Salario m¨ªnimo ¨²nico
Pueden buscarse f¨®rmulas de compensaci¨®n por comunidades aut¨®nomas, pero el SMI debe ser el mismo para toda Espa?a
Desde el inicio del nuevo ciclo de aumento del Salario M¨ªnimo Interprofesional (SMI) ¡ªque se elev¨® durante la ¨²ltima legislatura con el objetivo de situarlo en el 60% del salario medio nacional, en consonancia con la Carta Social Europea¡ª se han venido escuchando propuestas respecto de la conveniencia de adaptar el SMI al salario medio de cada comunidad aut¨®noma. Los defensores de esta medida inciden en que, dadas las disparidades entre comunidades a...
Desde el inicio del nuevo ciclo de aumento del Salario M¨ªnimo Interprofesional (SMI) ¡ªque se elev¨® durante la ¨²ltima legislatura con el objetivo de situarlo en el 60% del salario medio nacional, en consonancia con la Carta Social Europea¡ª se han venido escuchando propuestas respecto de la conveniencia de adaptar el SMI al salario medio de cada comunidad aut¨®noma. Los defensores de esta medida inciden en que, dadas las disparidades entre comunidades aut¨®nomas, el SMI establecido es en algunos casos menor que el salario medio regional y, en otros, est¨¢ cerca de esa magnitud. Al mismo tiempo, otros defensores de un SMI diferenciado apuntan a que el coste de la vida experimenta notables diferencias entre unas comunidades y otras, de manera que lo que consideramos un sueldo adecuado en una regi¨®n m¨¢s barata es insuficiente para mantener cierto nivel de vida en otra. De esta manera, se apuntar¨ªa a la necesidad de modular el SMI en funci¨®n tanto de la productividad como del nivel de vida.
Los detractores de esta propuesta se?alan, al contrario, que establecer un SMI auton¨®mico diferenciado ahondar¨ªa en las diferencias entre los mercados laborales de las comunidades aut¨®nomas, romper¨ªa la integridad del mercado nacional e incidir¨ªa en las desigualdades territoriales.
Se trata sin duda de un debate complejo. Si el SMI es una herramienta de pol¨ªtica social dirigida a evitar disparidades excesivas en el mercado de trabajo, parece razonable defender que sea el mismo en todo el Estado, como tambi¨¦n lo son las pensiones o el Ingreso M¨ªnimo Vital, prestaciones todas ellas que no se modulan por el coste de la vida en cada comunidad aut¨®noma.
La determinaci¨®n de salarios diferenciados en cada ¨¢mbito geogr¨¢fico se podr¨ªa traducir en cierto desplazamiento de la oferta de empleo hacia las zonas con menores salarios, al suponer una ventaja en materia de costes laborales que favorecer¨ªa a las regiones donde estos fueran menores. Esto incidir¨ªa, sin embargo, en la integridad del mercado y en desnivelar la competencia entre empresas, incluyendo su impacto en la creaci¨®n de nuevos emprendimientos. Se debe se?alar, adem¨¢s, que no es el territorio el que fija el salario promedio, sino la composici¨®n sectorial de su mercado de trabajo. De manera que cualquier c¨¢lculo sobre el sueldo medio de cada comunidad aut¨®noma debe tener en cuenta la composici¨®n del empleo por sectores, evitando as¨ª errores que distorsionen el diagn¨®stico.
Los defensores de la propuesta apuntan a que los mercados laborales de las comunidades aut¨®nomas tienden a ofrecer, a corto plazo, poca movilidad, y que, cuando se produce, suele ir en la direcci¨®n de autonom¨ªas con m¨¢s actividad econ¨®mica y m¨¢s oportunidades de empleo. Establecer un salario m¨ªnimo m¨¢s bajo para las regiones menos adelantadas podr¨ªa, dicen, traducirse en una mayor inversi¨®n y generaci¨®n de empleo, fijando a la poblaci¨®n al dotarla de m¨¢s oportunidades.
Sopesando los pros y los contras, un buen modelo de mercado laboral no deber¨ªa ahondar en los diferenciales territoriales, sino fijar un suelo social com¨²n, de manera que las divergencias en t¨¦rminos salariales se acordasen en la negociaci¨®n colectiva. El Gobierno, que tiene la responsabilidad de legislar para toda la ciudadan¨ªa, puede establecer el suelo m¨ªnimo, pero los ajustes entre uno y otro territorio deber¨ªan pasar por reforzar el di¨¢logo social y la negociaci¨®n de convenios territoriales en cada sector. Hacen falta m¨¢s herramientas para combatir la desigualdad, no menos.