La batalla por los ¨¢rboles de Mir¨®
Unas obras en Barcelona significar¨¢n la tala de 178 ¨¢rboles de m¨¢s de 40 a?os en una ciudad que lucha por cumplir los est¨¢ndares de contaminaci¨®n que marca la UE
Las cotorras vuelan frente a mi balc¨®n. Podr¨ªan pasar desapercibidas entre los ¨¢rboles de la peatonal, pero el canto es inconfundible. Cada ma?ana, el mismo ritual: mi perro rasca la puerta, me abrigo y caminamos juntos, en la misma direcci¨®n que las cotorras. A media cuadra nom¨¢s, detr¨¢s de la biblioteca, pongo los pies sobre la tierra. Respiro otro aire. Las t¨®rtolas vuelan junto a las gaviotas que se atreven a dejar atr¨¢s el mar y dar unas vueltas sobre este mismo cielo. Quien puede sentir el rumor de las criaturas en plena ciudad, sabe que es pura fortuna. Yo tambi¨¦n lo s¨¦. Los vecinos de ...
Las cotorras vuelan frente a mi balc¨®n. Podr¨ªan pasar desapercibidas entre los ¨¢rboles de la peatonal, pero el canto es inconfundible. Cada ma?ana, el mismo ritual: mi perro rasca la puerta, me abrigo y caminamos juntos, en la misma direcci¨®n que las cotorras. A media cuadra nom¨¢s, detr¨¢s de la biblioteca, pongo los pies sobre la tierra. Respiro otro aire. Las t¨®rtolas vuelan junto a las gaviotas que se atreven a dejar atr¨¢s el mar y dar unas vueltas sobre este mismo cielo. Quien puede sentir el rumor de las criaturas en plena ciudad, sabe que es pura fortuna. Yo tambi¨¦n lo s¨¦. Los vecinos de L?Esquerra de l?Eixample lo sabemos. El Parque Joan Mir¨® con sus palmeras y pinos y encinas y plantas coloridas que crecen y alumbran los jardines para la biodiversidad, son el ox¨ªgeno que respiramos. Y queremos protegerlo.
De un tiempo a esta parte, escuch¨¦ el rumor. Los carteles pegados en los ventanales de la biblioteca o sobre los postes de luz de las veredas. Las concentraciones de los alumnos del instituto Ernest Lluch. Las convocatorias de la asociaci¨®n barrial. Todos bajo la misma consigna: #SalvemElParcJoanMiro. Un pulm¨®n verde de vital importancia, sobre todo, por estar ubicado en el distrito que registra m¨¢s contaminaci¨®n en la capital catalana, con niveles que superan el l¨ªmite legal anual permitido de exposici¨®n al di¨®xido de nitr¨®geno ¡ªasociado al tr¨¢fico¡ª, seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona. Una exposici¨®n con da?os concretos a la salud: podr¨ªa causar cerca de 1.500 muertes al a?o por asma infantil o c¨¢ncer de pulm¨®n, entre otras enfermedades.
La demanda de los vecinos es clara: reclaman a las autoridades que no se utilice este jard¨ªn para instalar el ¨¢rea log¨ªstica de las obras para extender la l¨ªnea L8 de los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC). Esto implicar¨ªa no s¨®lo que un tercio del parque quede inutilizado durante a?os, sino que ser¨ªa necesario talar, al menos, 178 ¨¢rboles de m¨¢s de 40 a?os. Sumado a la entrada y salida de camiones con el consecuente aumento de la contaminaci¨®n ac¨²stica y el polvo en suspensi¨®n.
El vocal de la asociaci¨®n barrial, Xavier Riu, dice que para la Generalitat ¡°es mejor y m¨¢s barato talar ¨¢rboles que afectar a la Fira de Barcelona o a los automovilistas que circulan por la Avenida Gran V¨ªa¡±. Una soluci¨®n que ¡°no tiene en cuenta las consecuencias en la salud de los ni?os que asisten a las escuelas que rodean el parque¡±. Por su parte, el Ayuntamiento anunci¨® que seguir¨¢ adelante con las obras: iniciar¨¢n el pr¨®ximo 8 de enero.
Mientras recorremos el parque, mi perro hace lo suyo: se olfatea con otros de su especie, hace sus necesidades, tira de la correa para llegar al canil y ser de una vez libre. Sigo su ritmo. Camino a la par. Observo los carteles que ni?os y ni?as colgaron de las encinas, bajo la consigna de apadrinar a los ¨¢rboles. Esto quiere decir, entre otras cosas, elegirles un nombre. Leo Pececito, Lumax, Venus, Ema y Ostaki. Tambi¨¦n algunos mensajes: ¡°Gr¨¤cies per tots els moments ciscuts i per tots el que han de venir¡± o ¡°?No ens matis, estem vius!¡±.
En uno de los pasadizos, cubierto por p¨¦rgolas con glicinas y buganvillas, un hombre alimenta las aves. Ubica algunas migas en su mano y la abre, para que se vayan acercando. La mayor¨ªa son palomas, aunque tambi¨¦n hay t¨®rtolas color perla. De pronto, una cotorra se para sobre su hombro. Otras la siguen formando una cortina de pluma verde sobre el suelo. Bajan de los nidos que crean en las palmeras a buscar comida. Son habladoras: gorjean constantemente, un chirrido ¨¢spero que resuena en el o¨ªdo. Al parecer, llegaron desde Argentina como animales de compa?¨ªa, en los a?os setenta, pero luego escaparon de sus jaulas porque estaban acostumbradas a vivir en la naturaleza. Ahora hay muchas. Cientos en este parque. Miles en toda la ciudad.
Cualquier cambio en el entorno, afecta a la vida de las criaturas. Tambi¨¦n las relaciones que los animales y las plantas mantienen entre s¨ª. Por ejemplo, una vez que se talan los ¨¢rboles, un bosque no vuelve a ser el mismo. Aunque se planten otros, es posible que los p¨¢jaros que viv¨ªan ah¨ª ya no regresen. Lo mismo sucede con los parques. Si los ¨¢rboles se talan, aunque se reubiquen, hay aves que perder¨ªan sus nidos. Plantas que crecen debajo que morir¨ªan sin la sombra. Plantas que, a su vez, son refugio de roedores e insectos que sirven de alimento a otros depredadores.
Despu¨¦s de un a?o de migraci¨®n, mi perro y yo sentimos este parque como propio. Un pedacito del nido que nos aloja. Y lo que le pase al parque nos afecta. El da?o que hacemos al entorno nos afecta como criaturas que somos nosotros tambi¨¦n de la tierra. Estemos donde estemos situados en el globo. Tarde o temprano, nos afecta a todos.