Israel-Palestina, entre la paz y la muerte
Es necesario un cambio del Gobierno extremista israel¨ª, una Autoridad Nacional Palestina laica y no corrupta y una implicaci¨®n de la comunidad internacional para llegar a un acuerdo que no se alcanza desde 1948
Desde los dos lados de la franja de Gaza, la violencia indiscriminada contra la poblaci¨®n civil, israel¨ª o palestina, no encuentra justificaci¨®n alguna. Los ataques terroristas de Ham¨¢s contra ciudadanos inocentes son execrables, salvajes. Pero no es menos cierto que, detr¨¢s de esta ¨²ltima cruenta explosi¨®n de violencia, asoma la responsabilidad global que ha llevado a esa masacre. De un lado, la pol¨ªtica israel¨ª, dirigida desde hace m¨¢s de 20 a?os por una coalici¨®n reaccionaria (siendo Netanyahu el s¨ªmbolo) y por una extrema derecha religiosa, ha ido saciando, como nunca desde 1948, su hambre de colonizaci¨®n en los territorios ocupados, transformando Gaza en una c¨¢rcel a cielo abierto, humillando diariamente a las gentes palestinas, destruyendo sus hogares para construir colonias con la complicidad del ej¨¦rcito, y haciendo del racismo y del odio su alimento.
Desde un inicio, Israel hizo estallar los acuerdos de Oslo (es el legado del general Sharon), ayudada por los integristas palestinos de Ham¨¢s que rechazaron de modo tajante toda posibilidad de encontrar una soluci¨®n al conflicto, incluso el derecho mismo a la existencia de Israel. Ante esta situaci¨®n, tanto la izquierda progresista y pacifista israel¨ª como las fuerzas laicas en el bando palestino se han visto excluidas de la contienda. No en vano, hablaremos hoy del fracaso amargo de la oposici¨®n progresista israel¨ª y palestina, cuyas v¨ªas de salida propuestas han quedado heridas de muerte por la ofensiva de Ham¨¢s.
Es, en definitiva, un callej¨®n sin salida apuntalado, adem¨¢s, por la mirada ausente de la comunidad internacional, que acept¨® sin ambages el desvanecimiento de la soluci¨®n de Oslo de dos Estados independientes, y que ha abandonado a los palestinos en manos de islamistas fundamentalistas respaldados por Ir¨¢n. Con todo, la apuesta m¨¢s ciega ha provenido del apoyo de la estrategia pomposamente llamada ¡°acuerdos de Abraham¡±, impuesta por Donald Trump, que utiliz¨® a las monarqu¨ªas ¨¢rabes, con el objetivo de neutralizar la Autoridad Palestina y sellar definitivamente la pax israel¨ª en detrimento del pueblo palestino. Como era sabido, fruto de la estrategia ha sido el fortalecimiento de Ham¨¢s, visto como ¨²nico escudo para mantener vivas las reivindicaciones leg¨ªtimas palestinas; junto a ello, el fortalecimiento de Ir¨¢n y de los chi¨ªes del Hezbol¨¢ liban¨¦s como abanderados de la causa palestina; y la tercera consecuencia, la v¨ªa armada como una escapada inevitable frente a la pol¨ªtica de ahogo de los palestinos y que los expone a los bombardeados israel¨ªes. Un c¨ªrculo donde impera solo la muerte.
Nadie sabe, ahora, d¨®nde puede desembocar esta tr¨¢gica situaci¨®n. Para Israel es un verdadero se¨ªsmo que le recuerda que la fuerza no basta y que nada puede garantizar su seguridad en la regi¨®n: solo es viable una soluci¨®n pol¨ªtica de paz. Su reacci¨®n ha demostrado, de nuevo, una visi¨®n estrictamente represiva ¡ªe inacabable¡ª del conflicto: los bombardeos sobre edificios civiles en Gaza, la decisi¨®n de acabar con los 2,3 millones de gazat¨ªes impidiendo el acceso a los servicios esenciales para vivir ¡ª¡±ni luz, ni gas, ni agua, son animales y actuamos en consecuencia¡±, proclama el ministro de defensa de Israel, Yoav Galant¡ª sin, por supuesto, que se hable de Tribunal Penal Internacional contra ¨¦l desde la comunidad internacional biempensante. Una actitud que favorece, sin duda, los planes de los m¨¢s radicales en ambos lados. Y esto es solo el comienzo¡
Hoy la alternativa a la que todos est¨¢n enfrentados es clara. Cabe vaticinar una guerra total por parte de Israel para destrozar la infraestructura humana de Ham¨¢s, con miles de v¨ªctimas, provocando una nueva Intifada que podr¨¢ aplastar duramente al amparo del silencio de la comunidad internacional y por la mirada pasiva de los reg¨ªmenes ¨¢rabes. Ello generar¨¢, al mismo tiempo, una suerte de apartheid oficial y de pol¨ªtica de limpieza ¨¦tnica y confesional en Palestina, con el objetivo de expulsar a los gazat¨ªes hacia Cisjordania, L¨ªbano y Jordania (un nuevo ¨¦xodo palestino) y conquistar otras partes de la banda de Gaza, reservadas en adelante a los colonos. No es necesario adelantar que esta soluci¨®n traer¨¢, a medio plazo, decenas de miles de muertos y al final un fracaso rotundo.
Existe, en cambio, una v¨ªa m¨¢s eficaz, aunque condicionada al urgente cambio de Gobierno en Israel, y al debilitamiento militar inevitable del islamismo integrista de Ham¨¢s. Habr¨¢ que apostar por un renacimiento de una Autoridad Palestina laica, ¨²nico interlocutor posible, desembarazada de su actual direcci¨®n corrupta e impotente, y que ha claramente reconocido el derecho a la existencia del Estado de Israel, para alcanzar un acuerdo con los israel¨ªes bajo el amparo de la ONU. Para ello, una conferencia internacional impulsada por el Consejo de Seguridad es imprescindible porque nunca, desde la creaci¨®n de Israel en 1948, la situaci¨®n ha sido tan grave, cruel y sangrienta. La paz, ni los israel¨ªes ni los palestinos la pueden conseguir por ellos mismos sin la intervenci¨®n de una consciente comunidad internacional, que tiene en sus manos la capacidad y las herramientas de impulsarla y garantizarla. La muerte, en cambio, sobreviene f¨¢cilmente entre estos dos pueblos hermanos en el origen, enfrentados desde m¨¢s de 70 a?os en la temible espiral de la violencia. Es precisamente hoy, en medio del dolor, de los sufrimientos y del odio, que hay que apostar por la paz, sola alternativa a la muerte para todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.