Argentina: todo roto
Desde posiciones en las ant¨ªpodas, Massa y Milei se disputan un territorio resbaladizo, donde ya nadie cree que la pol¨ªtica sea un servicio p¨²blico, el continuismo resulta insoportable y el cambio aterrador
¡°Oooh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo, han coreado los seguidores de Javier Milei durante toda su campa?a. ¡°Yo grito mucho porque estoy indignado y cansado de la casta pol¨ªtica que nos est¨¢ robando el futuro¡±, explic¨® ¨¦l. Despotricar contra ¡°la casta¡± ha sido su marca de f¨¢brica: ¡°Soy el Le¨®n, corri¨® la casta en medio de la avenida. Soy el rey, te destrozar¨¦, toda la casta es de mi apetito¡±. Por esos d¨ªas Milei explic¨® que no se refer¨ªa s¨®lo al kirchnerismo, sino tambi¨¦n a ¡°los viejos meados¡± que lidera Patricia Bullrich. Los mismos que esta semana, tras el massazo de la primera vuelta electoral, se convirtieron en sus aliados.
Las elecciones en Argentina est¨¢n vi¨¦ndose atravesadas por una suma de contradicciones y conflictos al interior de los bandos mismos. A quienes han apoyado a Milei m¨¢s por romper con la ¨¦lites pol¨ªticas que por sus convicciones ultraderechistas, los frustra verlo ahora de corbata y abrazado con Macri y Bullrich, a quien antes trat¨® de ¡°burra¡±, ¡°ignorante¡±, ¡°terrorista¡± y ¡°borracha¡±. Si a Juntos por el Cambio los un¨ªa el antikirchnerismo, ahora los separa el ultraderechismo de Milei. Ni el radicalismo ni Lilita Carri¨® est¨¢n dispuestos a secundar un proyecto que desprecia al estado y sus seguridades sociales. Horacio Rodr¨ªguez Larreta, que hubiera sido la respuesta m¨¢s sensata y coherente de Juntos por el Cambio para enfrentar el momento actual, sufri¨® los ataques de Macri, que al mismo tiempo apoyaba a la Bullrich y negociaba bajo cuerda con Milei. Es evidente que Larreta hoy prefiere la moderaci¨®n de su amigo Massa que la desmesura de El Loco. El peronismo cordob¨¦s no se lleva nada de bien con Massa y est¨¢ por verse c¨®mo juega Juan Schiaretti. Es de suponer que debiera apoyar a su compa?ero de partido, pero en unas piezas animadas que circulan por TikTok figura entre los superh¨¦roes que llegan al rescate de Milei. Sergio Massa, por su parte, est¨¢ llamado a terminar con la era kirchnerista: le compiti¨® para las elecciones de 2015, es un hombre de confianza de EE UU, nada tiene que ver con la ola del socialismo bolivariano y posee plena conciencia del desprecio que la expresidenta genera por sus acusaciones de corrupci¨®n. Sin embargo, de los aproximadamente tres millones de votos que sum¨® Massa respecto de las PASO, m¨¢s de un mill¨®n vinieron del conurbano porte?o, donde tiene especial fuerza La C¨¢mpora kischnerista. Axel Kicillof, proveniente de ese sector, sac¨® un 45% de los votos en la provincia de Buenos Aires. Es decir, si bien Cristina permaneci¨® oculta durante toda la campa?a electoral, esto no significa que haya desaparecido.
No pocos imaginaron, antes de conocer los resultados, que con estas elecciones comenzaba la muerte del justicialismo. La miserable representaci¨®n que en mucho pa¨ªses del mundo est¨¢n teniendo los partidos pol¨ªticos tradicionales parec¨ªa infectar Argentina, donde ¡°peronismo¡± lleg¨® a ser casi sin¨®nimo de ¡°argentinismo¡±. Y si bien su votaci¨®n fue la m¨¢s baja que han tenido, la llegada de Massa en primero lugar cambi¨® el estado de ¨¢nimo. Para las primarias obligatorias hab¨ªa salido tercero, despu¨¦s de Milei y de la suma de Juntos por el Cambio. Hab¨ªa buenos indicios para pensar que con el kirchnerismo terminaba el peronismo. ¡°Somos una culebra que sabe renovar su piel¡±, me dijo un militante joven.
Basta preguntar a cualquiera en Buenos Aires por el momento pol¨ªtico que viven para escuchar de vuelta un rosario de improperios, furias, lamentos y frustraciones. Milei no s¨®lo tiene el reto de seguir representando el malestar ante una casta con la que ahora se abraza, sino que deber¨¢ contrarrestar la impresi¨®n cada vez m¨¢s generalizada de que su locura es cosa seria: que no escucha voces, que no habla con perros muertos, que no se olvida de d¨®nde est¨¢, que es capaz de controlar sus impulsos. La inmensa mayor¨ªa de la derecha, en todo caso, como tambi¨¦n se est¨¢ viendo en Chile, parece dispuesta a sumarse a sus liderazgos m¨¢s extremos y delirantes con tal de doblegar a sus adversarios hist¨®ricos.
El reto de Massa, por su parte, ser¨¢ convencer no s¨®lo de que no es el heredero del gobierno cuyas finanzas ha manejado y que tienen al pa¨ªs con m¨¢s de un 40% de pobres, sino que tampoco es el continuador de un discurso de izquierda que a estas alturas resulta poco cre¨ªble y cansador. En su discurso triunfal, Massa pidi¨® humildad frente a los contradictores e invit¨® a poner la otra mejilla cuando se reciban ataques. Dio por muerta la grieta y se comprometi¨® a llevar adelante un Gobierno de unidad nacional, todo lo contrario a esa pol¨ªtica adversarial promovida por Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, los ide¨®logos post marxistas que inspiraron a la C¨¢mpora.
Para ambos, la tarea es conquistar el mayor grado de confianza posible, all¨ª donde ya nadie cree que la pol¨ªtica sea un servicio p¨²blico ni que su finalidad sea el bien com¨²n, donde el continuismo resulta insoportable y el cambio aterrador.
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