Tiempo de normalidad institucional
Ser¨ªa esperable que Feij¨®o valorara en el Parlamento y no en la calle la situaci¨®n pol¨ªtica en Catalu?a y c¨®mo abordarla
Como candidato a la presidencia del Gobierno propuesto por el Rey y convocado por la presidenta del Congreso, esta pr¨®xima semana Alberto N¨²?ez Feij¨®o har¨¢ sonar el silbato para que comience el tr¨¢mite parlamentario dirigido a la obtenci¨®n de la confianza de la C¨¢mara. De acuerdo a una perfecta normalidad democr¨¢tica y constitucional, el proceso servir¨¢ tambi¨¦n para poner en marcha el reloj electoral en caso de que la investidura resultara fallida. A partir de entonces se inicia el plazo de dos meses en los que el Rey, de acuerdo al art¨ªculo 99 de la Constituci¨®n, puede realizar una nueva ronda de consultas a los partidos pol¨ªticos, y proponer a otro candidato en la eventual situaci¨®n de que este quisiera intentar ser investido presidente, como es el caso del l¨ªder del Partido Socialista, Pedro S¨¢nchez.
La Constituci¨®n de 1978 marca las pautas y los tiempos con arreglo a los cuales debe racionalizarse este importante momento pol¨ªtico: si durante este tiempo no se inviste a un presidente del Gobierno, habr¨¢n de disolverse las Cortes y convocarse nuevas elecciones. La racionalidad de este proceso constitucional se concreta en el hecho de que no favorece a ning¨²n candidato, m¨¢s bien lo que busca es propiciar el consenso entre las distintas fuerzas pol¨ªticas para que estas apoyen la investidura de un presidente. Hasta ahora, todos los mecanismos institucionales recogidos en la Constituci¨®n han funcionado para culminar ese proceso de legitimaci¨®n democr¨¢tica de elecci¨®n del presidente propio de un sistema parlamentario. Esta racionalidad y normalidad institucional contrastan con el clima de histeria que algunas personalidades pol¨ªticas ¡ªen activo y retiradas¡ª parecen querer promover sobre la base de negociaciones de las que, como es l¨®gico, a¨²n no se conocen los resultados y que tendr¨ªan que ver con una eventual amnist¨ªa exigida por Puigdemont para hacer a S¨¢nchez presidente. La responsabilidad consiste en rebajar la tensiones, no en gesticular con el apocalipsis democr¨¢tico, y en dejar trabajar a los pol¨ªticos para que intenten alcanzar acuerdos que afronten los problemas que hoy tiene Espa?a. No hay ninguna raz¨®n para que el Partido Socialista no siga avanzando en su propuesta negociadora para concitar los apoyos parlamentarios que Feij¨®o, despu¨¦s de un mes, parece haber sido incapaz de conseguir. Y ser¨ªa deseable que el candidato popular evitara la tentaci¨®n de convertir su investidura tambi¨¦n en una suerte de moci¨®n de censura preventiva a la propuesta negociadora de S¨¢nchez mientras a la vez reclama precisamente respeto al Estado de derecho y a la sesi¨®n de investidura.
El deterioro democr¨¢tico sucede cuando no se respetan los procedimientos institucionales y el sentido para el que est¨¢n pensados. Como candidato propuesto por el Monarca para someterse a un proceso de investidura, es esperable que Feij¨®o presente ante la C¨¢mara el pr¨®ximo martes un programa de gobierno para los pr¨®ximos cuatro a?os con el objetivo de ganarse el suficiente apoyo de los grupos parlamentarios para ser investido presidente, incluso el de las fuerzas que hasta ahora le han manifestado su rechazo. La pol¨ªtica se hace en el Parlamento, por eso tambi¨¦n ser¨ªa esperable que fuera ah¨ª, y no en la calle, donde hiciera una valoraci¨®n sobre la situaci¨®n pol¨ªtica en Catalu?a y anunciara sus planes para abordarla. La calidad de la vida democr¨¢tica exige que se respete el tiempo institucional ¡ªpensado para justificar una acci¨®n desde el lenguaje gubernamental¡ª y se evite mezclarlo con el lenguaje pol¨ªtico propio del tiempo electoral. Los ciudadanos no merecen espect¨¢culos sino responsabilidad y propuestas concretas para enfrentar todos los desaf¨ªos de nuestro tiempo, tambi¨¦n el territorial.
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