Ganar¨¢ Massa
El ministro de Econom¨ªa argentino tiene todo a su favor, pese a que su gesti¨®n no sea buena, para imponerse a Javier Milei el d¨ªa 19 en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales
La victoria de Sergio Massa, el 22 de octubre, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales argentinas es una sorpresa relativa. La expectativa de que lo hiciese Javier Milei obedeci¨® a una lectura err¨®nea de las primarias, una extravagancia electoral muy costosa que obliga a los votantes a elegir simult¨¢neamente al aspirante favorito de una de las candidaturas. ...
La victoria de Sergio Massa, el 22 de octubre, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales argentinas es una sorpresa relativa. La expectativa de que lo hiciese Javier Milei obedeci¨® a una lectura err¨®nea de las primarias, una extravagancia electoral muy costosa que obliga a los votantes a elegir simult¨¢neamente al aspirante favorito de una de las candidaturas. Millones de personas dieron un voto indoloro de castigo al peronismo. Ah¨ª se qued¨® todo.
Sergio Massa ganar¨¢ sin mayor apuro en la segunda vuelta del 19 de noviembre. Su contrincante Milei goza de las simpat¨ªas de millones de argentinos hastiados de la corrupci¨®n, la extensi¨®n de la pobreza, la inflaci¨®n y la falta de renovaci¨®n en las candidaturas (casi id¨¦nticas a las dos elecciones anteriores). Pero pocos est¨¢n dispuestos a renunciar a la sanidad y a la educaci¨®n gratuitas, a su puesto de trabajo en la Administraci¨®n o a los subsidios sociales, a abandonar Mercosur y a admitir que la dictadura militar fue en realidad una guerra civil. Los argentinos tienen una envidiable cultura econ¨®mica, fruto de una historia que acostumbra a situarlos en el abismo. Saben que la dolarizaci¨®n total que propone el ultraderechista es imposible dado el menguado super¨¢vit comercial, a menos que se emita deuda en d¨®lares, lo que agravar¨ªa el problema del endeudamiento exterior. Y ello por no mencionar que la Reserva Federal nada ha dicho al respecto. La alternativa ¡ªmantener una paridad fija entre el peso y el d¨®lar¡ª resulta imposible si, como promete el bizarro candidato, ¡°dinamita¡± el Banco Central de Reserva. Un personaje atrabiliario, torpemente iconoclasta, c¨®modo en el esperpento y en el insulto, inestable y err¨¢tico, dif¨ªcilmente puede ocupar la Casa Rosada.
Massa lo tiene todo a su favor. Es un pol¨ªtico que cae bien, que le resulta simp¨¢tico al electorado, gracias a esa vena conciliadora con la que aspira a acabar con esa ¡°grieta¡± que divide a los argentinos. Su alejamiento del kirchnerismo tras haber sido jefe de gabinete de Cristina Fern¨¢ndez, al punto de disputar a Daniel Scioli la presidencia del pa¨ªs en 2015, juega a su favor. Pero tambi¨¦n lo hace el respaldo de Cristina Fern¨¢ndez, tras caerse su candidato, Eduardo Wado de Pedro. Massa es, al tiempo, el hombre del partido para unos y el hijo pr¨®digo para otros. Su desempe?o como ministro de Econom¨ªa desde julio de 2022, no ha sido, desde luego, brillante, como acredita la elevad¨ªsima inflaci¨®n. Pero Massa, quien carece de formaci¨®n econ¨®mica, ha evitado conflictos con los sindicatos y conseguido acuerdos con el Fondo Monetario Internacional, haciendo equilibrismos de los que ha salido con bien, a pesar de los efectos de la sequ¨ªa y de la escasez de carburante que perturba las ¨²ltimas semanas de campa?a. Incluso los mercados de cambios saludaron su victoria el d¨ªa 22. A pesar de su experiencia pol¨ªtica (el ¨²nico cargo que no ha ocupado a¨²n es la presidencia de la Rep¨²blica), ni se ha visto implicado en asuntos turbios ni ha cometido errores de bulto. Es m¨¢s, ha sabido situarse de costado en las aceradas y vitri¨®licas trifulcas tan frecuentes entre los responsables p¨²blicos argentinos. Tiene asegurado el grueso de los votos que en la primera vuelta fueron al peronista cordob¨¦s Juan Schiaretti y al t¨¢ndem que formaron Myriam Bregman y el sempiterno Nicol¨¢s del Ca?o, pertenecientes a la ¨²nica fuerza pol¨ªtica de izquierdas ¡ªel Frente de Izquierda y de los Trabajadores¡ª no integrada en la Uni¨®n por la Patria por la que se postula Massa. Pero, sobre todo, contar¨¢ con el respaldo definitivo de buena parte del electorado de Juntos por el Cambio.
Las elecciones presidenciales en Argentina se han dirimido, tanto m¨¢s desde la crisis de 2002, entre un capitalismo competitivo, representado ahora por los seguidores de Mauricio Macri, y un capitalismo corporativo, representado por el peronismo. Ante la irrupci¨®n de un tercero que propone, en la pr¨¢ctica, la desaparici¨®n del Estado argentino como le conocemos en nuestros d¨ªas y la involuci¨®n de la democracia, ambos bloques colaborar¨¢n como han hecho en otras ocasiones. Massa ser¨¢ el beneficiario de ello. El apoyo de Patricia Bullrich, acompa?ado de un diagn¨®stico apocal¨ªptico sobre la situaci¨®n de Argentina que lo desacredita, y el m¨¢s cr¨ªptico de Macri, quien, por cierto, busc¨® la cercan¨ªa de Massa durante su mandato presidencial, especialmente en sus gestiones en el exterior, no servir¨¢n a Milei para galvanizar a los votantes de centroderecha ni, menos a¨²n, para captar el de los simpatizantes del Partido Radical.
Los argentinos, a quienes debemos muchas lecciones de civismo, no han ca¨ªdo, como cabr¨ªa pensar, narcotizados por las consignas de personaje atrabiliario que vomita ideas antidemocr¨¢ticas, estrategias suicidas e insultos a la memoria de un pueblo que, desde 1983, ha conseguido unos derechos civiles profanados por Milei en sus intervenciones. No habr¨¢ sobresaltos. Massa ganar¨¢.