Cosas grandes en letra peque?a
En Estados Unidos se refieren al colectivo sordo con may¨²sculas, para reconocerlos como parte de una cultura. No hace falta se?alar con la escritura la diferencia, s¨ª celebrar sus avances
Si en las ciudades romanas las placas de los arcos conmemorativos y las inscripciones est¨¢n escritas en may¨²sculas, no es por elecci¨®n, sino por necesidad: la vieja escritura latina no conoc¨ªa la min¨²scula. La creaci¨®n de la min¨²scula es, en el ¨¢mbito de la escritura alfab¨¦tica, un logro similar a la invenci¨®n de la rueda. Una vez que, a finales del siglo III d.C., se cre¨® la min¨²scula, nac¨ªa la jerarqu¨ªa en el rengl¨®n; se fundaba el principio por el que se reservaba el texto en min¨²scula para lo com¨²n y la letra may¨²scula para lo relevante. Las may¨²sculas aprovechan un espacio tan convencional como el del rengl¨®n para dar mayor valor a unas determinadas palabras.
Desde su fundaci¨®n en el siglo XVIII, los criterios ortogr¨¢ficos de la Real Academia Espa?ola han ido fijando el uso de may¨²sculas para evitar la tendencia que tenemos a mayuscular cuanto creemos que es importante. Aunque muchas personas contrar¨ªen la norma, palabras como alcalde, concejal o rey van en min¨²scula en espa?ol seg¨²n las disposiciones actuales, y est¨¢ bien que sea as¨ª. Las reglas ortogr¨¢ficas son cambiantes entre lenguas: el espa?ol no mayuscula los idiomas (hablamos de ¨¢rabe o de suajili) pero el ingl¨¦s s¨ª (Arabic, Swahili); el espa?ol pone en min¨²scula culturas y gentilicios (cultura persa, sevillano) que, en cambio, en la lengua inglesa van en may¨²scula (Persian Culture, Sevillian).
Bas¨¢ndose en esa norma, en los a?os 70 del siglo pasado, en Estados Unidos se empez¨® a usar dentro de los colectivos de personas sordas la expresi¨®n Deaf Culture o Deaf Community para subrayar una reivindicaci¨®n: la de que la sordera no es una discapacidad, la idea de que hay una cultura sorda, una manera de vivir de las personas sordas, que hay que respetar y no tratar de cambiar cl¨ªnicamente. Hablamos de personas sordas, a menudo sordos cong¨¦nitos, con nula o poca audici¨®n, que tienen la lengua de signos como lengua materna, sordos que no quieren o¨ªr y que llaman ¡°audismo¡± al prejuicio de quienes piensan que no o¨ªr al nivel com¨²n es una discapacidad. Esta cultura sorda reivindica su identidad y su lengua: los signos, las manos que hablan.
Quienes no tenemos falta de audici¨®n no solemos estar familiarizados con esta idea, que es respetable pero distinta de las pretensiones de otro grupo de personas con sordera o hipoacusia, de nacimiento o adquirida por enfermedades, que quieren, a trav¨¦s de pr¨®tesis como implantes cocleares o aud¨ªfonos, acceder a las lenguas habladas. Para esas personas, la lengua de signos es secundaria y es primaria la de su entorno, entendida a trav¨¦s de la lectura labial. Si para los primeros la meta es gestualista, para otros las aspiraciones son oralistas.
En ingl¨¦s fueron m¨¢s all¨¢ y empezaron a llamar sordos con may¨²scula (Deaf) a unos y sordos con min¨²scula (deaf) a otros. Con may¨²scula, Deaf se aplica al grupo de personas con falta de audici¨®n que se expresan con lengua de signos preferentemente. Esta doble categor¨ªa de letra encaja en las normas ortogr¨¢ficas del ingl¨¦s, donde se mayusculan culturas y grupos humanos, pero en espa?ol funciona mal, porque en nuestra lengua no hablamos de los Salmantinos o de las Viudas. Entiendo el fetichismo que nos producen las may¨²sculas, pero, con todo respeto, me pregunto si es conveniente aplicar esa jerarqu¨ªa dentro de la comunidad sorda, si es beneficioso separar con la escritura sus diferencias. En lengua inglesa ya hace unos a?os que se plantea la necesidad de evitar la distinci¨®n s/S y lo que se debate ahora es cu¨¢l debe ser el t¨¦rmino por defecto.
Los lectores se preguntar¨¢n por qu¨¦, en medio de tanta noticia pol¨ªtica, elijo este tema hoy. Y quiero explicarme. Por visible y grande que sea la may¨²scula, nada puede parar la necesidad de novedad de la voraz actualidad informativa y su tendencia a la fagocitaci¨®n de lo reci¨¦n ocurrido en busca de lo que va a ocurrir. Y hay dos cosas que la mayor¨ªa hemos olvidado y que han sucedido en este a?o 2023. La primera, afortunada, es que en julio se aprob¨® en Espa?a el reglamento que regula la utilizaci¨®n de la lengua de signos: sin duda, un logro para la comunidad sorda. La segunda, tr¨¢gica, es que hace justo un mes se produjo el ¨²ltimo tiroteo m¨²ltiple ocurrido en Estados Unidos, en Maine, con 18 muertos, 4 de ellos sordos.
Como las personas, las letras ocupan el espacio mensurable que les es asignado: los acontecimientos van en may¨²sculas (¡°Matanza de Maine¡± se puede escribir as¨ª), igual que las disposiciones legales (¡°Reglamento de las condiciones de utilizaci¨®n de la lengua de signos espa?ola¡±). A la mitad del tama?o, en min¨²sculas, est¨¢n los ciudadanos que viven estas circunstancias, tr¨¢gicas o prometedoras, y a los que no salvan ni visibilizan las may¨²sculas, sino la salud f¨ªsica y mental, el derecho, la educaci¨®n y la democracia, que, curiosamente, van en min¨²scula.
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