Un acuerdo pol¨ªtico para un pa¨ªs innovador
Si queremos que Espa?a sea m¨¢s sostenible, m¨¢s justa y m¨¢s pr¨®spera, el motor de ese avance es la innovaci¨®n, que debe situarse como una de las prioridades nacionales
Terminado el pulso electoral, ha llegado el momento de iniciar conversaciones para plantearse la conformaci¨®n de la nueva mayor¨ªa parlamentaria y el futuro Gobierno. La negociaci¨®n de las prioridades pol¨ªticas supone una nueva oportunidad para acometer los problemas, desaf¨ªos y oportunidades que la campa?a ha dejado de lado, de manera que los acuerdos program¨¢ticos que se alcancen ser¨¢n fundamentales para determinar el futuro de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica.
Prioridades de alcance hay muchas, pero algunas de ellas son verdaderamente comunes a cualquier proyecto, tanto por la urgente necesidad de acometerlas, como por el consenso que, al menos discursivamente, se ha mostrado en torno a las mismas. La revisi¨®n de la historia econ¨®mica de los pa¨ªses m¨¢s exitosos en las ¨²ltimas d¨¦cadas nos lleva a identificar un factor que ha incidido en el progreso econ¨®mico y social de naciones tan diversas como los pa¨ªses n¨®rdicos, Singapur o Corea del Sur: el car¨¢cter innovador de sus econom¨ªas. Si sacamos lecciones de sus experiencias, pronto descubriremos que lo que debe hacer un pa¨ªs para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos es establecer como una prioridad nacional la innovaci¨®n, en el sentido m¨¢s amplio de la palabra. Es la innovaci¨®n y el progreso tecnol¨®gico el factor fundamental que hace crecer a una econom¨ªa y la prepara para asumir los retos m¨¢s importantes que tiene por delante. Si queremos un pa¨ªs m¨¢s sostenible, m¨¢s justo y m¨¢s pr¨®spero, el motor de ese avance es la innovaci¨®n. Si, adem¨¢s, queremos un pa¨ªs m¨¢s aut¨®nomo y con menor dependencia tecnol¨®gica, lo que debemos hacer es mejorar nuestro ecosistema de innovaci¨®n. La innovaci¨®n ha permitido que la energ¨ªa renovable y la electrificaci¨®n del transporte sean una realidad, ha acelerado la lucha contra enfermedades hasta hace poco mortales y ha prolongado nuestra esperanza de vida. La evidencia muestra que las empresas innovadoras generan empleo de m¨¢s calidad y m¨¢s estable, y que las exportaciones basadas en la innovaci¨®n generan m¨¢s valor a?adido. Las sociedades m¨¢s innovadoras son tambi¨¦n las que m¨¢s progreso social disfrutan, y son en esas sociedades donde la renta per capita se sit¨²a en los umbrales m¨¢s altos.
Ausente totalmente en el debate de la campa?a electoral, como muchos otros temas esenciales, nuestro sistema de innovaci¨®n requiere una atenci¨®n espec¨ªfica. Pese a los avances, Espa?a no destaca en el contexto europeo de innovaci¨®n. De acuerdo con la Comisi¨®n Europea, Espa?a se posiciona entre los innovadores ¡°moderados¡±, con cierto progreso en los ¨²ltimos a?os, pero seguimos por detr¨¢s de la media europea. Con una inversi¨®n de un 1,43% de su PIB en I+D, y una cifra similar en innovaci¨®n empresarial, estamos lejos de los pa¨ªses punteros. Espa?a se plantea alcanzar el 2,7% del PIB en I+D en 2027, pero el problema que tenemos no es ¨²nicamente de uso de fondos, sino de dise?o de nuestro ecosistema de innovaci¨®n, excesivamente parcializado en diferentes niveles administrativos y ¨¢mbitos competenciales, y presa de una cultura que tiende a minimizar los riesgos, en vez de a maximizar las oportunidades. En los ¨²ltimos a?os, Espa?a ha planteado un importante desarrollo estrat¨¦gico tanto desde el punto de vista nacional como desde las diferentes comunidades aut¨®nomas, pero, a la hora de la verdad, nuestro sistema no termina de funcionar como esperamos.
No deber¨ªamos conformarnos. Nuestro pa¨ªs puede y debe marcarse un objetivo ambicioso para mejorar notablemente su desempe?o innovador en los pr¨®ximos a?os. Las prioridades deber¨ªan establecerse en todos los ¨¢mbitos relativos a nuestra pol¨ªtica de innovaci¨®n, desde el compromiso pol¨ªtico y la arquitectura del sistema hasta la sensibilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Ser¨ªa ambicioso, pero realista, proponerse como acuerdo de Estado alcanzar el 3% del PIB en innovaci¨®n para el a?o 2030, recuperando el consenso sobre los objetivos de su pol¨ªtica de innovaci¨®n, reforzando la seguridad jur¨ªdica y reformando la arquitectura administrativa que gestiona y atiende el sistema innovador espa?ol. La financiaci¨®n es esencial, y Espa?a deber¨ªa mejorar su sistema de bonificaciones e incentivos fiscales a la innovaci¨®n, como ya sugirieron la Airef y la comisi¨®n de expertos sobre la reforma tributaria, que han se?alado importantes ¨¢reas de mejora. Tambi¨¦n debemos reforzar la cooperaci¨®n dentro de nuestro ecosistema de innovaci¨®n, con especial atenci¨®n a las relaciones entre las universidades y las empresas. Finalmente, deber¨ªamos apostar por mejorar la sensibilizaci¨®n p¨²blica sobre la importancia de la ciencia, la innovaci¨®n y la I+D. Los fondos de la Uni¨®n Europea han abierto una importante oportunidad para avanzar, pero debemos consolidar un sistema innovador s¨®lido y que movilice recursos m¨¢s all¨¢ del propio plan de recuperaci¨®n y resiliencia. El mensaje que se debe trasladar es inequ¨ªvoco: la innovaci¨®n es una pieza clave para asegurar una sociedad pr¨®spera en el presente y en el futuro. En definitiva, no habr¨¢ transici¨®n econ¨®mica, digital o ambiental justa si no situamos nuestra pol¨ªtica de innovaci¨®n como una de las prioridades nacionales, que deber¨ªa reflejarse en cualquier negociaci¨®n responsable sobre el futuro de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica y social.
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