Melancol¨ªa: sobreponerse es todo
Enzo Traverso analiza el auge y derrumbe de las utop¨ªas de izquierda durante el siglo XX. Con una mirada que huye de la nostalgia, se centra no en lo que fracas¨® sino en los ideales que siguen vigentes
Si acordamos entender la melancol¨ªa, seg¨²n suele ser aceptado, como la a?oranza de aquello que pudo haber sido y no fue, alguien podr¨ªa pensar que ya desde el mismo t¨ªtulo se le est¨¢ anunciando al lector del presente libro el contenido con el que se va a encontrar cuando se adentre en sus p¨¢ginas.
Pero solo en parte es as¨ª. En efecto, este Melancol¨ªa de izquierda viene tutelado por la constataci¨®n de un fracaso, el que ha dejado indeleblemente marcado al siglo XX, siglo definido, de aceptar la contabilidad de Hobsbawm, por el auge y la ca¨ªda del m¨¢s poderoso proyecto emancipador que ha conocido la historia de la humanidad. Obviamente, el desenlace del mismo extiende su sombra con efectos retroactivos sobre el entero proyecto. Nada tiene ello de extra?o. El ad¨®nde hemos ido a parar no es algo susceptible de ser obviado ni, menos a¨²n, negado (m¨¢xime cuando se hace con argumentos tan peregrinos como el de que no hubo tal fracaso porque en realidad el proyecto en cuesti¨®n no se lleg¨® a materializar en parte alguna, traicionado por todos los que hablaban en su nombre).
Ahora bien, no es de recibo limitarse a constatar el desenlace, sin extraer de ¨¦l las lecciones pertinentes o, si se prefiere, sin tomarse el trabajo de interpretarlo. Es cierto que no son pocos los que, sea por ventajismo intelectual o por simple pereza, obvian la ineludible reflexi¨®n cr¨ªtica no solo sobre la deriva de dicho proyecto emancipador en general, sino tambi¨¦n sobre las causas profundas de su fracaso, sustituyendo ambas tareas por la mera certificaci¨®n, m¨¢s o menos dolorida, de lo que termin¨® por ocurrir.
Afortunadamente para los lectores, Enzo Traverso ¡ªuno de los pensadores actuales que con mayor lucidez y solvencia han analizado la historia reciente de Europa¡ª no se incluye en este grupo. Por lo pronto, deja claro desde el principio que su libro habla de la melancol¨ªa, pero no es en modo alguno un libro nost¨¢lgico. No se trata de a?orar el pasado, pr¨¢ctica en la que algunos se demoran no tanto porque aquellos tiempos fueran efectivamente dignos de ser a?orados como porque ellos entonces eran m¨¢s j¨®venes y les complace pensar que lo ten¨ªan todo por hacer y que ni de equivocarse hab¨ªan tenido tiempo. Se trata m¨¢s bien de a?orar aquel otro pasado que no se produjo, la oportunidad que se dej¨® pasar, la posibilidad que no se materializ¨® o tal vez, sencillamente, el sue?o que sus protagonistas no se atrevieron a encarar.
Se equivocar¨ªa de manera severa quien pensara que la diferencia entre ambas miradas es ¨²nicamente de matiz. En realidad, la diferencia es radical y afecta a la importancia y ubicaci¨®n que en cada una de ellas se le concede al pasado y, en consecuencia, a la memoria. Porque mientras que para los nost¨¢lgicos el pasado es un lugar en el que quedarse a vivir, para los melanc¨®licos constituye el lugar del que escapar, la palanca para proyectarse, experiencia mediante, hacia el futuro. Este planteamiento permite tambi¨¦n ahuyentar el temor de quienes, como Wendy Brown, consideran que la melancol¨ªa de izquierdas puede terminar representando una tendencia conservadora que impida a los sujetos encontrar un nuevo ¡°esp¨ªritu cr¨ªtico y visionario¡±.
Conviene destacar que la izquierda de cuya melancol¨ªa se ocupa este libro queda definida en t¨¦rminos ontol¨®gicos y abarca los movimientos que lucharon por cambiar el mundo con el principio de igualdad en el centro de su programa, aunque el marxismo, claro est¨¢, ocupe en sus p¨¢ginas un lugar destacado en la medida en la que fue la expresi¨®n dominante de la mayor¨ªa de los movimientos revolucionarios del siglo XX. En todo caso, es el conjunto de esa izquierda el que se vio derrotado en 1989, cuando el muro de Berl¨ªn se vino abajo y, con ¨¦l, la promesa de una sociedad sin clases (aunque una parte de esa misma izquierda, incapaz de percibir el alcance de lo que se estaba produciendo, no fuera consciente en un primer momento de que el derrumbe tambi¨¦n le afectaba a ella).
Y podemos afirmarlo tan rotundamente porque el efecto fundamental provocado por dicha derrota ya se?alaba el signo que iban a adoptar a partir de entonces los acontecimientos. Dicho efecto bien podr¨ªa ser formulado as¨ª: el capitalismo se hab¨ªa quedado solo. Lo que implicaba a su vez que hab¨ªa quedado convertido definitivamente en un modo de producci¨®n de vida. Y aunque es cierto que la tendencia a la mercantilizaci¨®n de todos los aspectos de la realidad ya hab¨ªa sido advertida en su momento por, entre otros, Karl R. Polanyi, dicha tendencia se convirti¨® en pr¨¢cticamente imparable y hegem¨®nica a partir del momento en que su alternativa, el socialismo real, fue derrotada.
El capitalismo ha colonizado el presente y se impone buscar claves en un pasado que est¨¢bamos a punto de olvidar
Qu¨¦ lejos quedan, a pesar de no estar tan distantes (son solo de principios de los ochenta del pasado siglo, tampoco es tanto), aquellas palabras de Habermas, de difusas resonancias husserlianas, en las que todav¨ªa parec¨ªa subyacer el convencimiento optimista de que, a pesar de que el capitalismo iba ganando la batalla, a¨²n quedaban territorios a salvo, ¨¢mbitos de experiencia en los que refugiarse. Me refiero a su afirmaci¨®n seg¨²n la cual las utop¨ªas hab¨ªan emigrado ¡°del mundo del trabajo al mundo de la vida¡±.
Definitivamente, ya no estamos ah¨ª, ya nada queda fuera de la l¨®gica y del radio de acci¨®n de nuestro modo de producci¨®n, incluidas las supuestas dimensiones m¨¢s ¨ªntimas del ser humano. Pero precisamente porque el capitalismo ha desertizado el presente (o lo ha colonizado por completo, si prefieren seguir formul¨¢ndolo a la manera de Husserl) y han desaparecido las utop¨ªas de nuestro horizonte, se impone buscar en un pasado que est¨¢bamos a punto de olvidar las claves que nos permitan enfrentarnos en condiciones a esta situaci¨®n. O, lo que viene a ser casi lo mismo, que nos proporcionen el impulso que necesitamos para empezar a salir de ella.
La propuesta de Traverso hunde sus ra¨ªces en la mejor herencia francfortiana (Benjamin y Adorno fundamentalmente) y es clara a este respecto: la melancol¨ªa no se opone a la memoria, sino solo a la mala memoria; esto es, a aquella que, por poner un ejemplo esclarecedor, bajo el pretexto de rememorar incesantemente a las v¨ªctimas, olvida de forma sistem¨¢tica los ideales por los que ellas se sacrificaron. Bien est¨¢ que recordemos el dolor y el sufrimiento que padecieron, pero tal vez est¨¦ a¨²n mejor que recordemos sus esperanzas, sus luchas, sus victorias y sus derrotas. Ahora que lo pienso, tal vez sea la m¨¢s hermosa manera de honrarlas.
Melancol¨ªa de izquierda. Despu¨¦s de las utop¨ªas. Enzo Traverso. Traducci¨®n de Horacio Pons. Galaxia Gutenberg, 2019. 415 p¨¢ginas. 23,50 euros.
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