Lo que las democracias deben hacer por Ucrania y por s¨ª mismas
La ¨²nica forma de avanzar hacia una paz duradera es facilitar que Kiev gane la guerra suministr¨¢ndole herramientas para que recupere m¨¢s territorio
Mientras muchos empez¨¢bamos el A?o Nuevo con fuegos artificiales, alegr¨ªa y la compa?¨ªa de nuestros seres queridos, los ucranios ten¨ªan que soportar ataques a¨¦reos rusos a gran escala, la destrucci¨®n de sus viviendas y el asesinato de los suyos. Vlad¨ªmir Putin, el personaje m¨¢s parecido a Adolf Hitler que ha habido en Europa desde 1945, est¨¢ empe?ado en derrotar y arrasar una Ucrania independiente. Ucrania est¨¢ igualmente empe?ada en resistir. ?Pero qu¨¦ est¨¢n decididas a conseguir las dem¨¢s democracias en este combate de trascendencia hist¨®rica? Nuestra respuesta en 2024 no solo marcar¨¢ el futuro de Europa, sino que nos dir¨¢ mucho sobre la fuerza que tienen respectivamente la democracia y la autocracia en estas primeras d¨¦cadas del siglo XXI.
Para empezar, debemos tener claro c¨®mo est¨¢n las cosas en Ucrania. La guerra no se encuentra en un punto muerto del que vaya a salir un conflicto enquistado o un acuerdo negociado, como algunos en Occidente esperan con ingenuidad. Es una guerra larga, compleja y de grandes dimensiones, que seguramente se prolongar¨¢ hasta 2025 o incluso m¨¢s. Ninguna de las partes se da por vencida; todav¨ªa puede ganar cualquiera de las dos, pero no pueden ganar las dos.
Putin est¨¢ aprovechando todas las ventajas que le dan el tama?o, la crueldad, estar al frente de una dictadura y contar con el apoyo de otras dictaduras, como Ir¨¢n, Corea del Norte y China. En cuanto a Ucrania, tiene que afrontar grandes decisiones, empezando por la de reclutar o no a una multitud de j¨®venes para renovar sus exhaustas fuerzas. Sin embargo, lo que m¨¢s influir¨¢ en el resultado de esta larga guerra ser¨¢n las decisiones que tomen en los pr¨®ximos meses las democracias que apoyan a Ucrania.
Hasta ahora estamos haciendo lo suficiente para evitar la derrota de Ucrania, pero no para que gane. Si damos un paso m¨¢s en 2024, podr¨ªamos suministrar a Ucrania las herramientas para que recupere m¨¢s territorio y Rusia se acabe convenciendo de que no puede vencer. Esa es la ¨²nica forma de avanzar hacia una paz duradera.
Lo primero que eso significa, en los pr¨®ximos d¨ªas, es proporcionar m¨¢s medios de defensa a¨¦rea. En las pr¨®ximas semanas, significa suministrar m¨¢s misiles de largo alcance, sobre todo los Taurus alemanes, pero tambi¨¦n los ATACMS estadounidenses, para que Ucrania siga haciendo retroceder a la flota de Putin en el mar Negro y atacando su basti¨®n de enorme importancia estrat¨¦gica y simb¨®lica, Crimea.
Sin embargo, como explica con detalle y de forma convincente un estudio reciente del Ministerio de Defensa estonio, para asegurar una victoria ucrania a largo plazo hay otros dos factores fundamentales: ampliar el entrenamiento de las tropas ucranias e incrementar sustancialmente y a toda velocidad la producci¨®n industrial de armas y municiones. (Del mill¨®n de cartuchos de artiller¨ªa que la UE ha prometido a Ucrania para el mes de marzo, hasta ahora se ha entregado menos de un tercio).
Las democracias, a diferencia de las dictaduras, no pueden hacer una cosa as¨ª por decreto. Nuestro sistema pol¨ªtico requiere que los l¨ªderes de varias democracias nacionales se pongan de acuerdo sobre unos fines estrat¨¦gicos claros y convenzan a sus votantes y a sus parlamentos para que autoricen los medios necesarios. Y ya antes del desastre que ser¨ªa una posible segunda presidencia de Donald Trump est¨¢ claro que Estados Unidos, dada la fragilidad actual de su democracia, no va a tomar la iniciativa.
Por consiguiente, la responsabilidad corresponde a Europa; al fin y al cabo, se trata de defender a un pa¨ªs europeo. ?Est¨¢n haciendo lo que deben los l¨ªderes europeos? Veamos sus mensajes de A?o Nuevo.
El primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, ni siquiera mencion¨® la guerra en su optimista recuento de los ¨¦xitos de su Gobierno, claramente redactado pensando en las elecciones generales del pr¨®ximo a?o. El canciller alem¨¢n, Olaf Scholz, solo la toc¨® de pasada y enseguida se volc¨® en el sagrado tema de la econom¨ªa nacional. El nuevo primer ministro polaco, Donald Tusk, dedic¨® su comentario en exclusiva al restablecimiento de la democracia en su pa¨ªs.
Aunque el presidente Emmanuel Macron centr¨® su discurso en el orgullo franc¨¦s, s¨ª propuso un ¡°rearme de la soberan¨ªa europea¡± que inclu¨ªa ¡°detener a Rusia y ayudar a los ucranios¡±. Pero el mensaje fundamental lo transmiti¨® el presidente finland¨¦s, Sauli Niinist?: ¡°Europa debe despertar¡±. Y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, fue de una franqueza admirable: ¡°A Ucrania le faltan municiones. Europa no ha suministrado suficientes. Vamos a presionar para que Europa fabrique m¨¢s. Es urgente. Y los F-16 daneses estar¨¢n pronto en el aire. La guerra de Ucrania es una guerra por la Europa que conocemos¡±. Ese es el lenguaje que necesitamos.
Cuando se habla de liderazgo en tiempos de guerra, siempre se cita la frase de Winston Churchill: ¡°No puedo ofrecer m¨¢s que sangre, esfuerzo, l¨¢grimas y sudor¡±. Pero en este caso, los ¨²nicos que est¨¢n derramando sangre, sudor y l¨¢grimas son los ucranios. Lo ¨²nico que se nos pide a nosotros es que tengamos las ideas claras, un empe?o firme y una reasignaci¨®n de recursos totalmente manejable. Adem¨¢s, la inversi¨®n industrial en defensa que con tanta urgencia se necesita crear¨¢ puestos de trabajo en nuestros pa¨ªses y reforzar¨¢ nuestra propia seguridad. ?Es demasiado pedir?
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