Todas las guerras escalan
Cuando las armas arrinconan a la pol¨ªtica, solo rige la espiral de la violencia. Lo vemos entre Ucrania y Rusia, entre Ham¨¢s e Israel y este mi¨¦rcoles en el doble atentado que ha costado la vida a un centenar de personas en Ir¨¢n
La escalada est¨¢ en la naturaleza de la guerra. Cuando las armas arrinconan a la pol¨ªtica, solo rige la espiral de la violencia. Lo vemos estos d¨ªas entre Ucrania y Rusia. Es parte de la l¨®gica b¨¦lica que Kiev responda a los ataques a sus ciudadanos en su territorio con ataques a territorio ruso en los que tambi¨¦n mueren civiles rusos inocentes. Y que Rusia devuelva el golpe, incrementando a su vez los bombardeos.
As¨ª funciona tambi¨¦n entre Ham¨¢s e Israel. Quiz¨¢s incluso con m¨¢s virulencia. Si la guerra penetra en Rusia y aviva la amenaza nuclear, la de Gaza se desborda a toda velocidad hacia la frontera libanesa con los misiles y drones de Hezbol¨¢; en Cisjordania por las provocaciones de los colonos extremistas: en L¨ªbano con el asesinato selectivo del n¨²mero dos de Ham¨¢s, Saleh al Aruri; en las costas de Yemen por la acci¨®n de los rebeldes hut¨ªes contra el tr¨¢fico mar¨ªtimo. Y este mi¨¦rcoles en Ir¨¢n, con el doble atentado con bombas que ha costado la vida a m¨¢s de 90 personas en el cementerio iran¨ª de Kerm¨¢n, donde precisamente conmemoraban el aniversario del asesinato selectivo de Qasem Soleimani, el comandante supremo de los guardianes de la revoluci¨®n.
Washington se centra en un objetivo estrat¨¦gico para ambas guerras: evitar que se desborden, amenacen la paz mundial e incluso atrapen a sus tropas en el avispero, una vez m¨¢s, como tantas otras en el ¨²ltimo siglo. Todas las grandes guerras empezaron como contiendas locales que luego escalaron y se extendieron.
Para conseguirlo, Estados Unidos hace una cosa y la contraria. Grad¨²a con cuidado la ayuda militar a Ucrania y ayuda a Israel sin l¨ªmites. Busca as¨ª un equilibrio imposible y dif¨ªcil de explicar que permita avanzar moderadamente a sus aliados sin desencadenar una guerra internacional abierta.
Las discrepancias sobre el futuro son enormes respecto a Israel y Palestina, que es donde las responsabilidades corresponden a Washington. Joe Biden abraza calurosamente a Netanyahu, pero est¨¢ harto de su Gobierno extremista y de sus malas ideas anexionistas sobre Gaza y Cisjordania. Con tanta ayuda militar y tan descarado apoyo diplom¨¢tico, quiere conducir a Israel a la ¨²nica salida que preserve la democracia y el car¨¢cter jud¨ªo del Estado, como es el reconocimiento del Estado palestino, precisamente lo que su aliado y protegido israel¨ª ha querido destrozar definitivamente. En la victoria de Israel, Biden busca la derrota de Netanyahu.
De momento, la respuesta que est¨¢ obteniendo es inquietante: la guerra no afloja en Gaza y tiene todos los visos de que est¨¢ desbord¨¢ndose incontrolada por todos los lados.
A Washington le convendr¨ªa que fueran los actores regionales quienes organizaran la salida de la guerra y de la paz. El futuro de Ucrania es bien claro: en el marco atl¨¢ntico y europeo. Ser¨¢n crecientes las responsabilidades de Bruselas en la guerra de Ucrania, a fin de cuentas candidata al ingreso en la UE. Y menores, en cambio, en la de Gaza. No tan solo por las posiciones divergentes de los europeos, que en Naciones Unidas han votado divididos entre el s¨ª, el no y la abstenci¨®n respecto al alto el fuego, sino por las dudas sobre la Alianza Atl¨¢ntica con una Casa Blanca habitada por Trump.
De ah¨ª la dificultad de su participaci¨®n en el dispositivo naval frente a las costas de Yemen sin contar con la cobertura de la OTAN o de la UE, en una operaci¨®n de mero apoyo bilateral a la acci¨®n de Estados Unidos.
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