Regular la inteligencia artificial
La primera cumbre mundial sobre IA termina con una declaraci¨®n insuficiente sobre un fen¨®meno lleno de riesgos
La primera Cumbre Mundial sobre Seguridad de la Inteligencia Artificial (IA) tuvo lugar este mi¨¦rcoles y jueves en la famosa sede de la Escuela Gubernamental de C¨®digos y Cifras de la Inteligencia brit¨¢nica, el lugar en el que Alan Turing rompi¨® el cifrado de la m¨¢quina Enigma. Todo para que los 28 gobiernos asistentes, incluyendo la UE, EE UU y China, puedan decir que han firmado la Declaraci¨®n de Bletchley, donde afirman que la IA tiene el potencial de mejorar significativamente la vida humana y al mismo tiempo reconocen que ¡°plantea riesgos significativos¡±, incluso catastr¨®ficos, para su bienestar. Entre todos escenifican la necesidad de regular su desarrollo de forma colectiva. Lo hicieron en presencia de algunos de sus principales art¨ªfices, como Demis Hassabis (Google DeepMind), Sam Altman (OpenAI) y Elon Musk (due?o de Tesla o SpaceX, cofundador de OpenAI y propietario de la red social X, antes Twitter).
El mensaje es de urgencia. Sunak propuso crear un Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la IA, similar al IPCC que se ocupa del Cambio Clim¨¢tico, y una cumbre cada seis meses, con pr¨®ximas paradas en Corea del Sur y Francia. El d¨ªa anterior, el G-7 anunci¨® su c¨®digo ¨¦tico para las empresas que desarrollen sistemas de Inteligencia Artificial y Joe Biden promulg¨® una orden ejecutiva para promover y controlar la IA, tecnolog¨ªa que declara ¡°la m¨¢s trascendental¡± de la historia reciente. En ese orden, el presidente de EE UU invoca la Ley de Defensa de la Producci¨®n para exigir que todos los desarrolladores de ¨²ltima generaci¨®n compartan los resultados de sus pruebas y auditor¨ªas regulares y cualquier informaci¨®n cr¨ªtica con el Gobierno.
Se trata de una ley que promulg¨® Harry Truman en 1950 y que otorga al presidente autoridad para garantizar la disponibilidad de recursos cr¨ªticos y tecnolog¨ªas necesarios para la seguridad nacional. Dise?ada para estados de excepci¨®n como guerras, desastres naturales y pandemias, en este contexto recuerda a la Ley de Seguridad Cibern¨¦tica de China, que desde 2017 otorga al Gobierno de Pek¨ªn poderes de supervisi¨®n y regulaci¨®n de las empresas tecnol¨®gicas de su pa¨ªs. Ambas ponen al sector privado al servicio del Estado o, como dice Biden, de ¡°mantener el progreso del liderazgo estadounidense de manera global¡±.
El ¨¦xito de esta primera cumbre fue reunir, en plena guerra de los chips, a la secretaria de Comercio de EE UU, Gina Raimondo, con el viceministro de Ciencia y Tecnolog¨ªa chino, Wu Zhaohui. Rishi Sunak, anfitri¨®n del encuentro, no consigui¨®, sin embargo, establecer en el Reino Unido el primer centro de pruebas de IA. De hecho, Raimondo anunci¨® que EE UU crear¨¢ su propio centro de seguridad de la IA, y con sus propios est¨¢ndares. El fracaso es que la Declaraci¨®n de Bletchley no es vinculante. Puede firmarla todo el mundo porque no obliga a nada. De entrada, la mayor parte de las medidas promovidas por Biden requieren la aprobaci¨®n del Congreso estadounidense, absolutamente polarizado.
Hay que regular la IA, pero no basta con la intenci¨®n. En el Parlamento Europeo contin¨²an las negociaciones de la Ley de Inteligencia Artificial bajo la presidencia espa?ola. Ese reglamento s¨ª aspira a establecer el marco jur¨ªdico para el desarrollo de una IA segura. La ministra de Asuntos Econ¨®micos y Transformaci¨®n Digital, Nadia Calvi?o, ha afirmado que podr¨ªa estar firmado en tres semanas. Es un plazo razonable. Llena de ventajas pero tambi¨¦n de riesgos, como la desaparici¨®n de puestos de trabajo o la desinformaci¨®n a gran escala, la Inteligencia Artificial plantea cada d¨ªa retos que no esperan a ninguna ley.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.