D¨ªas de libros p¨®stumos
Muere un autor, lo lloramos un rato, le prometemos memoria perdurable y lo olvidamos. Quiz¨¢ una reedici¨®n, un homenaje, devuelvan al cabo de los a?os su nombre al presente
?ltimamente resucitan pocas personas. El mundo de la literatura, tan poblado de inmortales, no escapa a esta propiedad de nuestro tiempo. Muere un autor m¨¢s o menos c¨¦lebre, lo lloramos un rato en los medios de comunicaci¨®n y en las redes sociales, resaltamos sus m¨¦ritos, le prometemos memoria perdurable y lo olvidamos. Quiz¨¢ una reedici¨®n, un homenaje, un estudio biogr¨¢fico devuelvan al cabo de los a?os su nombre a la pasajera consideraci¨®n del presente. Se me hace que tan nobles iniciativas representan m¨¢s un consuelo de vivos que un suplemento de vida para los muertos. Perpetuidad, desde luego, no confieren, a menos que se tenga por tal la circunstancia de que un nombre merezca dilatada rememoraci¨®n. Autores fenecidos retornan con un suced¨¢neo de presencia merced a la publicaci¨®n de obras p¨®stumas, bien porque ellos as¨ª lo dispusieron, con el c¨¢lculo de dificultarle la digesti¨®n al voraz olvido, bien porque, tras hurgar en sus gavetas o en sus archivos de ordenador, herederos y editores hallaron material in¨¦dito y lo difunden como quien rescata un rescoldo de las cenizas. Unos cuantos y doctos libros de la especie referida nos permiten en las actuales calendas septembrinas entablar conversaci¨®n literaria con los difuntos. Anagrama ha publicado el esperado tomo tercero de los Diarios de Rafael Chirbes y Tusquets El hombre de la guerra, novela que quiz¨¢ suponga la ocasi¨®n de leer por ¨²ltima vez algo nuevo de Ramiro Pinilla. Taurus ofrece De im¨¢genes tambi¨¦n se vive, compendio de memorias en las que Carlos Saura estuvo trabajando hasta pocos d¨ªas antes de su defunci¨®n. La correspondencia de Juan Luis Alborg durante la Guerra Civil, editada por UMA Editorial y Publicacions de la Universitat de Val¨¨ncia, forma asimismo parte de esta n¨®mina, supongo que ampliable, de autores que, sin haber resucitado, nos brindan la grata ilusi¨®n de su compa?¨ªa.
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