El antiimperialismo trasnochado
El papel de la izquierda poscomunista en Espa?a ha sido irreprochable en el conflicto de Palestina con Israel, del mismo modo que es incomprensible su criterio sobre la posici¨®n de Ucrania frente a Rusia
Gaza ha sepultado Ucrania y parece que tambi¨¦n la necesidad de coherencia. Los posicionamientos pol¨ªticos de la izquierda poscomunista basados en los intereses a corto plazo ignoran la memoria del espacio ideol¨®gico mejor formado de cuantos han habitado el siglo XX. Si de algo puede estar orgullosa la doctrina marxista es de su abrumadora potencia intelectual y de la necesidad de anclarse en la sabidur¨ªa de quienes nos precedieron para comprender el presente con la arquitectura del pasado. El an¨¢lisis concreto de la situaci¨®n concreta ha pasado a ser una proclama vac¨ªa que solo tiene en cuenta...
Gaza ha sepultado Ucrania y parece que tambi¨¦n la necesidad de coherencia. Los posicionamientos pol¨ªticos de la izquierda poscomunista basados en los intereses a corto plazo ignoran la memoria del espacio ideol¨®gico mejor formado de cuantos han habitado el siglo XX. Si de algo puede estar orgullosa la doctrina marxista es de su abrumadora potencia intelectual y de la necesidad de anclarse en la sabidur¨ªa de quienes nos precedieron para comprender el presente con la arquitectura del pasado. El an¨¢lisis concreto de la situaci¨®n concreta ha pasado a ser una proclama vac¨ªa que solo tiene en cuenta la necesidad de supervivencia del partido instrumental del momento. Donde mejor se evidencia esta p¨¦rdida de capital pol¨ªtico es en los posicionamientos discursivos ante las relaciones internacionales que emanaron del fin de la utop¨ªa socialista.
Cuando el fil¨®sofo marxista ?ttiene Balibar dijo que el pacifismo no era una opci¨®n, a ra¨ªz de la invasi¨®n de Ucrania y el criterio que la izquierda occidental hab¨ªa asumido, no estaba poniendo en cuesti¨®n solo una posici¨®n coyuntural, sino la necesidad de revisar toda la estructura de pensamiento de una izquierda anclada en un imperialismo hemipl¨¦jico anterior a 1989. El lugar de la izquierda siempre tiene que estar del lado del agredido y los oprimidos. Se equivoca cuando eso no sucede y por cuestiones de romanticismo extempor¨¢neo o nostalgia no sabe ubicarse en las nuevas realidades surgidas tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. El papel de la izquierda poscomunista en Espa?a ha sido irreprochable en el conflicto de Palestina con Israel, del mismo modo que es incomprensible con Ucrania frente a Rusia. El historiador Enzo Traverso define con contundencia el mapa moral: la izquierda que no es antisionista no es izquierda. Es por eso que el posicionamiento rotundo ante los cr¨ªmenes de guerra de Israel y la ocupaci¨®n de Palestina es irreprochable. No est¨¢ ah¨ª la confusi¨®n.
La izquierda occidental no tiene problemas en situarse frente al imperialismo americano del viejo orden mundial. No ocurre as¨ª cuando el imperialismo lo ejercen otras potencias. La activista siria Leila Al-Shami define este comportamiento como ¡°antiimperialismo de idiotas¡±. Esta posici¨®n surge de una expresi¨®n cultural anclada en el antiotanismo de los ochenta que hoy en d¨ªa solo muestra una lectura sesgada de la nueva realidad geopol¨ªtica. Es m¨¢s grave a¨²n mantener un discurso, en Israel por exceso y en Rusia por defecto, ensimismado en el infantilismo y en la asunci¨®n de que todo relato pol¨ªtico de la izquierda se centra en hacer oposici¨®n al socio ideol¨®gico y no en lograr el mejor horizonte humanista. Una izquierda que rechaza ser ¨²til para convertirse en conciencia sectaria.
En 1919, John Maynard Keynes dec¨ªa de Georges Clemenceau que era de los pocos capaces de asumir las consecuencias de sus ideas. Esa responsabilidad con el propio discurso est¨¢ hu¨¦rfana en las palabras de nuestra izquierda sobre el papel de Espa?a en Ucrania. La l¨®gica de la propuesta que pide negarse al env¨ªo de ayuda militar a Ucrania es la victoria por aplastamiento ante el ej¨¦rcito imperialista ruso. Es leg¨ªtimo si es lo que se busca. La paz pedida se lograr¨ªa con la victoria de Putin y la posterior represi¨®n del pueblo ucraniano. Una paz sin libertad, similar a la que Fern¨¢n G¨®mez escribi¨® en Las bicicletas son para el verano, donde no llegar¨ªa la paz, llegar¨ªa la victoria.
La izquierda occidental tiene razones sobradas para posicionarse ante la OTAN, porque el pasado de la organizaci¨®n est¨¢ repleto de actuaciones que no se sustentan en el respeto a los derechos humanos. Nadie recuerda Djakovika, donde la OTAN bombarde¨® a civiles que hu¨ªan de la ciudad. La cr¨ªtica es leg¨ªtima, pero no puede colocarse por delante de la decisi¨®n soberana de los pa¨ªses de Europa del Este de unirse a la organizaci¨®n militar buscando una supervivencia amenazada por Rusia. El espacio poscomunista europeo se puede permitir ser antiotanista porque tiene asegurada su existencia al saber que no habr¨¢ un imperio amenazando sus fronteras, solo bajo ese privilegio es posible juzgar a quien considera la OTAN un mal menor que permite garantizar que la guerra no entrar¨¢ en sus vidas desde el Kremlin. En un mundo en conflicto el relato de la paz sin concreci¨®n no es m¨¢s que una manera de aplacar la conciencia.
Israel y Rusia son dos ejemplos de la misma realidad. La izquierda tiene que afrontar su posici¨®n obviando cu¨¢l es la del atlantismo ante ambos conflictos y generar su propio relato. Ucrania y Palestina son dos pueblos defendi¨¦ndose de un Estado invasor con las armas que la hipocres¨ªa occidental les permite. Ser consciente de la incoherencia de Occidente no puede convertir el discurso poscomunista en un espejo que niegue el derecho a la resistencia a Ucrania mientras lo defiende para Palestina. Que el cinismo se mantenga en la realidad de las cosas y no en las palabras que expresan esa realidad.