las demandas de los grupos de presi¨®n minoritarios. Adem¨¢s de generar nuevos agravios entre los excluidos del trato favorable.
En un plano diferente, pero con un trasfondo similar, la lucha contra el cambio clim¨¢tico, la primera y m¨¢s urgente causa global del momento, est¨¢ quedando astillada en un coctel de variantes esc¨¦pticas que van desde la omisi¨®n a la negaci¨®n abierta, pasando por el aplazamiento por imperativo electoral ¡ªgran ausente en el cara a cara de S¨¢nchez y Feij¨®o. Todo menos reconocer el car¨¢cter prioritario e inaplazable de la cuesti¨®n.
En materia ambiental las variables ideol¨®gica y partidista pesan y marcan agenda. El populismo de la derecha ¡ªayer Bolsonaro y Trump en Brasil y Estados Unidos, hoy Abascal en Espa?a, emulado por Ayuso¡ª recurre a una ret¨®rica anti-establishment que identifica las pol¨ªticas verdes con una ¨¦lite financiera internacional qu¨¦ en comuni¨®n con el lobby cient¨ªfico, maquinan sin piedad para estafarnos. Versi¨®n moderna de las teor¨ªas de conspiraci¨®n atribuidas a la francmasoner¨ªa. Una forma de capitalizar el descontento que genera la transici¨®n energ¨¦tica entre sectores muy diversos: los perjudicados econ¨®micamente ¡ªagricultores necesitados de agua, usuarios de coches contaminantes; aquellos que no desean que les ag¨¹en la fiesta del hedonismo consumista, cueste lo que cueste; y no pocos que se sienten desbordados por el asunto. El fen¨®meno est¨¢ alcanzando tal dimensi¨®n que ha adquirido car¨¢cter de destino ineludible, sobre el que los individuos no tienen control, frente al que no cabe luchar, tan s¨®lo entregarse con c¨ªnica resignaci¨®n.
Error de c¨¢lculo a contracorriente de una fuerza mayor: la evidencia. En cuanto aumenten los costes paliativos del calentamiento global y las p¨¦rdidas econ¨®micas meng¨¹en los beneficios de empresarios y particulares, se buscar¨¢n responsables a los que culpabilizar. Conforme vivamos el incremento de episodios extremos cambiar¨¢ la valoraci¨®n e interpretaci¨®n de los hechos. Ya est¨¢ ocurriendo. Seg¨²n el Foro Econ¨®mico Mundial, el n¨²mero de congresistas norteamericanos que niegan el cambio clim¨¢tico se ha reducido un 23% en los ¨²ltimos seis a?os. Y el instituto PEW informa que en Estados Unidos la vivencia de episodios ambientales inusuales est¨¢ reforzando la percepci¨®n del cambio clim¨¢tico como problema real entre votantes dem¨®cratas y republicanos. En diferente grado, pero a la par. Tendencia que se reforzar¨¢ en la medida que padezcan cuerpos y bolsillos. En un plano mundial la preocupaci¨®n es mayor. Las poblaciones de Asia-Pac¨ªfico y Am¨¦rica Latina se?alan a la crisis clim¨¢tica como la principal amenaza en un futuro inmediato.
El negacionismo decae, y los negacionistas, cercanos al estatus de paria, son minor¨ªa. No lo olvidemos. Tampoco es sostenible en el tiempo la disociaci¨®n calentamiento-acci¨®n humana. M¨¢s all¨¢ de que se declare el Antropoceno hasta el esc¨¦ptico m¨¢s recalcitrante comprende que el planeta carece de chimeneas por las que ventilar las emisiones de carbono, canales de fugas al espacio exterior. Lo que aqu¨ª se cuece, aqu¨ª se queda. Lo saben los productores del campo que observan como agosta en abril y graniza en junio, los marineros que ven mermar la pesca disponible (entre los m¨¢s afectados, los espa?oles). Lo experimentar¨¢n este verano aquellos que busquen refugio en los espacios asignados por los ayuntamientos para evitar s¨ªncopes y desmayos.
Si para la izquierda la apuesta por las guerras culturales esconde la dificultad de abordar las causas estructurales de la desigualdad social, para la derecha el atrincheramiento en posiciones de relativizaci¨®n o rechazo de la crisis clim¨¢tica manifiesta la incapacidad de pensar el futuro, de generar una visi¨®n innovadora que act¨²e desde la ciencia, la econom¨ªa y la pol¨ªtica. Nada inhibe a los liberales de sumarse, incluso liderar, a la lucha contra el calentamiento. Buques insignias del libre mercado, como el Financial Times ¡ªla Biblia del capitalismo¡ª, o el mencionado Foro Econ¨®mico Mundial, han incorporado a sus contenidos el debate sobre el ¡°capitalismo sostenible¡±, sobre el que convergen los principios del mercado libre, la protecci¨®n del medioambiente y el bienestar social.
Se necesita construir una causa com¨²n y universal frente a la emergencia clim¨¢tica. No cabe sectorizarla en antagonismos derecha/izquierda, norte-sur, ricos-pobres, porque a diferencia de otras, esta no es postergable. Un a?o m¨¢s, el planeta supera m¨¢ximas en temperaturas y emisi¨®n de gases ¡ªen M¨¦xico han rozado los 50?C. Los negacionistas se convertir¨¢n en marginales, a riesgo de ser vistos como una minor¨ªa que fuerza sus intereses sobre la mayor¨ªa.
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