Alta tensi¨®n en N¨ªger
Un conflicto resultar¨ªa catastr¨®fico en una regi¨®n devastada por la pobreza, el cambio clim¨¢tico y la violencia yihadista
El golpe de Estado en N¨ªger del 26 de julio y la airada reacci¨®n de la Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental (Cedeao) han puesto al continente africano al borde de un grave conflicto. El organismo regional no se ha limitado a aprobar sanciones econ¨®micas, sino que ha amenazado con una intervenci¨®n militar para devolver el poder a los civiles. El riesgo de ejecutar esa amenaza es alto: los reg¨ªmenes militares de Mal¨ª y Burkina Faso parecen dispuestos a defender a los generales nigerinos, y la opci¨®n de una guerra entre bloques en el Sahel sigue sobre la mesa, aunque de momento se impone la v¨ªa diplom¨¢tica.
La amenaza de la Cedeao es muy real. En su reuni¨®n del jueves, los jefes de Estado de la regi¨®n aprobaron activar una fuerza militar para intervenir en N¨ªger. Los golpistas no han dado muestras de ceder a la presi¨®n y se niegan a liberar al presidente leg¨ªtimo, Mohamed Bazoum, que sigue retenido en su residencia. Sin embargo, las consecuencias de un conflicto resultar¨ªan catastr¨®ficas en una regi¨®n ya devastada por la pobreza y el cambio clim¨¢tico y donde el avance yihadista ha causado decenas de miles de muertos y unos cuatro millones de refugiados y desplazados en la ¨²ltima d¨¦cada.
Desde 2020, nada menos que seis golpes de Estado han tenido ¨¦xito en ?frica occidental. Cuatro pa¨ªses ¡ªGuinea, Mal¨ª, Burkina Faso y la propia N¨ªger¡ª est¨¢n en manos de militares. El hartazgo por este retroceso democr¨¢tico est¨¢ detr¨¢s de la firmeza de la Cedeao, pero tambi¨¦n planean sobre ella los intereses occidentales y la geopol¨ªtica mundial. El uranio de N¨ªger alimenta las centrales nucleares francesas, y el pa¨ªs alberga dos bases estadounidenses y a unos 1.500 soldados galos tras su expulsi¨®n de Mal¨ª y Burkina Faso. N¨ªger se hab¨ªa convertido en el centro saheliano de las pol¨ªticas occidentales, tanto para su estrategia de defensa en el flanco sur de la OTAN como para el control migratorio. De ah¨ª que la UE reclame una posici¨®n com¨²n ante la crisis y EE UU insista en explorar la v¨ªa diplom¨¢tica.
Existe, adem¨¢s, una fundada sospecha de que Rusia mueve sus peones para continuar ganando presencia e influencia en ?frica. Apoyado en el creciente sentimiento antioccidental de esta regi¨®n, que Mosc¨² estimula a trav¨¦s de las redes sociales, y con el grupo de mercenarios Wagner como punta de lanza, el r¨¦gimen ruso conquista aliados al mismo ritmo que Occidente los pierde. Rusia ya es el principal exportador de armas al continente, pero quiere m¨¢s.
En los ¨²ltimos d¨ªas, numerosas voces se han alzado para reclamar m¨¢s di¨¢logo con los golpistas y en contra de un conflicto de alto riesgo. Nigeria es un claro ejemplo. Mientras el presidente Bola Tinubu, actual l¨ªder de la Cedeao, es el principal impulsor de la intervenci¨®n militar, la clase pol¨ªtica y la sociedad civil rechazan la opci¨®n armada. Ambos pa¨ªses comparten 1.500 kil¨®metros de frontera, donde grupos armados y bandas de delincuentes operan desde hace a?os. Y tiene m¨¢s de 200 millones de habitantes.
La actitud del general Tchiani, l¨ªder de la junta militar, no facilita las cosas, pero la obligaci¨®n de las potencias y los organismos internacionales es tanto defender la democracia como preservar la paz. El desaf¨ªo al que se enfrenta la regi¨®n es enorme y de las decisiones que se adopten depende su futuro en gran medida. Esta crisis deber¨ªa hacer reflexionar al mundo sobre lo que est¨¢ ocurriendo en el Sahel, donde los intereses de unos y otros y la explotaci¨®n de los recursos naturales han merecido m¨¢s atenci¨®n que la pobreza extrema y el abandono de millones de personas, que es el verdadero origen de todos los males.
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