Arag¨®n: palabras envenenadas
El objetivo de Vox es que los populares ya no se tengan que preocupar por pactar con ellos porque, en ¨²ltima instancia, ambos terminen defendiendo lo mismo
Tras quedar lejos de sus previsiones en las elecciones generales, el Partido Popular qued¨® en shock. Algunas voces plantearon que la docilidad con la que los conservadores hab¨ªan pactado gobiernos auton¨®micos con la extrema derecha tuvo algo que ver. ?Tienen razones para pensar as¨ª?
Sin duda, pes¨® en los resultados de la izquierda. S¨¢nchez fue h¨¢bil al mezclar la convocatoria de elecciones con un PP que, incluso tras el requiebro extreme?o, se dedic¨® a cerrar pactos con Vox urbi et orbi en ciudades y autonom¨ªas. Los ministros de Vox pasaron a ser cre¨ªbles. Eso ayud¨® a la movilizaci¨®n de sus votantes dormidos el 28-M, al cierre de las fugas de la izquierda hacia el PP o a que hubiera voto ¡°prestado¡± del nacionalismo tras la candidatura de Pedro S¨¢nchez.
Por su parte, el crecimiento del PP no fue tan espectacular como se esperaba. En la derecha, una parte del voto flotante o que ven¨ªa de Ciudadanos y parec¨ªa apostar por N¨²?ez Feij¨®o se desmotiv¨® en la campa?a o se acab¨® absteniendo. Como en el anterior caso, con las poselectorales afinaremos el peso de cada factor. As¨ª y todo, estos hechos casan igualmente con la idea de que pactar con Vox enajen¨® parte de ese voto y convirti¨® al PP en una fuerza exc¨¦ntrica (en sentido estricto).
Esta realidad encaja perfectamente con el contexto de Arag¨®n porque es una comunidad que se asemeja mucho a Espa?a. Izquierdas, derechas y regionalistas de ambas sensibilidades conforman una regi¨®n plural, sin posibilidad de mayor¨ªas absolutas y haciendo imprescindible el acuerdo. Y, como en Espa?a, un Partido Popular que se queda sin aliados territoriales cuando Vox entra en la ecuaci¨®n, pero que cuando lo precisa para llegar a la mayor¨ªa absoluta, recurre sin ambages a la extrema derecha. Jorge Azc¨®n podr¨¢ escapar de la foto de un pacto que lo saca del carril central (?por qu¨¦ no estuvo en la firma? ?Le daba verg¨¹enza asistir?), pero no podr¨¢ hacerlo de las reuniones de su Gabinete el resto de la legislatura.
El Partido Popular y Vox no difieren apenas en su programa econ¨®mico, que nadie espere discrepancias ah¨ª. Los de Abascal siguen la estrategia de Marion Mar¨¦chal-Le Pen: olv¨ªdense de proteccionismo o buscar voto obrero, seamos (neo)liberales sin ambages porque esto va de reemplazar a la derecha moderada por una alejada de los consensos sociales. Por eso, para ellos es fundamental ¡°contaminar¡± a los conservadores de su ret¨®rica, sacarlos de cualquier acuerdo fundamental sobre derechos de minor¨ªas sexuales, de la mujer o sobre la inmigraci¨®n. Alimentando al alma m¨¢s dura del PP, aunque el sorpasso est¨¦ lejos en votos, asaltan la fortaleza desde el campo de las ideas.
Por eso, en cada pacto, como los de Arag¨®n, la Comunidad Valenciana, Extremadura o Baleares, se retuercen las palabras para que las pol¨ªticas p¨²blicas vayan detr¨¢s. Que nadie se equivoque: el objetivo de Vox es que los populares ya no se tengan que preocupar por pactar con ellos porque, en ¨²ltima instancia, ambos terminen defendiendo lo mismo.
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