En mi cama
La vida est¨¢ llena de peque?os misterios a los que, si prest¨¢ramos m¨¢s atenci¨®n, calificar¨ªamos de extraordinarios
No s¨¦ si a usted le ha ocurrido eso de que al cepillarse los dientes le parece que se los est¨¢ cepillando a otro que podr¨ªa hallarse en cualquier parte del universo mundo, quiz¨¢ dentro de un tren, de un taxi, de una iglesia, de la celda de una prisi¨®n. Y por m¨¢s que se mire en el espejo, despegando exageradamente los labios, para verse la dentadura y reconocerla como suya, no puede evitar el sentimiento de que le pertenece a otro por completo ajeno a la situaci¨®n. Es posible tambi¨¦n que, al llevar la lengua a las enc¨ªas en busca de alguna irregularidad reconocible, sienta que esa lengua pertenece en realidad a otra boca cuyo due?o haya sentido en ese instante una producci¨®n extraordinaria de saliva por parte de sus gl¨¢ndulas.
Pero del mismo modo que usted, inconscientemente, se ocupa de la higiene bucal de alguien, es posible que un desconocido, en este momento, est¨¦ haci¨¦ndole a usted un favor que nunca ser¨¢ capaz de reconocer. ?No ha advertido, por poner un ejemplo, que hoy tiene las u?as m¨¢s cortas que ayer? De hecho, antes de irse a la cama, se dijo: ¡°Deber¨ªa arregl¨¢rmelas¡±. Alguien, en China o en Australia, o en Vietnam, no sabemos d¨®nde, al cortarse las propias, le hizo la manicura a usted mientras dorm¨ªa. La vida est¨¢ llena de peque?os misterios a los que, si prest¨¢ramos m¨¢s atenci¨®n, calificar¨ªamos de extraordinarios.
Despert¨¦ de madrugada con problemas de respiraci¨®n. Me hab¨ªa enredado entre las s¨¢banas y no era capaz de dar con la salida. En alg¨²n momento me pareci¨® que realizaba los movimientos de quien acaba de abandonar el ¨²tero y se dispone a nacer. Un beb¨¦, en alguna parte, estaba atrapado entre los pliegues org¨¢nicos de la vagina como yo entre los de las s¨¢banas. Hicimos fuerza al mismo tiempo y al fin brotamos ambos a la luz, ¨¦l en un hospital de vete a saber d¨®nde y yo en mi cama de Madrid.
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