La izquierda anti-¡®woke¡¯
El objetivo de Sahra Wagenknecht, la figura m¨¢s relevante de Die Linke, es distanciarse de la superioridad moral de la nueva izquierda culturalista, ecologista, feminista y anticolonialista
Antes de fin de a?o es casi seguro que se producir¨¢ una escisi¨®n en Die Linke, el partido alem¨¢n m¨¢s a la izquierda. Sahra Wagenknecht, su figura m¨¢s relevante y carism¨¢tica, est¨¢ a punto de crear un nuevo partido. Con ello no solo producir¨ªa la pr¨¢ctica desaparici¨®n parlamentaria de su partido originario, ahora mismo al borde del l¨ªmite del 5% necesario para acceder al Bundestag, sino que tambi¨¦n, y esto es lo extraordinario, puede desinflar considerablemente las expectativas de la extrema derecha, la AfD. ?C¨®mo es posible, se preguntar¨¢n, que la cara m¨¢s visible de la extrema izquierda puede atraer a la vez a votantes m¨¢s ultras de la derecha? Seg¨²n los sondeos, podr¨ªa llegar a alcanzar el 10% de los votos totales, m¨¢s que duplicando los de su partido original, pero podr¨ªa llevarse 4 de cada 10 votantes de los dos partidos mencionados. En esto consiste el enigma del ¡°conservadurismo de izquierdas¡± que dice representar. ?Aparte de su carisma, qu¨¦ es lo que la hace tan atrayente para quienes se colocan fuera del establishment?
En su libro Die Selbstgerechten (Los fariseos), no deja t¨ªtere con cabeza. Su objetivo es distanciarse de la superioridad moral de la nueva izquierda culturalista, ecologista, feminista y anticolonialista, que habr¨ªa sido conquistada por el liberalismo de izquierdas de raigambre woke; esto es, del discurso que se habr¨ªa hecho fuerte en partidos como Los Verdes para desde all¨ª buscar su hegemon¨ªa en la opini¨®n p¨²blica.
Al final se acabar¨ªa enredando en cuestiones sobre qu¨¦ estilos de vida son los pol¨ªticamente correctos en vez de sobre lo que de verdad deber¨ªa preocupar a la izquierda: las cuestiones relativas a qui¨¦n ostenta el verdadero poder; el econ¨®mico, por supuesto. A aquellos les preocupa m¨¢s, a la postre, fiscalizar el lenguaje para sostener el blablabl¨¢ feminista y ecologista que cambiar la base material que hace imposible la cohesi¨®n social o que pueda traducirse en algo verdaderamente emancipador. Dicho en buen marxista, ser¨ªan recursos ideol¨®gicos destinados a encubrir la reproducci¨®n del poder de siempre, el del capital; cambiarlo todo para que todo siga igual. Las empresas reemplazan sus fuentes de negocios mediante la creaci¨®n de productos ecol¨®gicos o introduce mujeres en sus ¨®rganos de direcci¨®n, pero su situaci¨®n de poder social permanece inalterada.
Estos tics anti-woke son agua de mayo tambi¨¦n para los electores de ultraderecha, as¨ª como el pacifismo radical de Wagenknecht en el conflicto de Ucrania o el establecer claros l¨ªmites a la inmigraci¨®n. Los hipermoralizados verdes no tienen ning¨²n problema, dice, en aplaudir el rearme del pa¨ªs, y el problema no es ocuparnos de los asilados, sino de eliminar la explotaci¨®n en ?frica; antes de acoger a los de fuera hay que velar adem¨¢s por el bienestar de los de dentro. Lo que predica, en suma, conecta bien con gran parte de los grupos que votan a la AfD porque se sienten social y econ¨®micamente marginados y alienados por el nuevo discurso, que perciben como intolerante frente a quienes disienten de ¨¦l. Lo que est¨¢ por ver es si bastar¨¢ para reconducirlos hacia una izquierda que se ve a s¨ª misma como la ¡°aut¨¦ntica¡±, la de siempre. Aunque ya nada puede evaluarse con las categor¨ªas tradicionales.
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