Sin conexi¨®n
La avalancha digital ha pillado por la espalda a aquellos hijos de proletarios que accedieron a la universidad en los a?os ochenta y los ha convertido en seres anal¨®gicos
Hubo en Espa?a una generaci¨®n de j¨®venes, hijos de proletarios, labradores, alba?iles, obreros, que pudo acceder a la universidad gracias a un sistema de becas y al esfuerzo de unos padres deseosos de que su prole conquistara el horizonte de la cultura que la librar¨ªa de una vez de la pobreza hereditaria. Ir a la universidad significaba un cambio de estatus. En general este salto se dio en nuestro pa¨ªs en los a?os ochenta del siglo pasado. Aquellos esforzados progenitores se sent¨ªan muy orgullosos. O¨ªas decir a un taxista que su hija estaba estudiando rom¨¢nicas en Frankfurt; cualquier campesino presum¨ªa de que su hijo era bi¨®logo, m¨¦dico o arquitecto. Padres e hijos de aquella generaci¨®n conflu¨ªan en la mesa de la cocina a la hora de comer. Unos ven¨ªan de la huerta con la azada al hombro, otros regresaban de la facultad con los libros bajo el brazo. Sobre el mantel de hule la madre dejaba el plato de sopa que unos y otros consum¨ªan sin hablar o hablando poco, solo lo necesario. Salvo de cosas rudimentarias de la vida ya no ten¨ªan nada que decirse. La cultura los hab¨ªa desconectado. Durante siglos los padres hab¨ªan transmitido sus experiencias y conocimientos a los hijos, pero lleg¨® un momento en este pa¨ªs en que estos hijos comenzaron a saber m¨¢s que sus padres, un hecho que hoy se repite de nuevo. La avalancha digital ha pillado por la espalda a aquellos hijos de proletarios que accedieron a la universidad en los a?os ochenta y los ha convertido en seres anal¨®gicos que se ven ahora obligados a callar, a escuchar y a creer a sus hijos y a sus nietos cuando en la sobremesa les explican el mundo en que viven, donde las cosas son y no son al mismo tiempo, bajan hacia arriba y suben hacia abajo. Si hoy el conocimiento se expresa con los dedos sobre un teclado, basta con fijarse c¨®mo los mueven unos y otros para saber que existe un abismo entre ellos.
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