Bienvenido, Land
La prosa incandescente de Rodrigo Fres¨¢n se desplegaba en mi ordenador y yo iba ascendiendo en una espiral de santificaci¨®n lectora de la mano de su personaje protag¨®nico
Le¨ª la ¨²ltima novela de Rodrigo Fres¨¢n, argentino residente en Barcelona, en mayo, durante una estad¨ªa en la Costa Brava. Era un documento de word de 666 p¨¢ginas (acaba de publicarse en Random House, tiene 716). Cada d¨ªa me sentaba junto a la luz del Mediterr¨¢neo a leer ese manuscrito al que llamaba ¡°el libro de la bestia¡±, no s¨®lo por la cifra sat¨¢nica que invocaban sus dimensiones sino por su autor. Fres¨¢n es una cadena monta?osa: siempre es alt¨ªsimo pero tiene cumbres grandiosas. Esta novela, El estilo de los elementos, es su Himalaya. La le¨ª en cinco d¨ªas. La prosa incandescente, aluvional, se desplegaba en mi ordenador y yo iba ascendiendo en una espiral de santificaci¨®n lectora de la mano de su personaje protag¨®nico, Land, un ni?o que imagin¨¦ con un rostro muy espec¨ªfico aunque Fres¨¢n asegura que todos sus personajes tienen el rostro de Bill Murray. Yo estaba muy viva por entonces, pero el libro estaba m¨¢s vivo que yo y eso revert¨ªa en una vida expandida. Segu¨ª la infancia de Land ¨Dun ni?o que no quiere ser escritor¨D en un pa¨ªs que jam¨¢s se nombra ¨Dpero que es tan reconocible¨D; segu¨ª su exilio adolescente en otro pa¨ªs innominado; lo vi leer, deambular como un alien entre adultos desaprensivos, sumirse en el desconcertante deslumbramiento del amor, transformarse en algo que jam¨¢s hubiera querido que fuera (quiz¨¢s ¨¦l tampoco). Cuando la novela termin¨® qued¨¦ hu¨¦rfana y de rodillas ante ese autor que logra un milagro extra?o (ser sutil dici¨¦ndolo absolutamente todo pero retirando piezas clave que hacen que la prosa se llene de una respiraci¨®n descomunal), y me sent¨ª expulsada de un universo que hubiera podido habitar por mucho tiempo. Bienvenido a la tierra, Land. Aqu¨ª somos todos un poco infelices y estamos bastante rotos, pero tu voz produce ganas de recoger esos pedazos, aunque m¨¢s no sea para volver a vivirte, a leerte.
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