Humanos

Ayer domingo se cumplieron 75 a?os de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea de las Naciones Unidas un viernes, 10 de diciembre de 1948. Se consideraba entonces que la familia humana ten¨ªa derecho a la libertad, la justicia y la paz, y que el desconocimiento de los derechos humanos origina actos de barbarie ultrajantes para la conciencia. Aunque se ha traducido ya a m¨¢s de 500 idiomas, no son buenos tiempos para la l¨ªrica. La celebraci¨®n del 75? aniversario coincide con la fiesta televisada de sus violaciones y el veto a un alto el fuego.

Estamos muy advertidos de c¨®mo las redes sociales invaden nuestra privacidad y nos convierten en datos manipulables. Lo que quiz¨¢ se nos escapa es hasta qu¨¦ punto la corrosi¨®n de la privacidad supone el camino directo a la degradaci¨®n de lo p¨²blico, el impudor de personajes y de infamias que invaden nuestro mundo. Cuando Maquiavelo justific¨® la pol¨ªtica moderna hablando de razones de Estado, el peso medieval de nuestro Baltasar Graci¨¢n argument¨® que se trataba de razones de Establo. En el camino de vuelta a la servidumbre, eso es hoy la pol¨ªtica internacional, una raz¨®n de establo en la que los intereses econ¨®micos e identitarios valen m¨¢s que los derechos humanos.

Con los ojos habituados a Facebook, veo las noticias bajo la ¨®ptica de personas a las que quiz¨¢ conozca. Pues s¨ª, entre las v¨ªctimas hay alguna persona conocida, pero abundan las personas que merec¨ªan ser respetadas sin distinci¨®n de raza, sexo, color o religi¨®n. Una declaraci¨®n universal defiende los derechos de los seres humanos que no conocemos. No son buenos tiempos para las celebraciones. Pero me niego a otra de las din¨¢micas actuales: el cinismo narcisista del nada tiene arreglo, todos son iguales y s¨¢lvese quien pueda. Necesito denunciar a los responsables del mal. Necesito aplaudir a los que siguen creyendo en los Derechos Humanos.