In¨²til turista
Lo que ha pasado con el terremoto de Marruecos demuestra que viajar a otro pa¨ªs solo sirve para consumir al otro convertido en clich¨¦ y colgarse la medalla de la distancia recorrida
?Para qu¨¦ sirve el turismo en realidad? Est¨¢ la b¨²squeda de un paisaje distinto, una belleza desconocida, para renovar nuestra capacidad de asombrarnos ante el mundo (en rife?o las mujeres llamaban a esto ¡°refrescar la mirada¡±). Pero paisajes bonitos y distintos los hay muy cercanos. ?Por qu¨¦ nos desplazamos a centenares, miles de kil¨®metros? En principio, nos mueve la curiosidad por lo lejano, por descubrir otras formas de vivir, pero desenga?¨¦monos: el turismo no solo no sirve para conocer al ¡°otro¡±, sino que, en muchos casos, conformados los viajeros con decorados de cart¨®n piedra y reconfortados por la confirmaci¨®n de sus prejuicios, puede incluso ser contraproducente para el intercambio intercultural real. Primero, porque la relaci¨®n entre turista y habitante est¨¢ ya viciada de antemano; es un v¨ªnculo pervertido por las enormes necesidades materiales de los ¨²ltimos y el poder econ¨®mico de los primeros. Incluso los gu¨ªas, muchos de ellos fabuladores de rica inventiva, lo alimentan al servicio de un imaginario que les entra muy bien a quienes van a pasar unos d¨ªas, como mucho un par de semanas en el pa¨ªs que visitan. En Egipto, uno de estos creativos contest¨® a la pregunta de por qu¨¦ tantos hombres tienen una mancha en su frente diciendo que es porque rezan mucho. Y el grupo se lo crey¨® porque era algo veros¨ªmil dentro de la visi¨®n que ten¨ªan del musulm¨¢n como ferviente devoto. Les dio igual que los rezos se hagan siempre apoyando levemente frente y nariz sobre mullidas alfombras.
Que hacer turismo solo sirve para consumir (consumir al otro convertido en clich¨¦) y colgarse la medalla de la distancia recorrida lo demuestra lo que ha pasado con el terremoto de Marruecos. Si les pilla una cat¨¢strofe natural en alguna parte, procuren tener cerca a cualquier tipo de persona menos a un turista. Lo primero que hace el viajero superficial es irse corriendo, aunque tenga que pagar los billetes de avi¨®n a precio de oro y a su alrededor se amontonen los escombros bajo los que puede haber sepultadas personas vivas. Ah¨ª es donde se demuestra lo desconectado que est¨¢ emocionalmente de quienes hasta entonces observaba con curiosidad exotizante. No sabe nada de las manos que cocinaron esos deliciosos manjares que degust¨® con admiraci¨®n ni de las que tejieron esa aut¨¦ntica alfombra bereber. Ya ha pagado, ?qu¨¦ m¨¢s quieren? Eso s¨ª, luego regresar¨¢ admirado de la enorme hospitalidad de unas gentes que te lo dan todo aunque no tengan nada. Nunca se le ocurre copiar de los marroqu¨ªes tan generoso y asombroso comportamiento.
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