Cambio de ciclo en Euskadi
El Pa¨ªs Vasco ir¨¢ a las urnas en 2024 en unas elecciones cruciales en las que ni Urkullu ni Otegi ser¨¢n candidatos
Euskadi volver¨¢ a las urnas en 2024, previsiblemente en primavera, en las elecciones auton¨®micas m¨¢s abiertas de los ¨²ltimos a?os y con nuevos candidatos al frente de al menos cuatro de los principales partidos. Dos hechos recientes simbolizan el cambio de ciclo en una comunidad afianzada en la normalidad democr¨¢tica tras el fin de la violencia de ETA en 2011 y la disoluci¨®n de la banda terrorista hace un lustro: la sorpresiva renuncia del PNV a que I?igo Urkullu buscase, como probablemente era su deseo, un cuarto mandato como lehendakari, y la decisi¨®n de Arnaldo Otegi, el rostro m¨¢s conocido de EH Bildu, de no competir por el puesto cuando ambas formaciones pugnan, como nunca antes, por la primac¨ªa del nacionalismo vasco.
El PNV ha hecho un movimiento arriesgado al prescindir, con cierta precipitaci¨®n en el anuncio, de un dirigente que ha encadenado tres victorias electorales. Sin duda lo ha hecho preocupado por los s¨ªntomas de agotamiento en la gesti¨®n que ha dado el Gobierno vasco en los ¨²ltimos tiempos, en especial tras la pandemia y en ¨¢reas tan sensibles para la ciudadan¨ªa como la sanidad o la educaci¨®n. Quiz¨¢, adem¨¢s, le han faltado reflejos y sobrado arrogancia para interpretar la evoluci¨®n social, como el mismo partido reconoci¨® al presentar en 2022 un ¡°proceso de escucha¡± despu¨¦s de gobernar Euskadi los ¨²ltimos 43 a?os, con la sola excepci¨®n del trienio (2009-2012) en que fue lehendakari el socialista Patxi L¨®pez. El hecho es que Bildu se qued¨® el 23-J a 1.100 votos de un PNV que perd¨ªa m¨¢s de 103.000 sufragios. Est¨¢ por ver si le resulta suficiente para recuperarse el relevo de Urkullu, en cuyo haber figuran tanto liderar los primeros a?os de la Euskadi pos-ETA como retomar el rumbo moderado de su formaci¨®n tras la fracasada deriva soberanista del Pacto de Lizarra y del plan Ibarretxe.
Con el final de ETA, la izquierda abertzale ha ido ganando respaldo entre sectores que antes no la apoyaban en una sociedad vasca ¡ªespecialmente en sus capas m¨¢s j¨®venes¡ª para la que la violencia forma ya parte del pasado. Bildu ha hecho claros esfuerzos por ampliar el abanico de sus pol¨ªticas y presentarse como un partido progresista e independentista m¨¢s. Tiene, sin embargo, pendiente una deuda crucial con todos los dem¨®cratas: el reconocimiento sin paliativos de que el terrorismo jam¨¢s tuvo raz¨®n de ser. Es su falta de rotundidad la que le resta la posibilidad de convertir acuerdos puntuales en ¨¢mbitos m¨¢s amplios de colaboraci¨®n, por ejemplo, con el PSOE. Otegi dec¨ªa ayer que en Euskadi ¡°todos tienen un pasado¡± y que todos conocen el suyo, pero en el relevo generacional que acaba de protagonizar es clave su militancia en ETA o su papel de primer orden cuando Batasuna era el brazo pol¨ªtico de la banda.
El escenario vasco tiene una relevante derivada nacional por cuanto Pedro S¨¢nchez precisar¨¢ m¨¢s de una vez el respaldo en el Congreso de ambas formaciones nacionalistas. Los socialistas, socios del PNV en las principales instituciones de Euskadi, aspiran a que su voto sea la llave del futuro Ejecutivo auton¨®mico. Ambos partidos acaban de firmar un detallado acuerdo para la legislatura nacional y, aunque una victoria abertzale supondr¨ªa un hist¨®rico rev¨¦s para el PNV, esta podr¨ªa no traducirse en que el aspirante a¨²n por designar de Bildu se siente en Ajuria Enea. Las elecciones vascas, campa?a incluida, tendr¨¢n su eco en toda Espa?a. Solo de Urkullu depende fijar la fecha, una decisi¨®n que reducir¨ªa la interinidad pol¨ªtica en la que ha quedado.
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