La tragedia del inventor
Entre todos los an¨¢lisis llenos de ret¨®rica militarista que nos agreden a diario, no estar¨ªa de m¨¢s reflexionar sobre la permanente capacidad de prostituir cualquier avance m¨¦dico, tecnol¨®gico o visual
Una de las mejores cosas que tiene el carecer de talento para inventar nada pr¨¢ctico es no asistir a la degradaci¨®n moral de todos los ingenios. Resulta fascinante recordar c¨®mo el pobre Leonardo da Vinci, acuciado por necesidades alimenticias, puso su talento al servicio de la tortura y el da?o para dar con una serie de invenciones que optimizaran las armas del poder. En nuestros d¨ªas, un equivalente ser¨ªa la enorme evoluci¨®n de la ingenier¨ªa fronteriza, que se supera constantemente para logr...
Una de las mejores cosas que tiene el carecer de talento para inventar nada pr¨¢ctico es no asistir a la degradaci¨®n moral de todos los ingenios. Resulta fascinante recordar c¨®mo el pobre Leonardo da Vinci, acuciado por necesidades alimenticias, puso su talento al servicio de la tortura y el da?o para dar con una serie de invenciones que optimizaran las armas del poder. En nuestros d¨ªas, un equivalente ser¨ªa la enorme evoluci¨®n de la ingenier¨ªa fronteriza, que se supera constantemente para lograr que las vallas que separan a los ricos de los pobres sean m¨¢s hirientes, perversas y amenazantes. De manera similar, hay verdaderos cerebros privilegiados entregados al desfalco monetario, a la ruina de la propia empresa, a la explotaci¨®n de otras personas y a la degradaci¨®n de cualquier servicio p¨²blico. La bolsa de valores propicia un anonimato carro?ero, parecido al de las opiniones en las redes sociales, al que se a?ade la jugada urgente a inveros¨ªmil velocidad, con oscurantismo y que propicia la sensaci¨®n de inseguridad laboral y financiera en la que vivimos. Una sofisticada Edad Media, con lo que tuvo de aterrorizante espacio lleno de amenazas oscuras, en la que sobrevivimos mientras agoniza el ¨²ltimo pellizco de conciencia individual que a¨²n nos sostiene.
Las guerras suelen ser un espacio perfecto para el avance m¨¦dico y tecnol¨®gico. El poder experimentar con cobayas humanas sin que sea delito garantiza unos niveles de inventiva fuera del alcance de cualquier laboratorio legal. En la matanza de Ucrania est¨¢n jugando un papel demencial los conocidos drones, tan simp¨¢ticos juguetes que estuvieron de moda en los ¨²ltimos a?os. Esos artefactos, que llegaron para cambiar la perspectiva de la mirada de muchos realizadores audiovisuales, permit¨ªan retratar la realidad a vista de p¨¢jaro, un sue?o que demasiados endiosados personajes atesoran en su egolatr¨ªa. El dron, cuya etimolog¨ªa parece provenir del drone anglosaj¨®n, que se podr¨ªa traducir como ¡°z¨¢ngano¡±, es una extensi¨®n miniaturizada del ic¨®nico zepel¨ªn exploratorio. Algo as¨ª como sacarte un ojo, mandarlo al aire y que te devuelva una perspectiva inalcanzable para ti.
Un dron cuadric¨®ptero atac¨® a seres humanos en marzo de 2021 en el conflicto de Libia, incorpor¨¢ndose a la novedosa ¨¦poca del asesinato teledirigido, practicado ya desde tiempo atr¨¢s. Lejos del pionero telekino del ingeniero c¨¢ntabro Torres Quevedo, todos los usos l¨²dicos o cient¨ªficos del dron han quedado empalidecidos por la sobredosis criminal con que se aplica en la guerra de Putin contra Ucrania. Es as¨ª como un invento fant¨¢stico se ha transformado en un objeto volador que retrata con impasible certeza la capacidad del ser humano para fabricar su propia miseria. A la espera de que llegue el dron de reparto que sustituya a la flota de furgonetas que desfilan por nuestras ciudades, en este misterio de la compra compulsiva e inmediata, ya podemos asistir al espect¨¢culo incre¨ªble de que peque?os aparatos incluso de cart¨®n reutilizado disparen su carga explosiva esquivando los radares m¨¢s precisos. Entre todos los an¨¢lisis cargados de ret¨®rica militarista que nos agreden a diario, quiz¨¢ no estar¨ªa de m¨¢s pararse a reflexionar un rato sobre la permanente capacidad de prostituir cualquier avance m¨¦dico, nutricional, tecnol¨®gico o visual. Que se lo digan a Alfred Nobel, que a¨²n purga la culpa de su dinamita con premios a la excelencia. Los in¨²tiles sin talento inventivo festejamos nuestra carencia, pero tenemos pesadillas con lo que sufrir¨¢n nuestros hijos por culpa del ingenio humano.