Sin ¨¢rboles en Bilbao
Los lectores escriben sobre la tala de olmos longevos en las calles, los bombardeos sobre Gaza, la amnist¨ªa a los pol¨ªticos del ¡®proc¨¦s¡¯ y las cr¨ªticas a los j¨®venes por vagos
Ignoro cu¨¢ntos ¨¢rboles longevos dan hoy sombra en la avenida Lehendakari Aguirre, en Deusto. La tala de m¨¢s de un centenar de olmos siberianos avanza inexorable a pesar de las protestas vecinales. Aros conc¨¦ntricos a ras del suelo: 40, 50, 60 a?os. Sombra que no tiene precio, sana. Esta ma?ana me he dado un paseo para comprobar lo que no quer¨ªa ver. Despu¨¦s, a salvo en casa, he reparado en la jamba de la puerta de la habitaci¨®n de mi hijo, en las marcas horizontales que, a?o tras a?o, su padre y yo ¨ªbamos grabando con un lapicero. Hoy es un ¨¢rbol. ?Tanto tiempo para que un ¨¢rbol crezca! Pienso, mientras escribo, en el color de las nuevas viejas plazas y avenidas de Bilbao, en los nuevos viejos espacios, en las palmeras centenarias que arrancasteis del coraz¨®n de Abando, en los reto?os sin futuro en la calle Iparraguirre, en la arboleda que hoy tiembla en Artxanda... Pienso y sue?o en verde, pero so?ar no sirve da nada: un gris opaco se desparrama como la niebla sucia de anta?o.
Cristina Guti¨¦rrez Meurs. Bilbao
Sufren inocentes
La devastadora destrucci¨®n de la universidad en Gaza, como resultado de la respuesta de Israel al ataque de Ham¨¢s, ha despertado en m¨ª una empat¨ªa m¨¢s profunda que nunca. Como estudiante universitaria, no puedo evitar sentir un nudo en la garganta al pensar en el n¨²mero creciente de v¨ªctimas inocentes atrapadas en este torbellino de violencia. No se trata solo de tomar una posici¨®n pol¨ªtica, sino de reconocer la humanidad detr¨¢s de cada vida perdida y de cada sue?o destrozado por la guerra. Cada estudiante, cada profesor, cada alma que se vio afectada por el ataque merece m¨¢s que solo nuestras palabras de solidaridad. Esta tragedia nos recuerda dolorosamente que los conflictos no solo tienen consecuencias pol¨ªticas, sino que, en ¨²ltima instancia, son los inocentes quienes sufren las heridas m¨¢s profundas.
Anna Ester Nieto. Barcelona
Amnist¨ªa
Mi amiga Carmeli y yo corr¨ªamos delante de los grises manifest¨¢ndonos por la amnist¨ªa. Se torci¨® un tobillo. La cog¨ª en brazos y, aterrados, nos refugiamos en un bar. Sal¨ªamos de una dictadura y lo conseguimos. De izquierdas, independiente, luchador desde entonces, no estoy de acuerdo con la amnist¨ªa de la que se habla. Es aceptar que no hubo delito porque Espa?a no es democr¨¢tica. S¨¦ lo que nos jugamos y me tragar¨ªa mis palabras si los independentistas catalanes (divididos, con menos apoyos) aceptan el marco constitucional y renuncian a intentarlo de forma unilateral. Por Carmeli y m¨¢s.
Gregorio Mart¨ªn-Blas S¨¢nchez. Villafranca de los Caballeros (Toledo)
?Somos vagos?
A miles de j¨®venes capacitados les ofrecen trabajos de ensue?o bajo condiciones deplorables, y tachados de vagos por rechazarlos. Y yo me pregunto: ?somos vagos o es que nos hemos hartado de participar en ¡°la cultura del esfuerzo¡± que explota nuestro talento? Hemos normalizado abusos bajo la excusa de que ¡°as¨ª ha sido siempre¡±, y somos los primeros en decir basta. Y eso no gusta. Pero quiz¨¢s, en lugar de tacharnos de perezosos, habr¨ªa que considerar que lo ¨²nico que queremos es salir de la rueda de explotaci¨®n en la que trabajamos.
Judith Villalba. Mollet del Vall¨¨s (Barcelona)
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