De Ucrania a ?frica
No puedo dejar de sorprenderme por el inmenso contraste entre la hipermoralizaci¨®n casi hist¨¦rica de la disputa pol¨ªtica en el interior de las democracias y la amoralizaci¨®n total hacia lo que ocurre en el exterior
No es mucho lo que todav¨ªa se sabe de la reorganizaci¨®n de los Wagner, los mercenarios de Prigozhin, pero Polonia teme que algunos de los soldados a su servicio puedan ir infiltr¨¢ndose en su territorio desde la frontera con Bielorrusia, o que faciliten que se cuelen migrantes ilegales. El primer ministro polaco, Morawiecki, lo ha calificado ya como una manifestaci¨®n de ¡°guerra h¨ªbrida¡±, un mecanismo m¨¢s para desestabilizar a los pa¨ªses de UE.
Despu¨¦s del golpe militar en N¨ªger que derroc¨® al presidente Bazoum, el foco se pone ahora de nuevo sobre ?frica y el papel que pueda estar jugando en esta operaci¨®n el grupo de los mercenarios rusos. La aparici¨®n de banderas de Rusia en las manifestaciones a favor del general golpista Abderram¨¢n Tiani dan que pensar, aunque se ignora si fue instigado por aquel pa¨ªs o cu¨¢l pueda ser la estrategia que mueve a Putin en la creciente presencia de su pa¨ªs en el Sahel y ?frica central y occidental. Que tenga aspiraciones a sus recursos naturales se da por descontado, del mismo modo que Wagner consigue parte de su financiaci¨®n contribuyendo a la protecci¨®n de los reyezuelos de diversas juntas militares. El nuevo temor va, sin embargo, en otra direcci¨®n. N¨ªger ven¨ªa haciendo de importante tamp¨®n con capacidad para filtrar la migraci¨®n irregular que flu¨ªa hacia Europa; si se desactivan estas medidas queda el campo expedito para facilitar nuevas olas migratorias hacia Europa. ?frica es una bomba demogr¨¢fica, se espera un aumento de la poblaci¨®n en unos mil millones de personas para el a?o 2050, ?por qu¨¦ no podr¨ªa utilizarla Rusia como eficaz medio para debilitar a sus enemigos europeos?
Las migraciones ya ven¨ªan siendo de hecho una de las cuestiones elegidas por el Kremlin para sus campa?as de desestabilizaci¨®n de las sociedades occidentales, y de ah¨ª su apoyo a los partidos de ultraderecha. Es la fibra m¨¢s sensible de la que pende el equilibrio cohesionador de estas y, por tanto, tambi¨¦n el objetivo m¨¢s goloso. Sobre ese trasfondo se entiende tambi¨¦n la lenidad de Putin hacia el pseudogolpe de Prigozhin. Pero me gustar¨ªa llevar la reflexi¨®n por otra direcci¨®n. No puedo dejar de sorprenderme por el inmenso contraste entre la hipermoralizaci¨®n casi hist¨¦rica de la disputa pol¨ªtica en el interior de las democracias y la amoralizaci¨®n total hacia lo que ocurre en el exterior. Nos hemos inmunizado ya frente a las descripciones de la barbarie con las que se nos va informando de las actividades contra la poblaci¨®n civil ucrania, o la represi¨®n interior de los disidentes rusos (no veo que nos rasguemos las vestiduras con la intensidad con la que reaccionamos a cualquier declaraci¨®n de alg¨²n personaje de nuestra pol¨ªtica.) O la cat¨¢strofe humanitaria de quienes tratan de atravesar el Mediterr¨¢neo. Y ahora esta amenaza de utilizar la miseria humana como arma en la disputa geopol¨ªtica. El hombre siempre como medio, no como un fin en s¨ª mismo. La parte buena es que tendremos que ponernos las pilas y crear las condiciones para ayudar a ese continente. No por empat¨ªa humana, sino para evitar las consecuencias de no hacerlo. Un signo m¨¢s de la regresi¨®n en la que estamos.
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