La pe?a insufrible de este mundo
Es muy dif¨ªcil saber de qu¨¦ lado estamos en una sociedad donde el sentimiento predominante es la decepci¨®n
¡°Un mont¨®n de gente valiosa con inseguridades y bloqueos y sin embargo un mont¨®n de pe?a insufrible con la certeza de que el mundo les debe algo¡±, escribe Ignacio Pato en Twitter (me niego a llamarlo X). Un tuit an¨®nimo que cae sobre la plataforma como una l¨¢grima azul. Siento el fondo decepcionado del autor de este mensaje y me quedo un rato pensando en qu¨¦ clase de persona soy yo. ?Soy de la gente valiosa o formo parte de la pe?a insufrible? Antes de responder, dedico un ratito a intercambiar las cualidades del tuit, de tal modo que fuera la gente valiosa la que tuviera la certeza de que el mundo le debe algo y la pe?a insufrible padeciese inseguridades y bloqueos. Vuelvo a hacerme la pregunta.
Un mont¨®n de gente valiosa con inseguridades y bloqueos y sin embargo un mont¨®n de pe?a insufrible con la certeza de que el mundo les debe algo.
— Ignacio Pato (@ipatolorente) September 13, 2023
En el fondo, creo que da igual c¨®mo se ordenen los t¨¦rminos, porque es muy dif¨ªcil saber de qu¨¦ lado estamos en una sociedad donde el sentimiento predominante es la decepci¨®n. Es decir, tanto la pe?a insufrible como la gente valiosa se sienten decepcionadas. Y los decepcionados siempre ven el mundo patas arriba. Me acuerdo de cuando Yasmina Reza entrevist¨® a Nicol¨¢s Sarkozy para su libro El alba la tarde o la noche y, en un momento dado, el entonces presidente de la R¨¦publique coment¨®: ¡°La ambici¨®n transforma el deseo en incandescencia. Mira, lo tengo todo para estar contento; so?aba con tener un partido y lo tengo, so?aba con ocupar los m¨¢s bonitos cargos ministeriales y los he tenido. So?aba con estar aqu¨ª y ya estoy. Pero no tengo emoci¨®n. Es dur¨ªsimo. Ya estamos en la presidencia. Ya no estoy antes¡±. Freud ya dijo que lo m¨¢s dif¨ªcil de aprender en este mundo es que no podemos tenerlo todo.
En realidad, de una forma o de otra lo que cada cual expresa es su decepci¨®n por no tenerlo todo o, como m¨ªnimo, por no tener otra cosa. O a¨²n peor, porque ahora no fuera antes, como le suced¨ªa a Sarkozy. Y como les sucede a tant¨ªsimos pensadores desorientados de nuestro tiempo. ?ltimamente, la gran decepci¨®n intelectual es descubrir que ahora ya no es antes. Es decir, que en el mejor de los casos lo que nos faltar¨ªa es que el tiempo fuera reversible y pudi¨¦ramos andar hacia atr¨¢s. O estar atr¨¢s cuando estamos adelante. O estar adelante y tambi¨¦n atr¨¢s. Una especie de ubicuidad ser¨ªa de lo m¨¢s conveniente para evitar as¨ª la decepci¨®n, que de todas formas sentir¨ªamos.
El mundo siempre est¨¢ mal, y la justicia queda para los momentos m¨¢gicos. Por otra parte, como nunca podemos estar seguros de la justicia, ni de qui¨¦n la imparte ni de si est¨¢ redactada como Dios manda, habr¨ªa que tomarse los premios y galardones de este mundo como parte de un bingo colosal. Puede parecer sencillo formar parte de la gente maravillosa con inseguridades y bloqueos, pero lo cierto es que la tentaci¨®n de los insufribles es m¨¢s seductora de lo que parece a simple golpe de tuit. Al final, ya seamos maravillosos o insufribles, de lo que estoy segura es de que lo peor se lo llevar¨¢n quienes crean que el mundo les debe algo, porque esos van a tener que esperar m¨¢s que Rask¨®lnikov. En el caso de que acierten qui¨¦n y qu¨¦ es realmente el mundo. Finalmente, huyo de Twitter para buscar refugio en un libro. Esta tarde elijo volver a la novela de Ocean Vuong En la tierra somos fugazmente grandiosos. No solo estamos hechos de decepci¨®n. Aunque nos cueste pensar y sentir lejos de ella.
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