La m¨ªstica: un enfoque cient¨ªfico
Hay neurocient¨ªficos a los que las grandes cuestiones les importan entre poco y nada, y tambi¨¦n agricultores torturados por ella
Nuestra mente ama las dicotom¨ªas. Hay gente de derechas y de izquierdas, autoritarios y liberales, creyentes y descre¨ªdos. Todas estas particiones son discutibles, y siempre tendremos que considerar casos difusos, intermedios y epicenos, pero dividir las cosas en dos grupos, aunque sea solo una aproximaci¨®n, resulta una gran ayuda para explorar las sutilezas interminables de la realidad de ah¨ª fuera. No creo que esto sea una extravagancia humana, porque gran parte de la inteligencia artificial que nos ocupa estos d¨ªas se basa en el arte de separar una distribuci¨®n ca¨®tica de cosas en dos grupos. Por desordenados que parezcan los objetos, la m¨¢quina siempre encuentra una curva simple que los divide en dos. Es posible que formular dicotom¨ªas sea una forma universal de pensar, una que podr¨ªamos compartir con los extraterrestres y hasta con Terminator, una inteligencia artificial del futuro. Malo o bueno, bruto o dialogante, truco o trato.
Una dicotom¨ªa bien curiosa es entre m¨ªsticos y pragm¨¢ticos. Digo que es curiosa porque, para empezar, yo mismo me considero ambas cosas. Cuando salgo de la ciudad miro al cielo nocturno y la cabeza se me vuela por las galaxias y las profundidades del tiempo. Luego vuelvo a la ciudad y cojo el metro como todo el mundo. Es lo que tienen las dicotom¨ªas. Quiz¨¢ todos seamos m¨ªsticos y pragm¨¢ticos a la vez, pero sospecho que hay gente mucho m¨¢s m¨ªstica que otra, y no me refiero a la religi¨®n, sino a esa especie de v¨¦rtigo metaf¨ªsico que captura a muchas personas con independencia de su formaci¨®n y de sus creencias. Los m¨ªsticos se preguntan con Kant: ?Qu¨¦ puedo conocer? ?Qu¨¦ debo hacer? ?Qu¨¦ me cabe esperar? ?Qu¨¦ es el ser humano? Conozco a fil¨®sofos y neurocient¨ªficos a los que esas grandes cuestiones les importan entre poco y nada, y tambi¨¦n a agricultores torturados por ellas. Somos una especie complicada.
El Centro Nacional para la Educaci¨®n Cient¨ªfica de Estados Unidos (NCSE), una instituci¨®n sin ¨¢nimo de lucro dedicada a promover la ense?anza de la evoluci¨®n en la escuela p¨²blica, acaba de nombrar como presidenta ejecutiva a Amanda Townley, una mujer que se cri¨® en el norte de Alabama rodeada de la espesa atm¨®sfera del creacionismo de la Tierra joven, que sostiene que Dios cre¨® el mundo hace 6.000 a?os. Su profesora de biolog¨ªa en el instituto se neg¨® a ense?ar la evoluci¨®n porque no cre¨ªa en ella. Resulta parad¨®jico a primera vista, pero no lo es tanto. Townley era una m¨ªstica, como yo, y si la profe no resolv¨ªa su angustia sobre el origen de la humanidad, tendr¨ªa que buscar las respuestas en otro lado. Enseguida decidi¨® leer la parte del libro que no entraba en el temario y hall¨® en Darwin la verdad. Estudi¨® biolog¨ªa evolutiva y pedagog¨ªa cient¨ªfica y ha llegado hasta el importante puesto que ocupa hoy. Tiene las ideas claras y conoce mejor que nadie el oscuro magma irracional al que debe enfrentarse.
Quiz¨¢ los m¨ªsticos seamos los m¨¢s pragm¨¢ticos despu¨¦s de todo, porque es verdad que vivimos torturados por las grandes cuestiones, pero somos los ¨²nicos que pensamos que tienen respuesta. Ser un provinciano es una pobre excusa para creer en cosas raras y da?inas. Leed la parte del libro a la que no llegasteis.
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